La
empresas mineras están dirigiendo las miradas a los fondos marinos,
sin poner demasiada atención en los riesgos que supone esta
extracción de mineral. En diferentes zonas del lecho marino se
extienden campos tapizados por pequeñas esferas oscuras, conocidas
como nódulos polimetálicos formados por una masa rocosa del tamaño
de una patata y de los que se pueden extraer diferentes metales
pesados.

Sólo en
la zona Clarion-Clipperton del pacífico, cerca de las Islas Cook, se
estiman que existen 21.000 millones de toneladas de nódulos
metálicos de los que extraerse metales por valor de varios billones
de Euros. El valor del cobalto escondido en los montes submarinos
del Océano Pacífico puede ascender a 100.000 millones de Euros.

Ante
estas cifras, los costes de inversión en maquinaria especializada
que puede costar 1.000 ó 2.000 millones de euros es pura calderilla,
aunque para ello solo tengan acceso grandes mineras como son las
empresas Metal-Company (antes conocida como “Depp-Green”; menudo
eufemismo de nombre…), o la Global Sea Mineral Resources, la UK-Seabed
Resources, entre otras, patrocinadas por países como Estados Unidos,
Reino Unido, Alemania, Francia, China, Japón, Corea del sur e India.
Pero
esta posible actividad minera conlleva unos riesgos ambientales aún
desconocidos y por tanto deben ser regulados y evaluados con
precisión, dado la fragilidad del ecosistema marino, del cual aún
seguimos aprendiendo.
Los recursos mineros submarinos
Los
recursos mineros se encuentra en forma de nódulos rocosos,
principalmente localizados en el pacífico cerca de las costas de las
islas Cook, que “casualmente” han llamado la atención de países como
China y EEUU. Las Islas Cook son desde hace unos decenios un país
independiente pero vinculado a Nueva Zelanda que litiga por la
soberanía de tales recursos... En las costas cercanas al golfo de
México, o las costas del Perú o cerca de las Islas Canarias,
también se han localizado zonas ricas para la minería submarina,
pero estos recursos mineros se hayan dispersos en prácticamente
todos los fondos marinos del planeta.

Los
recursos mineros submarinos también aparecen bajo forma de costras y
depósitos estratificados creados bajo montañas submarinas entre los
1.000 a 3.000 metros de profundidad, y con altas concentraciones de
cobalto, manganeso, platino, y tierras raras, por tanto elementos
químicos necesarios para la fabricación de componentes electrónicos
y baterías de última generación.
Los
geólogos submarinos han detectado depósitos sulfurosos polimetálicos
muy ricos en zinc, plomo, oro y plata , que se forman en las
dorsales oceánicas y zonas volcánicas, gracias a la interacción del
agua caliente de la actividad volcánica en las fuentes
hidrotermales. Pero estos puntos de interés minero suelen albergan
ecosistemas vivos únicos basados en la quimiosíntesis, y que aún
desconocemos en gran medida.

Peligro de catástrofe ecológica
Existen
varios sistemas de extracción, desde los robot rastreadores que
recorren el fondo recolectando los nódulos y cortando las costras
minerales, para lo cual tienen que arrancar y remover todo el fondo
marino dejado un rastro estéril en el lecho marino, hasta los tubos
de succión que aspiran el fondo para llevar a través de una tubería
el material con agua hasta un barco nodriza que filtra y recolecta
el mineral.

Para la
vida que crece en las áreas de minería en aguas profundas, la
destrucción es total. Tanto en las fuentes hidrotermales como en las
costras cobálticas. No hay forma de extraer el mineral sin matar la
vida marina que está adherida a él. La minería de nódulos
polimetálicos también es completamente destructiva para cualquier
organismo que viva directamente sobre los nódulos o en el sedimento
circundante.
En
ambos casos, además de destruirse el fondo marino, se producen nubes
de sedimentos, llamadas plumas, que enturbian el agua a lo largo de
enormes extensiones. La maquinaria pesada destruye directamente el
sustrato y toda la vida asociada a él. En el caso de los nódulos, se
elimina un sustrato que tardó millones de años en formarse. Los
ecosistemas de fuentes hidrotermales, que albergan especies
endémicas y únicas (como gusanos tubícolas y crustáceos
especializados), pueden ser eliminados por completo.

Las
plumas de Sedimento, crean un efecto conocido como "Tsunami de
Ludo", al levantarse enormes columnas de sedimentos finos que
asfixian a los organismos sésiles (que no se mueven) en un área
mucho mayor a la directamente explotada. En la superficie del mar
las noticias no son mejores, al crearse otra nube de sedimentos o
Pluma de superficie durante el proceso de descarga de agua filtrada,
cargada de partículas y metales pesados, que puede intoxicar el
plancton y los organismos de la columna de agua, afectando la base
de la cadena alimentaria marina. Estas plumas pueden viajar
kilómetros con las corrientes.
La
pluma de minería puede potencialmente asfixiar a los organismos que
se encuentran alrededor del sitio de explotación y extenderse desde
el área inmediata hacia varios kilómetros afuera. El océano
profundo, por lo general, tiene corrientes lentas y agua
naturalmente quieta y clara, por lo que sus organismos han
evolucionado sin la necesidad o capacidad de «toser» o eliminar el
sedimento de sus branquias y apéndices alimentadores. Esta nube de
polvo puede causar una perturbación a gran escala en los ecosistemas
del fondo marino.

Y no
menos importante es también la contaminación Acústica, Luminosa y
por Químicos. El ruido de la maquinaria altera la comunicación,
orientación y comportamiento de mamíferos marinos (ballenas,
delfines) y otras especies. Algunas maquinas tienen equipos de
vibración para extraer el mineral submarino que crea picos de sonido
de hasta 120 decibelios. La luz en la oscuridad perpetua perturba
los ciclos biológicos. Además, la remoción de sedimentos puede
liberar metales pesados y toxinas atrapadas de forma natural,
incorporándolas a la columna de agua.
El
ruido producido por el sistema de elevación y la embarcación en la
superficie puede tener impactos impredecibles en las comunidades de
aguas de profundidad media y pelágicas. Este ruido puede generar
estrés, interferir con la comunicación y alimentación, y provocar la
emigración de animales marinos, desestabilizando los ecosistemas.

También
existe un grave peligro que aún no ha sido valorado adecuadamente
sobre la perturbación de la Bomba Biológica de Carbono. El fondo
marino profundo es un sumidero crucial de carbono. La destrucción de
las comunidades microbianas bentónicas y la resuspensión de
sedimentos podrían alterar este proceso, con potenciales
implicaciones en el ciclo global del carbono y el cambio climático.
Los
minerales contienen metales que no son dañinos en su estado típico,
pero pueden volverse más tóxicos durante el proceso de extracción.
Nuevas investigaciones también muestran que los nódulos
polimetálicos son altamente radioactivos, con concentraciones de
radiación hasta mil veces más de lo que es considerado seguro. El
procesamiento de los nódulos los trituraría y una fracción de estas
partículas podría ser liberada al aire, las que podrían ser
inhaladas durante el proceso. Una vez que la mezcla se vierte de
vuelta al océano, los metales radioactivos y tóxicos podrían
envenenar los alrededores contiguos o incluso dispersarse a través
de las corrientes hacia ecosistemas adyacentes y ascender en la
cadena alimentaria a través de la bioacumulación.

Las
costras ricas en cobalto se encuentran en montes submarinos que
también son áreas de crianza y sitios de agregación para especies de
peces comercialmente importantes, lo que ubica a la minería en aguas
profundas en competencia directa con la pesca comercial
Por si
todo ello fuera poco, existen riesgos altos durante la explotación
submarina al trabajar las máquinas a presiones extremas, en un
entorno salino corrosivo, y con visibilidad cero. Los fallos en los
equipos pueden resultar en pérdidas millonarias y en derrames de
contaminantes. Cualquier accidente o fuga es extremadamente difícil
de contener y remediar debido a la profundidad y la inaccesibilidad.

La
minería en aguas internacionales está regulada por la AIFM,
establecida por la ONU, sobre el Derecho del Mar (UNCLOS). La AIFM
otorga contratos de exploración a estados y empresas privadas
patrocinadas por los estados. Pero aún NO existe un “Código ético
Minero” que regule la explotación comercial y está en el centro del
debate, para equilibrar los intereses económicos con la protección
ambiental.

Artículos relacionados:
-
La bárbara
exploración petrolífera
-
La formación de las
islas
-
El Ártico se funde; la
bomba de metano
-
¿Qué pasa con los
plásticos en el Océano?
-
Playas de plástico;
muerte del océano
-
El ruidoso acoso a los
océanos
-
Nucleares francesas
bajo el mar
-
La triste historia de las aguas
internacionales
-
El futuro está en el
mar