Se
trata de una isla volcánica de relieve agresivo y agreste, con
rincones de perturbadora belleza. Paisajes que nos producen un
vértigo inevitable, con carreteras que en muchas ocasiones están
señalizadas con desniveles del 30%.
Si no ha pasado miedo navegando
hasta llegar a Madeira, es posible que lo sienta al descender por
las empinadas calles de la capital o circulando por sus pintorescas
carreteras que atraviesan centenares de túneles excavados en la roca
para conseguir dominar tan escarpado territorio.
El
pico Ruivo de Santana alcanza los 1.861 metros y se encuentra
situado a sólo unos pocos kilómetros de la costa. Ya puede imaginar
el sorprendente desnivel que compite en belleza con la inusitada
majestuosidad de este afilado paisaje.
Desde el parque natural de la alta montaña parten numerosas sendas
para los amantes del ‘trekking’ que no debemos dejar de transitar
aunque sea usted enemigo de este tipo de actividades. Las estrechas
sendas de apenas unos metros de anchura discurren correctamente
balizadas en la misma cuerda de la montaña a lo largo de varios
kilómetros, asentadas entre el mar el cielo.
Para los que hemos llegado navegando, descubrir la belleza del
interior contrasta frente a la monotonía de la navegación, y para
aquellos que la visiten llegando en avión, tendrán también la
ocasión de recorrer la costa y enganchar una buena dosis de mar,
desde una de las carreteras más emocionantes que jamás hayamos
conocido; La ER101.
La
carretera ER101
La
comarcal ER101 permanece parcialmente cerrada al tráfico
rodado por lo terriblemente peligrosa que ha sido al asomarse sobre
el mar colgada en mitad de altísimos acantilados que caen a pico
sobre el océano desde los 500 metros. Actualmente circula en
paralelo la nueva carretera que transcurre gran parte del tiempo
dentro de la montaña a lo largo de decenas de túneles.
Pero la vieja comarcal de la costa norte, que tantos esfuerzos costó
llevar a términos por los sacrificados colonos, afortunadamente se
puede recorrer a pié o en bici de montaña en diferentes tramos y
bajo nuestra responsabilidad. Sobre la misma carretera caen cascadas
de agua y existen diversos peligros de desprendimientos mientras que
algunas zonas de la calzada se han desmoronado sobre el océano. Pero
si nos atrevemos a descubrir, lo cual aconsejo con fervor, y
continuamos nuestro paseo, descubriremos paisajes imposibles a lo
largo de esta senda asfaltada engullida por la montaña cada cierto
tiempo, para reaparecer más adelante en otra quebrada mientras
seguimos suspendidos sobre escarpes que se precipitan sobre un
enérgico Océano Atlántico. Permítanme la expresión... 'Acojonante!
en todas las acepciones de la expresión.
Asomarse a los acantilados o sentarse sobre la hierba de las cumbres
corta el hipo de raíz y para los más místicos invitará a un
ejercicio de meditación y comunión con la naturaleza, el cielo y el
mar infinito.
Océano por todas partes. Azul apabullante.
Desniveles desmesurados. Todo parece exagerado en Madeira, y sin
embargo, nos embriaga una sensación de tranquilidad, buena energía y
mejor rollo.
En
varios pueblos costeros, pero especialmente en Porto Moniz
encontraremos algunas bellas piscinas naturales en las que las olas
del océano se encargan de renovar constantemente el agua que inunda
diversos canales remansados y especialmente acondicionados para
poder ser utilizados como enormes piscinas de agua salada.
Navegar en Madeira; Sus puertos
Al
llegar navegando a Madeira, el viento amaina a menos de 10 millas
(normalmente) por efecto de su alto relieve y por ello el archipiélago es evitado
por las regatas de altura como son la Vendée Globe.
Funchal en 32º37’,5 N y 16º54,5W es su principal puerto, famoso como
escala de camino al oeste (Telf:
(+351 291 232 717).
Las tripulaciones de muchos veleros estampan llamativos grafittis en
el hormigón del muelle de levante a modo de firma a su paso por
Madeira. Recientemente ha sido ampliada la marina deportiva (aunque
en 2015, parece que estando todo acabado, aún no ha sido estrenada
la ampliación).
Pero unos kilómetros más al este de la isla, se ha
construido una lujosa marina deportiva en un nuevo y bonito pueblo/resort
turístico, conocido como
Marina Quinta do Lorde (Telf: +351 291 969 607 Web:
http://www.quintadolorde.pt). Muy bonita, moderna y tranquila,
pero alejada a 20 minutos de coche desde Funchal la capital.
Durante el otoño cuando muchos barcos hacen el tránsito hacia el
Caribe no está de más reservar amarre si sabemos que vamos a arribar
a uno de estos puertos. Si lo viéramos complicado también nos queda
Marina Calheta ((+351) 291 824 003) o navegar al noreste unas 30
millas hacia la isla de Porto Santo en donde también encontraremos
otra pequeña marina en su costa sur.
La mejor aproximación a Funchal es desde el este en las cercanías de
Punta Garajau, allá donde veamos una enorme estatua de Cristo bien
iluminada durante la noche. Funchal no tiene perdida por la noche al
tener infinitas luces que iluminan la inclinada falda de la montaña en donde
está construida la capital y que sin chartplotter, pueden llegar a
confundirnos durante la aproximación.
La autoridad portuaria opera en los canales 11, 12 y 13 de la VHF,
reservándose los canales 06 y 08 para el trafico portuario y el 62
para monitorización. Aunque la batimetría es generosa en la bocana e
interior del puerto, no conviene acercarse mucho al muelle al hacer
la aproximación desde el Este. Si prefiere fondear, tenga presente
que no existen muchos puntos en donde hacerlo y que el viento puede
rolar 360º durante el día comprometiendo el lugar a no ser que se
mantenga siempre alerta.
Cómo
es Madeira…
Se
encuentra en la misma latitud de Casablanca, y aunque está formado
por varias islas menores como son Porto Santo y las
Desertas situadas más al norte, las Selvagens muy
alejadas al sur, sólo Madeira ofrece una superficie importante con
un tamaño y forma parecida a Ibiza, pero infinitamente más
escarpada. Funchal la capital está habitada por unos 300.000 isleños
y la ciudad que ha crecido sobre una complicada ladera montañosa tan
atractiva como curiosa para el visitante primerizo, tiene mucho que
mostrarnos.
La
isla de Porto Santo en donde habitan solo unas 7.000 personas fue
justamente la primera isla descubierta por unos marineros portugueses
extraviados allá por el año 1.419 en la época del Rey Enrique el
navegante. Estos exploradores João Gonçalves Zarco y
Tristao Vaz Teixeira se quedaron tan sorprendidos en su
descubrimiento como lo estará usted cuando aterrice sobre la pista
de aterrizaje apilotada parcialmente sobre el océano para permitir
el aterrizaje de los aviones comerciales.
De
allí a Madeira había un paso, un poco más extenso de lo que separa
Ibiza y Formentera y así en 1.421 se fundaba la ciudad de Funchal.
Los primeros colonos prendieron fuego a la isla para "despejar" la
alta densidad de "Madeira" de diferentes tipos que tapizaban su
imposible orografía. En estos tiempos aún hay mucho bosque alternado
con zonas en las que crece caña de azúcar o bananeros encajados en
mitad de inmensos valles que no alcanzamos a adivinar. Es
difícil imaginar cómo han
podido ser habitados por los colonos antes de afrontarse la
sorprendente obra civil que combina túneles de todo tipo y grandes
longitudes alternados con altos viaductos que salvan sus tortuosos
paisajes.
Algo de historia
Fue
en Porto Santo, dónde Cristóbal Colón hizo escala en 1.478 y tomó en
matrimonio a Felipa Perestrelo la hija del Gobernador de Madeira,
quizás con la idea no desmentida de conseguir acceder a las cartas
de navegación portuguesas, sin duda las más avanzadas de la época.
Así de cara estaba la cartografía en aquella época….
Con
el tiempo, hace más de 500 años, Madeira se convirtió en lugar
estratégico camino de las Antillas, de Brasil y del nuevo Mundo. El
archipiélago era escala estratégica tanto a la ida como al regreso
de las Américas y permitía triangular el camino entre Europa, África
y el nuevo mundo. Los galeones hacían parada en Funchal cargados con
materias preciosas, esclavos y riquezas del continente Americano.
Todo ello atrajo a los piratas ingleses y franceses que ansiaban
parte de un pastel al que nunca fueron invitados.
El pirata gascón
Beltrand de Montluc al servicio de cinco reyes de Francia, la
intentó convertir en territorio francés, sin conseguirlo, pero tras
arrasar Funchal durante dos cruentas semanas. En el siglo XIX,
Madeira resultó diezmada por el cólera y otras enfermedades y más
tarde la economía agrícola fue quedando relegada en segundo plano a
favor del turismo, su principal actividad actual.
El clima en Madeira
A
su latitud le corresponde un clima templado de tipo subtropical, y
por su relieve montañoso una humedad que procede de la
estabilización de los frentes que la atraviesan. Como ocurre en
todas las islas de exagerado relieve perdidas en mitad de la mar, la
barrera montañosa puede notarse hasta veinte millas de distancia
modificando los alisios sotaventados.
En
definitiva, una temperatura estupenda que oscila entre los 23 grados
en verano a los 18 en invierno por término medio. Debido a la
influencia de las corrientes cálidas que transcurren por sus costas,
la temperatura del agua es muy estable entre los 23 grados en verano
a los 18 grados en invierno (Celsius claro). El viento suele soplar
del Oeste en invierno y del Noreste con los alisios de la temporada
estival.
El
norte de la isla es donde se suele detener la nubosidad y por tanto
es más húmedo y lluvioso que la parte de la capital Funchal, con
precipitaciones entre los 500 mm al sur y hasta los 2 metros de
pluviometría en los valles del norte. Así podemos imaginar que el
contraste térmico es muy importante entre las costas del sur en
donde en verano podemos llegar a los 25º, por ejemplo en Funchal y
los valles altos del interior de la isla con temperaturas que a
veces no sobrepasan los 10º debido al gradiente térmico y a la menor
exposición solar.
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