nos
piramos a las rocas a toda velocidad... Aún medio desnudo,
arranco motor y me tiro al botón del molinete en bañera para
recoger cadena, e inmediatamente meter avante y ufff... todo en
orden. Del tirón nos vamos a navegar, buscando otro lugar.
Moraleja: Si
son varios los barcos que garrean a la vez, ojo, pues es muy
posible que NO sean ellos, sino nosotros, los que estamos en
problemas...

Estamos en la
isla de Leros,
Grecia, en dónde
llegamos ya
entrada la noche
y la verdad, la
maniobra de
fondeo la
hicimos sin
demasiadas
contemplaciones
mientras
admiramos la
bella bahía
salpicada de
puntitos
luminosos de las
numerosas
tabernas. Arriba
en la colina más
alta se
encuentra el
impresionante castillo
medieval
majestuosamente
iluminados
mediante focos
anaranjados.
Al
llegar a eso de las 12 de la noches, estábamos reventados de tanta
navegación y el mar se encontraba como un plato sin presagiar el
ventarrón que se levantaría durante la madrugada. Neumática al agua y
rumbo directo a la primera taberna, para deleitarnos con una buena
cena griega. De la neumática saltamos a una de las mesas dispuestas
en la
playa, en dónde nos espera un Salsiki, un Saganaki y por supuesto una
cerveza Mithos.

Pero
con al amanecer, empezó a soplar un Meltemi que crecía poco a poco, mientras dormíamos
apaciblemente...
Seguro que
lo has observado en cualquier estación del Metro. El tren empieza a moverse, y al cabo de
unos segundos te percatas que en realidad, el que se ha
largado es el otro convoy. A pesar de llevar decenas
de años navegando y estar aburrido de hacer fondeos… esto es justo lo
que nos pasó.

La regla de 3 veces la profundidad
Pues
eso… No es más que una regla y dependerá mucho su aplicación de
varios asuntos importantes. Si estamos a 4 metros de profundidad
debemos recordar que la distancia desde la superficie del mar al
barbotén también cuenta. Y por tanto a los 4 metros de fondo, debemos sumar
uno o dos metros, antes de multiplicar por 3 para conocer los metros
de cadena a filar.

¿Por 3?
Pues lo suyo es llevar cadena de más y si multiplicamos por 5 mejor. En
este ejemplo pongamos 4 +1 =5 x5 =25 metros de cadena. Pero esta
“regla” es extremadamente variable y si el mar está como un plato y
vamos a estar un rato en fondeo a pasar la tarde, con la mitad de
cadena tendremos de sobra.
Pero en Leros, con fondo de barro y llegada nocturna
sin saber ni dónde tiras el ancla,… a pesar de estar a 4 metros de
fondo, 30 ó 40 metros de cadena fueron del todo insuficientes, y nos
"piramos" garreando sin contemplaciones. En estos casos suelo aplicar la
regla del 7 a uno, o mejor aún, y si esperamos temporal debemos
multiplicar la profundidad por un factor de 10… ¡toda lo que lleve
fuera, 50 ó 70 metros da igual!
Si bien el
tipo de ancla es importante, la cantidad de cadena lo es aún más. Y
aún más importante es el tipo de fondo al que nos enfrentamos. Si
estamos en fondo rocoso y enganchas con el ancla un saliente, no te
moverás aunque saques a penas poco más que la profundidad, hasta el
punto que si enrocas… ¡ya no te moverás jamás, hasta que bajes
buceando a desenrocar!

Asunto
importante es el control de la cantidad de cadena que sacamos. Lo
mejor es un buen cuenta-cadenas, pero el truco de los eslabones
pintados cada 10 metros, o con bridas de colores es válido,
siempre y cuando no metamos la pata con la lectura del código de colores!
Llegar con buena luz
La
moraleja parece clara… Siempre que sea posible, es mejor llegar con
luz al lugar de fondeo, para poder elegir el sitio y el tipo de
fondo sobre el que vamos a largar el ancla. Recorrer despacio la
zona de fondeo es importante para calcular los espacios de borneo y
no tener que levantar el ancla, si nos echamos encima de otro barco.
Trataremos de imaginar cómo evolucionarían los barcos, cuando cambie
la dirección del viento con el atardecer. Y si crees que puedes
llegar alcanzar a otro barco, lanzándole un huevo, es que estáis
demasiado cerca… Levanta el ancla y repite la maniobra.

Una vez
largada la cadena estimada, me gusta meter atrás durante unos
segundos, hasta ver que el barco toma arrancada y en ese momento
pongo punto muerto y espero a que de repente el barco quede
suavemente frenado por la línea de fondeo. Si estamos atentos a la
maniobra, se nota claramente el frenazo, que nos asegura que el ancla
está haciendo su trabajo.
Ojo con
los sitios donde la costa cae casi a pico como ocurre en algunas
islas eólicas de Italia. Estando pegado a 30 metros de la costa, ya
tenemos 25 metros de fondo. En estas circunstancias tendríamos que
llevar más de 100 metros de cadena para poder fondear con cierta
tranquilidad.

Y lo
malo de largar mucha cadena para llegar abajo es que
tendremos una línea muy pesada hasta alcanzar el fondo marino, lo
cual hará trabajar muy duro al motor del molinete. Peor aún es si
salta un eslabón del barbotén, cómo me pasó en las cuevas del sur de
Formentera. Si la cadena salta un momento del barbotén (y a veces
ocurre), debido al enorme peso en vertical, empezará a correr
desenfrenadamente fuera del barbotén hacia abajo, sin posibilidad de
ser detenida….
A no ser que actuemos como se me ocurrió. Saltar como
un tigre desde la bañera con un cojín de baño y pisar la cadena
con todo el peso, pero a través del cojín que actuará como zapata de
frenado y nos protegerá de una herida segura. Funcionó y con ello
nos ahorramos tener que subir 60 metros de cadena y sobre todo
evitar el tironazo del final de cadena atada a un cabo que si no
está bien sujeto partirá o arrancará el grillete de final de línea,
haciéndonos perder toda la línea de fondeo…

Cuidado con el barbotén
Sea
como fuere, y ocurra lo que ocurra, ante la duda debemos defendernos
y si la maniobra no está clara, no meter la mano en la línea de
fondeo o en el barbotén. Mal utilizado, el molinete puede
resultar MUY peligroso. A veces no somos conscientes de ello. Que se
lo pregunten a mi buen amigo Jesús, que al estar fondeando y con muy
buena mar, de alguna manera inesperada pisó el pulsador de
activación del molinete mientras trabajaba en la cadena. Su mano
quedó atrapada entre la cadena y el barbotén destrozándole uno de
sus dedos (con pérdida de una de las falanges...)
La botella de buceo

Por este otros motivos, el equipo de buceo ligero (botella de 5 litros con
"back-pack”,
y gafas de buceo con aletas, es casi tan fundamental como un buen molinete. Ya nos la hemos visto,
en situaciones comprometidas, con el ancla enrocada y el
viento levantándose por la mañana, lo cual no sé, si es aún
peor que salir de estampida garreando.
La botella en estos casos es
simplemente un “chollo”, que nos permite bajar cómodamente
respirando sin agobios y estudiar tranquilamente la situación
de esa cadena despistada, que ha dado dos vueltas a un
pináculo y pretende ahorcar ese pedazo de roca submarina. La
mueves a mano, la colocas como toca, a veces con cuidado para
que su movimiento no te pille los dedos en pleno buceo y todo arreglado.
Pero para mí, aún es más
importante contar con el equipo de buceo por la tarde (y
si no llegas por noche…), bajar a darte una vuelta submarina y
localizar un muerto abandonado, un saliente interesante, un
hoyado rocoso por el que pasar una eslinga, o simplemente por
el placer de recorrer un poco los fondos submarinos allá dónde
fondeemos. De esta manera sí se duerme con tranquilidad.

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