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Madeira; escala hacia el Caribe

 

 

En la ruta de los alisios, este archipiélago aislado en el Atlántico a más de 500 millas de Lisboa y 250 millas de las Islas Canarias, ofrece un refugio durante las largas navegaciones en donde poder disfrutar de un entorno privilegiado por la naturaleza.

Es un destino muy conveniente en la travesía hacia el Caribe o de regreso a Europa. Si no navega puede viajar desde Lisboa, tomamos un vuelo de una hora y media de duración y precio muy asequible. La isla ofrece cientos de hoteles para todos los

gustos y economías. Al llegar a Funchal su capital, es casi obligado alquilar un coche que le costará sólo algunas decenas de euros al día y con el que poder recorrer los escasos 57 kilómetros de longitud y 22 de anchura.

Se trata de una isla volcánica de relieve agresivo y agreste, con rincones de perturbadora belleza. Paisajes que nos producen un vértigo inevitable, con carreteras que en muchas ocasiones están señalizadas con desniveles del 30%.

Si no ha pasado miedo navegando hasta llegar a Madeira, es posible que lo sienta al descender por las empinadas calles de la capital o circulando por sus pintorescas carreteras que atraviesan centenares de túneles excavados en la roca para conseguir dominar tan escarpado territorio.

 

 

 

El pico Ruivo de Santana alcanza los 1.861 metros y se encuentra situado a sólo unos pocos kilómetros de la costa. Ya puede imaginar el sorprendente desnivel que compite en belleza con la inusitada majestuosidad de este afilado paisaje.

Desde el parque natural de la alta montaña parten numerosas sendas para los amantes del ‘trekking’ que no debemos dejar de transitar aunque sea usted enemigo de este tipo de actividades. Las estrechas sendas de apenas unos metros de anchura discurren correctamente balizadas en la misma cuerda de la montaña a lo largo de varios kilómetros, asentadas entre el mar el cielo.

Para los que hemos llegado navegando, descubrir la belleza del interior contrasta frente a la monotonía de la navegación, y para aquellos que la visiten llegando en avión, tendrán también la ocasión de recorrer la costa y enganchar una buena dosis de mar, desde una de las carreteras más emocionantes que jamás hayamos conocido; La ER101.

 

 

 

 

 

La carretera ER101

La comarcal ER101 permanece parcialmente cerrada al tráfico rodado por lo terriblemente peligrosa que ha sido al asomarse sobre el mar colgada en mitad de altísimos acantilados que caen a pico sobre el océano desde los 500 metros. Actualmente circula en paralelo la nueva carretera que transcurre gran parte del tiempo dentro de la montaña a lo largo de decenas de túneles.

 

 

Pero la vieja comarcal de la costa norte, que tantos esfuerzos costó llevar a términos por los sacrificados colonos, afortunadamente se puede recorrer a pié o en bici de montaña en diferentes tramos y bajo nuestra responsabilidad. Sobre la misma carretera caen cascadas de agua y existen diversos peligros de desprendimientos mientras que algunas zonas de la calzada se han desmoronado sobre el océano. Pero si nos atrevemos a descubrir, lo cual aconsejo con fervor, y continuamos nuestro paseo, descubriremos paisajes imposibles a lo largo de esta senda asfaltada engullida por la montaña cada cierto tiempo, para reaparecer más adelante en otra quebrada mientras seguimos suspendidos sobre escarpes que se precipitan sobre un enérgico Océano Atlántico. Permítanme la expresión... 'Acojonante! en todas las acepciones de la expresión.

 

 

 

Asomarse a los acantilados o sentarse sobre la hierba de las cumbres corta el hipo de raíz y para los más místicos invitará a un ejercicio de meditación y comunión con la naturaleza, el cielo y el mar infinito. Océano por todas partes. Azul apabullante. Desniveles desmesurados. Todo parece exagerado en Madeira, y sin embargo, nos embriaga una sensación de tranquilidad, buena energía y mejor rollo.

 

 

 

En varios pueblos costeros, pero especialmente en Porto Moniz encontraremos algunas bellas piscinas naturales en las que las olas del océano se encargan de renovar constantemente el agua que inunda diversos canales remansados y especialmente acondicionados para poder ser utilizados como enormes piscinas de agua salada.

 

 

 

 

Navegar en Madeira; Sus puertos

 

Al llegar navegando a Madeira, el viento amaina a menos de 10 millas (normalmente) por efecto de su alto relieve y por ello el archipiélago es evitado por las regatas de altura como son la Vendée Globe.

 

 

Funchal en 32º37’,5 N y 16º54,5W es su principal puerto, famoso como escala de camino al oeste (Telf: (+351 291 232 717). Las tripulaciones de muchos veleros estampan llamativos grafittis en el hormigón del muelle de levante a modo de firma a su paso por Madeira. Recientemente ha sido ampliada la marina deportiva (aunque en 2015, parece que estando todo acabado, aún no ha sido estrenada la ampliación).

Pero unos kilómetros más al este de la isla, se ha construido una lujosa marina deportiva  en un nuevo y bonito pueblo/resort turístico, conocido como Marina Quinta do Lorde (Telf: +351 291 969 607 Web: http://www.quintadolorde.pt). Muy bonita, moderna y tranquila, pero alejada a 20 minutos de coche desde Funchal la capital.

 

 

Durante el otoño cuando muchos barcos hacen el tránsito hacia el Caribe no está de más reservar amarre si sabemos que vamos a arribar a uno de estos puertos. Si lo viéramos complicado también nos queda Marina Calheta ((+351) 291 824 003) o navegar al noreste unas 30 millas hacia la isla de Porto Santo en donde también encontraremos otra pequeña marina en su costa sur.

 

 

La mejor aproximación a Funchal es desde el este en las cercanías de Punta Garajau, allá donde veamos una enorme estatua de Cristo bien iluminada durante la noche. Funchal no tiene perdida por la noche al tener infinitas luces que iluminan la inclinada falda de la montaña en donde está construida la capital y que sin chartplotter, pueden llegar a confundirnos durante la aproximación.

La autoridad portuaria opera en los canales 11, 12 y 13 de la VHF, reservándose los canales 06 y 08 para el trafico portuario y el 62 para monitorización. Aunque la batimetría es generosa en la bocana e interior del puerto, no conviene acercarse mucho al muelle al hacer la aproximación desde el Este. Si prefiere fondear, tenga presente que no existen muchos puntos en donde hacerlo y que el viento puede rolar 360º durante el día comprometiendo el lugar a no ser que se mantenga siempre alerta.

 

 

 

Cómo es Madeira…

Se encuentra en la misma latitud de Casablanca, y aunque está formado por varias islas menores como son Porto Santo y las Desertas situadas más al norte, las Selvagens muy alejadas al sur, sólo Madeira ofrece una superficie importante con un tamaño y forma parecida a Ibiza, pero infinitamente más escarpada. Funchal la capital está habitada por unos 300.000 isleños y la ciudad que ha crecido sobre una complicada ladera montañosa tan atractiva como curiosa para el visitante primerizo, tiene mucho que mostrarnos.

 

 

 

 

 

 

 

La isla de Porto Santo en donde habitan solo unas 7.000 personas fue justamente la primera isla descubierta por unos marineros portugueses extraviados allá por el año 1.419 en la época del Rey Enrique el navegante. Estos exploradores João Gonçalves Zarco y Tristao Vaz Teixeira se quedaron tan sorprendidos en su descubrimiento como lo estará usted cuando aterrice sobre la pista de aterrizaje apilotada parcialmente sobre el océano para permitir el aterrizaje de los aviones comerciales.

 

De allí a Madeira había un paso, un poco más extenso de lo que separa Ibiza y Formentera y así en 1.421 se fundaba la ciudad de Funchal. Los primeros colonos prendieron fuego a la isla para "despejar" la alta densidad de "Madeira" de diferentes tipos que tapizaban su imposible orografía. En estos tiempos aún hay mucho bosque alternado con zonas en las que crece caña de azúcar o bananeros encajados en mitad de inmensos valles que no alcanzamos a adivinar.  Es difícil imaginar cómo han podido ser habitados por los colonos antes de afrontarse la sorprendente obra civil que combina túneles de todo tipo y grandes longitudes alternados con altos viaductos que salvan sus tortuosos paisajes.

 

 

 

Algo de historia

Fue en Porto Santo, dónde Cristóbal Colón hizo escala en 1.478 y tomó en matrimonio a Felipa Perestrelo la hija del Gobernador de Madeira, quizás con la idea no desmentida de conseguir acceder a las cartas de navegación portuguesas, sin duda las más avanzadas de la época. Así de cara estaba la cartografía en aquella época….

Con el tiempo, hace más de 500 años, Madeira se convirtió en lugar estratégico camino de las Antillas, de Brasil y del nuevo Mundo. El archipiélago era escala estratégica tanto a la ida como al regreso de las Américas y permitía triangular el camino entre Europa, África y el nuevo mundo. Los galeones hacían parada en Funchal cargados con materias preciosas, esclavos y riquezas del continente Americano. Todo ello atrajo a los piratas ingleses y franceses que ansiaban parte de un pastel al que nunca fueron invitados.

El pirata gascón Beltrand de Montluc al servicio de cinco reyes de Francia, la intentó convertir en territorio francés, sin conseguirlo, pero tras arrasar Funchal durante dos cruentas semanas. En el siglo XIX, Madeira resultó diezmada por el cólera y otras enfermedades y más tarde la economía agrícola fue quedando relegada en segundo plano a favor del turismo, su principal actividad actual.

 

 

 

El clima en Madeira

A su latitud le corresponde un clima templado de tipo subtropical, y por su relieve montañoso una humedad que procede de la estabilización de los frentes que la atraviesan. Como ocurre en todas las islas de exagerado relieve perdidas en mitad de la mar, la barrera montañosa puede notarse hasta veinte millas de distancia modificando los alisios sotaventados.

 

 

 

 

En definitiva, una temperatura estupenda que oscila entre los 23 grados en verano a los 18 en invierno por término medio. Debido a la influencia de las corrientes cálidas que transcurren por sus costas, la temperatura del agua es muy estable entre los 23 grados en verano a los 18 grados en invierno (Celsius claro). El viento suele soplar del Oeste en invierno y del Noreste con los alisios de la temporada estival.

 

 

El norte de la isla es donde se suele detener la nubosidad y por tanto es más húmedo y lluvioso que la parte de la capital Funchal, con precipitaciones entre los 500 mm al sur y hasta los 2 metros de pluviometría en los valles del norte. Así podemos imaginar que el contraste térmico es muy importante entre las costas del sur en donde en verano podemos llegar a los 25º, por ejemplo en Funchal y los valles altos del interior de la isla con temperaturas que a veces no sobrepasan los 10º debido al gradiente térmico y a la menor exposición solar.

 

 

 

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