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            Desde 
            la generalización del GPS, ya no la practica casi nadie, y aunque el 
            saber nunca está de más, lo cierto es que es de dudosa utilidad, 
            aunque ciertamente muy interesante y formativa.   
            
            El sextante y las tablas de 
            logaritmos están bien por si algún día fallan todos los 
            satélites GPS, Glonas, Galileos del mundo,  o se produce una guerra atómica mundial o una destrucción 
            total de todos los sistemas de comunicaciones...  
              
            
            Claro que en estos casos no estaríamos en condiciones de realizar 
            una singladura de "recreo". Algunos aficionados a la tradición, 
            objetan que un receptor GPS se puede estropear. Pues lleve usted uno portátil de repuesto, 
            claro. ¿Y si se queda sin pilas? Pues lo mismo que si 
            se le cae el sextante al agua, o se le rompe la caña del timón. 
            ¡Tenemos un problema y un desafío a solucionar! 
              
            
              
            
              
            
            Dejando de 
            lado este tipo de consideraciones, la navegación astronómica es muy 
            bella, interesante, e innecesaria en estos tiempos, aunque fuera fundamental en 
            la época de nuestros abuelos y tatarabuelos. 
             
            
            Si nos 
            desplazamos desde un punto de la tierra según cualquier meridiano, 
            es decir de Norte a Sur, el cielo y sus estrellas cambiarán. 
            Observaremos como una estrella determinada (para lo cual debemos 
            memorizar la disposición de las estrellas en el cielo, y saberlas 
            reconocer) sube más o menos  sobre el horizonte en el 
            transcurrir de la noche. Dependiendo de la latitud en la que nos 
            encontremos veremos estrellas distintas justo en nuestro cenit. 
            
            Por todo ello, 
            si aprendemos a "leer" en el cielo podremos saber mediante tablas de 
            navegación astronómicas en que latitud nos encontramos.   
            
              
            
              
            
            
            Mediar la Longitud 
            
            
             Pero para 
            conocer nuestra longitud, y ya que nuestro querido planeta gira una 
            vuelta cada 24 horas, debemos tener una referencia inicial. Este es 
            el famoso meridiano de Greenwich que cruzamos a mitad de camino 
            entre Madrid y Barcelona por la carretera Nacional N-II. El meridiano de Greenwich es 
            pues una línea imaginaria sobre la superficie de la tierra que va desde el Polo 
            Norte al Polo Sur, pasando por Greenwich y de paso cerca de Paris, y 
            otros lugares.  
             
            
            Si estando en 
            un punto de la tierra nos movemos en una misma latitud, la 
            configuración del cielo permanece idéntica. Simplemente veremos ese 
            mismo cielo un poco antes o un poco después. El problema para saber 
            en que longitud estamos se resuelve fácilmente sabiendo cuanto 
            tiempo ha de pasar para que obtengamos la misma configuración del 
            cielo que teníamos cuando nos encontrábamos encima del meridiano de Greenwich.
            
             
            
            Dicho de otro 
            modo y muy claro. Si estamos en Greenwich meridiano 0º, longitud 0º, 
             
            el sol lo tenemos justo encima a las 12 de la mañana hora de Greenwich. Ahora supongamos que navegamos muchas semanas en un barco 
            en el que me he llevado un reloj que no atrase ni adelante 
            prácticamente nada. Si hemos llegado a la Polinesia y vemos que 
            cuando el sol está justo en su zenit nuestro reloj marca las doce de 
            la noche (hay 12 horas de diferencia) está claro que nos encontramos 
            en la longitud 180º. De camino hacia Oceanía, cuando nuestro reloj 
            daba las 6 de la tarde y el sol se encontraba justo arriba, podíamos 
            afirmar que nos encontrábamos en la longitud 90º, o a 6 horas de 
            longitud que es lo mismo! 
             
            
              
            
              
            
              
            
            El problema 
            para nuestros antepasados era el conseguir un cronómetro 
            suficientemente preciso como para no alterar la hora de referencia. 
            Para obtener una precisión de 15 millas no podremos fallar más que 
            en un minuto de reloj. Es decir, si nuestro viaje dura 3 meses solo 
            podrá variar 1,5 segundos al día, lo cual era imposible con los 
            relojes anteriores a 1.760. En esa fecha el Inglés John Harrison inventa el cronómetro marino que solo se desviaba del orden de 1 
            segundo por mes. 
             
              
              
            
            El sextante  
            
              
            
              
            
            Este 
            instrumento inventado en 1.730 por John Hadley permite medir el 
            ángulo que hace un astro con el horizonte. Al mirar por el visor y 
            mover el espejo mediante la escala en grados, debemos hacer 
            coincidir en el horizonte el astro buscado y la línea de horizonte. 
            El valor de la escala nos dará justamente la altura en grados a la 
            que se encuentra el punto observado. Para medir la altura de una 
            estrella o lo hacemos en un día con mucha luna que nos ilumine el 
            horizonte o tendremos que hacerlo durante no más de 20 minutos justo 
            al caer la noche o al amanecer cuando todavía se ven las estrellas y 
            el horizonte empieza a ser visible. 
             
            
              
            
              
            
            Estrellas para la 
            navegación 
            
            El 
            astro más importante para la navegación es como no, nuestro Sol. En 
            el firmamento vemos millares de estrellas pero sólo unas 50, las más 
            brillantes, son tomadas como referencia para la navegación 
            astronómica. Todas ellas tienen nombre árabe como por ejemplo 
            Aldebarán o Altair, por ser estos en el mundo antiguo quienes 
            conservaron los conocimientos de astronomía que venían de Grecia, 
            tras la caída del imperio romano. 
              
            
              
                
                
              
              
              
              
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            Al mirar el cielo ¿Cómo distinguir Planetas y 
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