En la costa norte
podemos navegar hasta el pintoresco pueblo de Endilos, con su gran
puerto rodeado de tabernas y casitas de estilo neoclásico.

Una vez
reavituallados, podemos costear Ikaria, fondeando en diferentes
calas y playas con Nas Beach en donde encontramos un antiguo templo
de Artemis, siempre que no sople Meltemi. El pueblo de Armenistis y
Livadi Beach también son opciones muy recomendables, siempre que no
sople el Meltemi.

La costa sur está
más protegida, siendo la playa Seicheles la más famosa de la isla
por la espectacularidad de sus aguas turquesas en mitad de un
entorno salvaje. El acceso no es fácil ya que hay que descender por
la ladera de una montaña llena de piedras y luego acceder por un
camino asiendo un cabo para bordear las rocas que nos recuerdan a la
tan famosa Seychelles.


Más delante navegamos para recorrer varias
calas rocosas de aguas cristalinas hasta llegar a Karkinagri un
pequeño y muy auténtico pueblo pesquero en la punta suroeste de
Ikaria. Su puerto es diminuto pero precioso y muy tranquilo.

Desde Agios
Kirykos en singladura hacia Samos, pasaremos con el archipiélago de
las Islas Fourni, de excepcional belleza, y que ofrecen algunos de
los mejores sitios para fondear en todo el Mar Egeo. Desde allí
podemos esperar, en caso de Meltemi, para saltar el canal que nos
separa hasta Samos.
La sorprendente isla de Samos
Decir que Samos es
una de las islas más verdes del Egeo es del todo correcto, pero no
hace honor a lo que vamos a descubrir en sus maravillosas costas y
carreteras interiores. Separada por un estrecho canal de poco más de
2 kilómetros de las costas de Turquía Samos esconde pueblos costeros
con un sorprendente encanto y calas extremadamente protegidas, para
pasar largas temporadas fondeando el barco de rincón en rincón.

Cada
isla griega tiene un identidad especial y única. Samos es sobre todo
una isla amable y relajada, especialmente para los navegantes que
busquen costas protegidas y tranquilas a pesar el Meltemi
veraniego. En cada paraje privilegiado encontraremos un pintoresco
pueblo y sus correspondientes tabernas al mismo borde del mar. Al
menos debemos contar con 4 ó 5 días para su visita, que ciertamente
disfrutaremos si extendemos al doble de tiempo, especialmente si
dada la cercanía de la costa turca decidimos hacer alguna incursión
fuera en Kusadasi en donde podemos hacer la “clearances” para estas
aguas y pasar a descubrir esta impresionante costa de Éfeso.

Las guías de
turismo hablan de su famoso vino dulce conocido como “Muscat” o de
su pasado glorioso, o ser la isla en la que nació y vivió el
matemático Pitágoras que ha dado nombre a su pueblo pesquero de
nombre Pythagorio, o ser también el hogar del también famoso
filosofo Epicuro. Pero Samos hay que visitarlo y disfrutarlo por sus
cuatro costados, saboreando sus paisajes costeros, visitando su
interior y el espectacular templo de Heras (Heraion) declarado
patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, alquilar un coche y
perderse por sus distintos recorridos.

Puertos y amarres en Samos
Encontramos dos
puertos principales siendo Vathy (el pueblo de Samos) su capital,
muy animada y de tráfico simplemente caótico. Aunque su largo paseo
marítimo está lleno de cafés y restaurantes, creemos que existen
sitios mejores para disfrutar la comida griega, pero el puerto está
muy protegido de todos los vientos excepto si entra un Sur demasiado
fuerte.

Prefiero fondear
frente al paseo marítimo en la amplia bahía con fondo de arena y
fango por lo que no está de más largar cadena a saco, especialmente
si esperamos vientos. Además no tendremos que pedir amarre en el
club náutico de Samos muy abarrotado en temporada alta, y con todos
los servicio de agua, electricidad y carga de combustible. Cerca encontraremos supermercados y fruterías a pocos minutos andando.

Sin duda nos
pareció más amable, recogido y encantador el puerto de Pythagorio en
su costa Sur, rebosante de tabernas y de una densa historia
milenaria. Es realmente el antiguo y primer puerto de Samos en donde
nos costará elegir entre las muchas tabernas para salir a cenar,
mientras el barco descansa perfectamente protegido de un posible
Meltemi, aunque debamos prestar atención a los vientos de componente
sur. Por supuesto el amarre se efectúa a la griega, soltando cadena
a una 4 ó 5 esloras del muelle y dando atrás hasta llegar a los
bolardos de amarre. También encontraremos agua y luz, pero tendremos
una oferta de servicios más limitada que en la actual capital Vathy.

En el interior
además de Heraion, podremos conocer los túneles de Eupalinos que son
una maravilla de la ingeniería milenaria y su bello castillo.
Pero donde Samos
brilla es por sus múltiples calas y puertos naturales,
perfectos para escapar de las multitudes y el gentío de turismo
veraniego. Lugares perfectos para fondear y pasar la noche antes de
avanzar al siguiente destino.

En la costa norte
hay un antiguo puerto de pescadores Kokkari de gran encanto con un
pequeño puerto deportivo pero incómodo si sopla fuerte Meltemi. Más
allá hacia el oeste se encuentra Lemonakia Beach con dos calas de
cantos rodados y muy buen agarre, en donde el agua turquesa nos
invitará a pasar varias jornadas.

Existe una cala más aislada pero
de aguas espectaculares aún más al oeste con fondos cristalinos en
un lecho de arena blanca, pero sólo recomendable para días de viento
muy flojo, al estar muy desprotegida.

La costa sur de Samos también esconde tesoros dignos de referencia, como Ornos
Marathokampuo, una larga y arenosa bahía cerca del pueblo de mismo
nombre. Es un excelente destino para fondear y pasar la noche
disfrutando de sus tabernas y chiringuitos de playa. Su fondo de
arena es perfecto para cualquier ancla.


Un poco al este
aparece Psili Ammos con una de las playas más famosas de todo Samos
de arena super fina y aguas someras, frente a la que fondear
vigilando los cambios de viento, pues está muy abierta al sur y al
sureste.

Posidonio es otra de zona muy tranquila al este Pythagorio con
varias calas y fondear estupendos rodeados por varias agradables
tabernas y con algunos hoteles, en dónde NO tendremos que soportar
los insufribles instigadores de la “matraca” de la posidonia Balear.


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