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Vela y Aventura: vida a bordo

Durante las largas travesías es importante saber en qué emplear su tiempo. Ya finalizó el estrés de la salida y poco a poco tomamos un ritmo que se repite día tras día. Disfrutamos de una vida relajada que nos brinda la oportunidad de descubrir el valor del tiempo. Ha llegado el momento del ocio organizado. El tiempo de la actividad relajada. 

Mientras que en navegación costera la mayor parte del tiempo se ocupa en realizar maniobras y en estudiar todo lo referente a la navegación hasta el destino escogido, cuando hacemos navegación de altura durante miles de millas tendremos tiempo para muchas cosas, una vez establecidas todas las rutinas en el barco. Una vez preparadas las velas para cruzar el Atlántico hasta el caribe dispondremos de mucho tiempo libre. Los alisios no requieren demasiada atención y una vez bien establecidos podremos dedicarnos a muchas cosas además de disfrutar la “dolce vita”.

Naturalmente debemos establecer rutinas de vigilancia que además de verificar rumbo y condiciones de la meteo, verifiquen el estado de la jarcia, escotas, piloto automático, velas, y una larga lista de material dentro de nuestro barco. Lo mejor para ello es preparar varios “check-lists” especializados en cada parte del barco. Tendremos uno para las velas, escotas y jarcia, otro para el motor sus filtros y baterías, otro para los diversos dispositivos e instalaciones, y otro muy importante para la intendencia que revisará las caducidades de los alimentos y el nivel de los depósitos de agua dulce.

Aún con todo, el tiempo que queda libre es muy amplio, y parte de él debe ser utilizado en bricolaje y diversos mantenimientos. No debemos pretender abordar grandes reparaciones o nuevas obras en el barco. Se trata de arreglar pequeños rotos, reforzar alguna costura o reparar algo que haya fallado. Desde que estamos en la era del GPS y de las centrales de navegación, el piloto automático nos libera de un trabajo enorme que hace sólo unos años absorbía la dedicación completa de un timonel siempre a la caña y de un capitán esperando el mejor momento del día y de la noche para tomar las alturas de los astros, sextante en mano, y calcular trabajosamente la posición del barco sobre la carta a partir de complicados cálculos, mediante efemérides y las mágicas tablas de logaritmos plagadas de números incomprensibles.

Es necesario escribir en el libro de bitácora todo lo acaecido durante el día lo cual además de obligatorio es muy interesante para anotar datos que poder consultar más adelante. En él escribiremos las condiciones de la meteo que hayamos tenido, las coordenadas del barco al final del día, los barcos con los que nos hayamos podido cruzarnos, o los problemas que pudieran presentarse.

La dedicación a la cocina es fundamental para conseguir una buena alimentación y por tanto buena forma física. Las largas travesías ofrecen todo el tiempo necesario para aprender a cocinar y esmerarse en el arte culinario. En estos menesteres debemos también incluir todo lo relacionado con la pesca de currican, que en bastantes ocasiones aportan un buen complemento a nuestras despensas. Un buen atún puede comerse sobre la marcha, salarse y secarse en los obenques o meterse en aceite para su conservación.

Y aún con todo tendremos tiempo para el ocio tal y como se entiende en su forma más genérica. No debe faltar una buena lectura y si el viaje es largo podremos hacernos con una buena biblioteca. No es raro intercambiarse novelas con otros barcos viajeros una vez llegados a una cala lejana. Los amantes de la música seguro que llevan su reproductor de MP3 repleto de miles de canciones. Con una memoria Compact flash o SM podremos intercambiarnos canciones con los demás navegantes que vayamos encontrando. Las cámaras digitales han abierto una nueva forma de entender la fotografía. Ahora es mucho más asequible y fácil desde todos los puntos de vista. Basta con una pantalla de ordenador para poder verlas y enviarlas sobre la marcha.

Y tampoco deben faltar los juegos. Unas barajas de cartas o un dominó y por qué no, un parchís o cualquier otro juego de mesa que pueda gustar a toda la tripulación. Los juegos electrónicos también tienen sus adeptos y en un barco una PlayStation o Xbox no ocupan demasiado lugar. Lo único importante es pasarlo bien.

Pero para muchos el verdadero ocio y disfrute es el de poder "saborear" el tiempo, poder admirar durante horas el paso de las olas, contemplar las nubes, el cielo y los atardeceres, meditar en silencio. Contemplar sencillamente todo lo que nos ofrece la naturaleza.

 

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