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Canarias a Cabo Verde;

1.000 millas hacia las Antillas

 

 

Recorrer el mundo por etapas es el sueño de cualquier aficionado a la vela, deseoso de aventuras y ávido por conocer los mares del planeta y las distintas culturas que descubrimos al navegar avanzando por los trópicos.

 

Este es el relato de una de estas primeras etapas desde España hasta Cabo Verde, desde donde los Alisios nos propulsan al Mar Caribe.

"Ultreia" es un Catana 43 preparado a conciencia por la pareja valenciana Jaime y Yuli para dar la vuelta al mundo, auténticos protagonistas de esta aventura, cuya historia no ha hecho más que comenzar. Surgió

la posibilidad de acompañarlos en una de sus primeras etapas para compartir experiencias, uno de sus primeros capítulos, un trocito de sus vidas.  

 

Cuando los peregrinos del Camino de Santiago se saludaban en la edad media, utilizaban el vocablo Ultreia, significando "Vamos allá" o "Buen camino". Un nombre perfecto para un barco transmundista y un proyecto apasionante que ya ha comenzado a recorrer todos los océanos del mundo.

 

 

 

 

Las primeras etapas

Aunque el proyecto viene de lejos, la historia del “Ultreia” comienza en Grecia, dónde el Catamarán fue adquirido hace apenas más de un año. Tras un agitado viaje desde el Este del Estrecho de Corinto, bordeando toda la costa del Peloponeso, para atravesar el mar Jónico, recorrer el sur de Italia, y cruzar el Estrecho de Messina, Ultreia continuó navegando "del tirón", por el norte de Sicilia, Cerdeña y desde allí hasta Menorca y Valencia, dónde le esperaba un minucioso refit durante este pasado 2.022. 

 

 

 

 

Reconstrucción completo de los motores, revisión de los saildrives, nueva jarcia, nuevas velas, electrónica Zeus de B&G, Iridium Intellian, y puesta al día de la desaladora Spectra de 150 litros, repaso a las carpinterías, CoperCoat en la obra vida, cocina y horno Wallas de Diesel para evitar las incompatibilidades entre los diferentes sistemas de gas que existen por el mundo, nueva nevera y amplio congelador para poder estibar desde los dorados pescados al curry, hasta varios kilos de helados y otras "delicatessen"…. Y es que una navegación de altura no tiene porqué estar reñida con una buena cocina.

 

 

 

 

Como buen ingeniero naval, Jaime diseñó y revisó todas las nuevas instalaciones, incluido el equipamiento eléctrico capaz de alimentar y generar amperios para todos estos equipos, sin necesidad de llevar a bordo ningún generador. 400 Ah en baterías de litio en 24 voltios y otros 300 Ah en 12 voltios con AGM, paneles solares, hidrogenerador Watt&Sea, y un buen eólico para aprovechar el constante soplido de los vientos portantes. 

 

 

 

 

Todo un refit estudiado hasta el más mínimo detalle. Muchos centenares de horas y grandes dosis de ilusión y dedicación. En definitiva un Catana "pata negra", verdaderamente oceánico, ajustado y trimado durante las primeras pruebas de navegación por Columbretes y la bajada hacia el Estrecho de Gibraltar, desde donde el barco comenzó a navegar a finales de 2.022 hacia Marina Rubicón en la isla de Lanzarote, en la que embarcamos el resto de la tripulación para la etapa que ahora contamos; Nando, Marta y Alberto.

 

 

 

 

Lanzarote y las provisiones

Antes de zarpar de Lanzarote, avisamos a Yuli para comprar la mayor cantidad de comida no perecedera. En anteriores navegaciones Caribeñas salimos escaldados por los altos precios de los alimentos y re-avituallamiento de estas islas. Así se hizo y las últimas compras acabaron por atiborrar las sentinas de ambos cascos, por multitud de latas rotuladas con sus contenidos, para poder tirar sus cajas de cartón. Entre las conservas también se encontraban paquetes de pasta, arroces y en otras sentinas tantas botellas de agua como de vino y otras bebidas alcohólicas, tan importantes para "negociar", conseguir favores y resolver situaciones de lo más diversas en cualquier rincón del planeta. 

 

 

 

 

Allí estábamos, esperando la salida de etapa en la excepcional y bella Marina Rubicón, junto a casi una decena de veleros, que también se habían apuntado a navegar esta etapa en la Grand-Prix que finaliza en la isla de Martinica. Cena de despedida y últimas instrucciones para este rally oceánico, en el que sin ánimo de competir, navegamos casi volando hasta Cabo Verde debido a las ventosas condiciones de navegación, con vientos prácticamente de popa cerrada y casi siempre soplando en torno a los 22 a 25 nudos, e incluso con puntas de 32 a 35 nudos. 

 

 

Rumbo Mindelo

 

Otros veleros oceánicos no bajan hasta Cabo Verde para navegar hacia las Antillas… pero este archipiélago es un buen lugar para asegurar los Alisios, y sobre todo hacer una pequeño descanso, donde reposar las casi mil millas que distan desde las Canarias. Algunos prefieren arrumbar al Caribe al poco de abandonar el Sur de las Canarias, pero en nuestro caso, además de navegar en flota, nos apetecía conocer este árido e interesante grupo de islas. 

 

Desde Cabo Verde ya se suele meter el timón hacia Santa Lucía o Martinica, aunque hay otros veleros, como el de nuestro amigo Jacques y su Catana 50 con el que coincidimos en Cabo Verde, que prefiere tomarse las cosas con más calma y pasar varias semanas en las diferentes islas de Cabo Verde, para a continuación hacer un paréntesis por el Sur de las costas del Senegal y adentrarse en el caudaloso río Casamanza cerca del Parque Nacional del delta de Saloum, antes de apuntar la proa hacia Fernando de Noroña, a solo una decena de días de navegación, en dónde ya se puede hacer la entrada y "papeleos" Brasileños, para recorrer en 2.023, durante varios meses, las fantásticas costas desde Pernambuco hasta Angra dos Reis. Pero eso es otra historia…

 

 

 

 

PredictWind y otros modelos meteo, anunciaban vientos continuos de popa de unos 20 nudos, pero como siempre ocurre, Eolo soplaba algo más, rozando los 25 nudos y algunas noches fue normal navegar con vientos mantenidos de 28 nudos, con rachas ligeramente por encima de los 30 nudos. Al haber estado bufando desde hacía días, al poco de abandonar la costa este de Fuerteventura, el "fech" nos regaló un maretón de popa, con olas de 2 a 3 metros que pasados dos noches ya crecían en ocasiones por encima de los 4 metros. 

 

 

 

 

 

 

Antes de llegar a cabo Verde, dos veleros habían partido sus timones de viento, y es que la fuerza de torsión en sus ejes es muy fuerte cuando los barcos derrapan sus popas y se atraviesan a la mar tras los continuos planeos de las olas de popa, durante los cuales nuestro catamarán siempre se ponía a 11 o 12 nudos, habiendo incluso medido una punta de 16 nudos. Muy divertido...

 

Ya en el Club Náutico de Mindelo, pudimos hablar con otros tripulantes de otros barcos que vieron colmado con creces sus niveles de mareo y adrenalina, decidiendo regresar a España en avión, en vez de continuar ruta hacia las ansiadas Antillas. Y es compresible tras ver los videos filmados en el interior de algunos de estos monocascos, en donde la escora pasa de golpe de los 30 grados a una banda, hasta los 30 grados a la otra, durante el paso de estas olas. Todo un baile suficientemente molesto para algunos.

 

 

 

Ultreia viento en popa

Nada que ver con lo que se disfruta en un catamarán con viento y mar de popa. Lo destacable de esta memorable empopada es que en catamarán, la experiencia es mucho más tranquila y agradable. Es verdad que durante los primeros días, ponerse a leer una novela para pasar el tiempo o ver una película por la noche, era casi sinónimo de agarrar un mareo significativo o incluso comprar papeletas para un molesto dolor de cabeza. En estos casos, lo mejor era echarse a dormir un rato entre guardia y guardia. Aunque el camarote también se mueve lo suyo, cuándo cierras los ojos y te quedas dormido, las horas de sueño son completamente reparadoras. 

 

La estabilidad de un catamarán hace mucho más cómoda la navegación con vientos portantes. Los movimientos de escora son pequeños, y aunque el barco “se mueve”, día tras día pudimos comer en la mesa con mantel, sin miedo a tirar ni un solo vaso. Algo impensable en un sloop con estas mismas condiciones. En cata, el viento relativo que aprecias en la bañera es inferior al de un monocasco. Monocasco que además no para de dar molestos bandazos a cada paso de ola. Y debido a la gran manga de un cata, no es necesario atangonar Génova como ocurre de forma casi obligatoria en un monocascos.

 

 

 

 

El piloto automático de Simrad estuvo en todo momento a la altura de las circunstancias y las guiñadas sufridas tras las surfeadas más fuertes eran corregidas sin esfuerzo por el piloto automático y sin ninguna preocupación por nuestra parte. Hay que decirlo, además del flux-gate, la electrónica del Ultreia, equipa giróscopo de 3 ejes con la que se consigue una predictibilidad en las correcciones de rumbo del todo encomiables. A estas alturas de la tecnología… no tiene sentido utilizar engorrosos pilotos de viento atornillados al espejo de popa, cuando el consumo eléctrico de los pilotos automáticos eléctrico/electrónicos es moderadamente pequeño y los amperios consumidos son inferiores a los que podemos generar con placas, hidrogenerador o eólicos.

 

 

 

 

En vez de piloto de viento, Jaime ha montado en el Ultreia un segundo piloto automático totalmente duplicado con un segundo actuador, otra unidad de control de respeto y calculador, todos desconectados y listos para tomar el relevo en pocos minutos, en caso de fallo del principal. Creemos que esta solución adoptada en el Ultreia es ganadora y de máxima confianza. Conozco de un Lagoon 42 de un amigo, que hace ya una decena de años y haciendo casi el mismo recorrido rompió el piloto automático a mitad de camino hacia Barbados, obligándoles a pasar al timón una semana entera manteniendo el rumbo como en los "buenos tiempos". Un auténtico y aburrido fastidio.

 

 

 

 

En estas condiciones de navegación de popa cerrada la velocidad del barco con una única vela de proa, Génova o el código-cero cuando el viento bajaba de los 20 nudos, era de unos 8 nudos. Las olas te alcanzan cada 10 o 15 segundos, y al empezar a descender el casco por ellas, el barco se inclina de forma sorprendente pero de modo confiable. Al lanzarnos “ladera” abajo por las olas, la corredera trepaba con rapidez a puntas de 11 o 12 nudos, y excepcionalmente alcanzábamos lecturas de 13 y 15 nudos con las crestas más significativas.  

 

Al descansar en el camarote, no dejaban de sorprenderme los diferentes silbidos de diferentes frecuencias y sonidos micro-tonales generados por roce del viento contra los obenques, con el eólico, o los balcones de popa. Orquestación a la que se sumaba el "alegre" gorgoteo del agua corriendo sobre nuestras amuras, acompañada por la percusión y mazazos de las rompientes. El insistente ulular del viento, traducido en continuos lamentos, me llegó a hacer pensar en psicofonías marinas de antiguas almas perdidas en la mar y dignas de ser analizadas por el famoso periodista Iker Jiménez. Dicho y hecho, agarré la grabadora de sonidos del móvil y registre algunas de ellas, que puede escuchar haciendo click en el siguiente enlace;

 

Las extrañas psicofonías del Ultreia

Click para escuchar estas "psicofonías".

 

 

Momento de aperitivo, para ir abriendo el apetito

 

Aunque la navegación hacia Cabo Verde se lleva a cabo en latitudes tropicales por debajo de las Canarias, más vale ir bien protegido del frío, al menos durante las guardias nocturnas. Durante el día la temperatura era perfecta, de unos 25 grados centígrados, pero por la noche, la sensación de frío te obliga a ir muy bien abrigado. Dos polares, pantalón térmico y cortavientos.

 

Las puestas de sol en alta mar son majestuosas y con la atmósfera cargada de humedad, los colores del sol en el ocaso incendiaban el horizonte con tonos anaranjados y nubes carmesíes, difuminados por todo tipo de rosas y cálidos tonos amarillentos. Luego te vas quedando sin luz y te toca el turno de guardia, en mitad de una noche oscura en donde brillan con intensidad todas las estrellas del firmamento, sobre un fondo tan negro como el azabache. Allí está la impresionante vía láctea, el planeta Marte, y todas las constelaciones que todavía no he aprendido a identificar.

 

 

 

 

Y poco a poco una luna ambarina asomaba todas las noches entre nubes fantasmagóricas sobre el horizonte grisáceo. Luna llena. Pasado un buen rato, su potente luz nos permite contemplar todo el mar y la cubierta del barco. Y allí están varios peces voladores que han aterrizado por equivocación sobre la popa e incluso algunos calamares que no llegamos a entender como han saltado dos metros de altura hasta la mitad de la bañera. ¡No hace falta ni una potera para preparar un marmitaco!

 

 

 

 

 

Vida en el Océano

Envueltos por la oscuridad nocturna es fácil observar la bioluminiscencia que se activa con el roce de la obra viva sobre el fitoplancton y mirando atrás, se contempla la estela verdosa que el Ultreia deja al avanzar hacia el Sur. Y de repente los vimos…

 

Ya “flipé” con el fenómeno hace casi 20 años, navegando por aguas del Algarve Portugués. Y ahora de nuevo, aunque con menor intensidad debido a la luz de la luna, aparecían de nuevo los delfines nocturnos rodeados en un mar de noctilucas, como si fueran torpedos verdosos avanzando en flotilla a nuestro alrededor. La experiencia es preciosa y se observa perfectamente la forma del delfín iluminado con fluorescencia, por las algas luminiscentes. Marta estaba de guardia y nos despertó para que pudiésemos disfrutar de tan fantástico escenario. Durante la travesía tuvimos otros 3 o 4 encuentros más con delfines y ya muy cerca de la llegada a Mindelo nos cruzamos con una familia de calderones a pocas millas de distancia de las costas de San Vicente. ¡Espectacular!

 

 

 Las buenas partidas de Domino después de comer se han convertido en una "obligación" diaria

 

La colada de ropa se hace de maravillas en un cubo y con agua de mar. Aclarado final con agua dulce...

y a tender la ropa en los guardamancebos.

 

 

La intendencia con la cocina diesel es un lujo, aunque tiene algo de inercia calorífica respecto a las de gas normales. Suerte no tener que andar buscando recambios o adaptadores en los distintos puertos.

 

 

Practicamos los nudos y sabemos hacer un "As de guía" con una sola mano.

 

 

La isla de Sao Vicente

Finalmente la meta en Cabo Verde, entre la costa y el islote de Djeu

 

Tras sobrepasar por babor el islote de Djeu con su bonita construcción de escaleras blancas, el oleaje desaparece totalmente y accedemos a la bahía de Mindelo en donde descansan fondeados una veintena de veleros fuera del náutico, esperando su transición hacia el Caribe. La pequeña ciudad de Mindelo es alegre y animada y todas la noches nos regalaba un “festival” de ritmos africanos, formado por un nutrido grupo de más de 40 tambores que durante media hora tras el atardecer, inundaban de percusiones todos los alrededores del puerto.

Durante toda la etapa no se utilizó el motor para navegar ni una sola milla. Solo 5 minutos para salir del puerto de Rubicón y otros 5 minutos para amarrar en el puerto deportivo de Mindelo, única marina en todo Cabo Verde, que dicho sea de paso, aunque no tiene las mejores instalaciones del mundo, pues sus pantalanes flotantes se mueven con demasiado “baile”, las instalaciones son bastante dignas y parecidas a las que podemos disfrutar en cualquier marina europea.

 

 

 

Pantalanes flotantes en la Marina de Mindelo. Con viento fuerte, mantenerse de pié sobre ellos,

especialmente por la noche tras unas copas es todo un reto.

 

 

El bar del náutico, al borde de los pantalanes ofrece un ambiente internacional muy distendido y agradable, un lugar de reunión ideal dónde se dan cita todos los navegantes, y donde celebrar el término de la navegación realizada con una fiesta ofrecida por la organización del Gran Prix.

 

 

 

 

 

En Mindelo ya no se paga la tasa que hasta hace poco se abonaba por llegar, y a fecha de publicación de este artículo, ya no existe ningún tipo de cuarentena ni historias raras con el covid. Para llegar en barco de recreo, no es necesario sacar ningún visado, la obtención de las “Clearances” se efectúa en la autoridad portuaria a pocos cientos de metros saliendo a la izquierda de la marina y no lleva más de 20 minutos.

 

 

Algunos de los mercadillos de Mindelo.

 

 

 En los distintos supermercados de Mindelo, se encuentra prácticamente de todo.

Recorrer el mercado principal es toda una atracción con sus distintos puestos de venta.

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 Es conveniente amarrar con cierta distancia al pantalán para proteger el barco de los posibles movimientos. Para pasar la bolsas a bordo, hay que dar un largo y decidido salto...

 

 

 Frutas y verduras van siendo estibadas al aire libre en las cestas colocadas bajo los paneles solares.

 

En Mindelo existe un gran astillero de buques, en el que poder reparar los posibles problemas técnicos que necesite nuestro barco. En frente de nuestro amarre llegó un día más tarde, un velero francés con la botavara partida tras una fuerte trasluchada, que pudo ser reparada en esas instalaciones. Soldadura, inox y fibra sin problema, pero no espere asistencia e ingeniería  para equipos electrónicos o instalaciones muy técnicas. Varios supermercados al estilo occidental, y una obligada visita al atractivo mercado central nos permiten reavituallar el velero. El pago en Euros es completamente aceptado en todos los establecimientos.

 

 

Jaime preparando el barco a pocos días de la salida hacia la siguiente etapa: Martinica

 

 

 

Recorrer el interior de Sao Vicente

Una mañana alquilamos un ciclomotor para conocer y dar la vuelta a la isla. En 3 o 4 horas se recorre sin prisas, pues las distancias son cortas. Al lado del aeropuerto internacional se encuentra el pequeño pueblo de Sao Pedro, bastante pobre y sin demasiado interés. Lo más bonito es recorrer la isla en dirección Calhau y conocer la costa que conecta desde el Este de la isla hacia Baías Das Gatas antes de regresar de nuevo hacia Mindelo.

 

 

 En "Café Mindelo", uno de los bares de la ciudad, con Wifi de buena velocidad, celebrando la llegada y haciendo planes para otras etapas

 

La bahía Norte nos regala una inmensa playa con preciosas dunas blancas de arena fina como la harina. Por un momento nos creemos en Namibia. Olas atlánticas de profundo cian, estrellándose con energía en una rompiente con fuerte resaca. Esta zona de la isla, la carretera está recién asfaltada y es muy buena. Pero cuando esta llega a una duna los ingenieros de caminos han tirado todo tieso, creando pendientes tan fuertes que nuestra moto de pequeña cilindrada llegó a pararse teniendo que subir los últimos metros empujando!  El resto de las carreteras o son de tierra o están adoquinadas como las que acostumbramos a ver en el centro históricos de algunas ciudades antiguas.

 

 

 

 

Pocas horas después nos encontramos de nuevo en Mindelo en donde existen dos o tres bares y restaurantes que bien merecen una visita para probar las “espetadas” de pescado y los sabrosos platos locales. “Café Mindelo” está situado a unos cientos de metros de la Marina deportiva y posiblemente sea nuestro preferido, aunque tampoco está mal el restaurante “Nautilus”, justo en frente de la marina y en el mismo paseo marítimo. En todos ellos encontramos WiFi gratis con muy buena velocidad de Internet que permite perfectamente hacer llamadas por WhatsApp.

 

 

Mindelo, way of life... No Stress.

 

Las otras islas de Cabo Verde, según nos han contado, son bastante parecidas, pero al menos Praia, una de las mayores, debe ser evitada por su inseguridad. En Sao Vicente nos sentimos bastante seguros, pero hemos escuchado un incidente ocurrido en la isla de Prai durante Mayo de 2021, en el cual tres ladrones abordaron el velero IVALU, fondeado, y ataron y amordazaron a sus tripulantes que fueron robados. La policía no hizo gran cosa a pesar de la denuncia por recuperar los equipos de valor como ordenadores, dinero, cámaras y equipos de navegación. La casa de los malhechores fue localizada posteriormente por uno de los tripulantes gracias a la app “dónde está mi teléfono”, pero la policía local no se mostró demasiado cooperativa. También hemos oído hablar de ladrones que trabajan con monos adiestrados para coger dinero, tabletas y cosas por el estilo, capaces de introducirse por ventanas pequeñas, impracticables para una persona.

 

 

 

 

Las islas más seguras son además de Sao Vicente, son Boa Vista, San Nicolau y Sal, y en general sus habitantes son muy acogedores y sosegados. El ambiente es tranquilo y reina la actitud “sin stress”, pero debe imperar el sentido común y estar atentos, pues en lugares con alto índice de pobreza, un barco de recreo llama mucho la atención. En cada isla es necesario realizar los papeleos de “clearances” al llegar y al salir, y solo en Sal parece ser un poco más lento.

 

 

 

¡¡¡¡Ultreia!!!!..... Buen camino

 

 

 

 

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Yuli y Jaime en cualquier rincón del Atlántico hacia Cabo Verde.

¡¡Feliz viaje pareja!!

 

 

 


 

 

 

 

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