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Fernando de Magallanes;

El viaje que cambió el mundo

 

Su apasionante gesta demostró la esfericidad del planeta, cambió las reglas del comercio marítimo, descubrió mundos desconocidos, y encontró el canal por el que llegar a las Indias a través de occidente. Su expedición consiguió dar la primera vuelta al planeta, en una increíble aventura en la que Fernando de Magallanes descubre el famoso estrecho que comunica los dos grandes océanos Atlántico y Pacífico.

Corren los años 1.520 y en esta época, la gran mayoría de la gente sigue pensando que la tierra es plana. Pocos son los que creen en la esfericidad y ninguno piensa que exista un paso navegable que conecte el Atlántico con el desconocido e inquietante mar del Sur.

El recién descubierto continente Americano parece estar unido al sur por las gélidas tierras australes, haciendo imposible la comunicación por mar del que habría de llamarse el gran Océano Pacífico, hacia las lejanas islas de las especias. En esta época Portugal ya había conseguido llegar a las Indias, navegando por el sur de África, a través del cabo de Buena Esperanza llamado entonces "cabo de las tormentas", en referencia a las terribles tempestades que allí solían acechar.

En esta Europa que solo empieza a desprenderse del medioevo, no se conocía ni la Patata, ni el tomate, ni el café, ni el té, ni el chocolate, o el jengibre, la quina, el alcanfor, el incienso, el maíz, el clavo, la nuez moscada, decenas de alimentos a los que ahora estamos tan acostumbrados a consumir. El azúcar o el limón son raros, y un grano de pimienta se cambia por su peso en oro. La alimentación entonces solía consistir en toscas carnes a las brasas cuyo aburrido sabor, solo los ricos podían colorear con las preciadas especias que viajaban en lentas caravanas de camellos a través de Asia y Oriente, atravesando los mares infestados de piratas en el mar rojo y cruzando desiertos y ciudades que enriquecían a los sultanes de la India, y de Oriente medio. El comercio de las especias estaba bien controlado por los árabes desde las islas de las Molucas donde crecían el clavo, la pimienta, o la canela que finalmente llegaban a través del Mediterráneo, para ser distribuidas por los ricos mercaderes Veneciano a precio de oro en toda Europa.

Para Europa enfrascada en guerras entre Francia, Alemania e Inglaterra, las cruzadas tienen la doble vertiente de recuperar la tumba de Cristo, pero también intentar controlar desde el mismo Oriente Medio, el enorme y lucrativo tráfico de especias en poder de los árabes.

Mientras tanto, Portugal en el extremo Atlántico de la península Ibérica no es más que un pequeño país de poca relevancia en este contexto mundial. Por ello se dedica a la mar y descubre Cabo Verde, las costas Africanas, Madeira, y alcanza venciendo el miedo a lo desconocido,  la punta sur de África que les conduce al Indico y finalmente a colonizar Madagascar, la India y parte de Asia. En unas décadas, Portugal con sus descubridores y expertos navegantes consiguen romper el monopolio de los árabes y se hacen con los mercados de las especierías. En pocos decenios Portugal se ha convertido el Imperio más grande del planeta.

 

 

Fernando de Magallanes

Nacido en Portugal en 1.480, participó a la edad de 25 años en la expedición del Virrey portugués de Asia, D.  Francisco de Almeida, cuya misión era neutralizar el poder musulmán en la India. En 1.509 estuvo en Malaca con la expedición de Lope de Siqueira y participó en la conquista de Goa al sur de la India. Alfonso de Albuquerque logra mientras tanto ocupar Las Malacas. El imperio portugués está en plena expansión.

Magallanes, que consulta antiguos mapa-mundi y conoce a los más destacados geógrafos del momento, está convencido de la existencia de un posible paso al sur del continente Americano que permita el camino hacia las Indias. La profunda y extensa bahía del Río de la plata en la actual Argentina ha sido tomada por algunos geógrafos como un paso entre los océanos.

Pero a pesar de su insistencia y convencimiento, no consigue el apoyo del Rey de Portugal, Manuel El Afortunado, de modo que acude a la corte de Carlos I, que más tarde sería proclamado emperador Carlos V, en donde es acogido con el objetivo de buscar dicha conexión entre los océanos Atlántico y Pacífico.

España, en posesión de las tierras de América occidental, necesitaba encontrar este paso para lograr su ruta hacia la India y las islas Molucas en el Pacifico Sur, ricas en especias, evitando la ruta de Buena Esperanza, que pertenecía al reino de Portugal por el tratado de Tordesillas.

En 1.518 Magallanes propuso al Rey de Castilla buscar este paso, que Juan Díaz de Solís había creído encontrar equivocadamente al descubrir el estuario del Mar de la Plata. A cambio, Magallanes podría gobernar sobre todas las nuevas tierras descubiertas y quedarse con una vigésima parte de las ganancias producidas por sus descubrimientos. Tras numerosas vicisitudes e intrigas, la corona Española otorgó a Magallanes en Sevilla 5 navíos y una dotación de 250 hombres para la expedición, de las cuales sólo la “Victoria” llegaría de vuelta con 17 supervivientes, dándose por desaparecidas la “Trinidad” la “San Antonio”, la “Concepción” y la “Santiago”.

El rey de Portugal nunca quiso escuchar a Magallanes, excelente marino, soldado, y gran patriota. Fernando es poco diplomático y en extremo nada político. El despechado Marino es escuchado en la corte del rey de España que en pocos meses muestra un enorme interés por su propuesta. Cuando el rey de Portugal se entera de los planes de Magallanes y la corona española, desea recuperarlo para su causa y evitar que España pueda encontrar esa posible ruta y por tanto competir económicamente con Portugal. Ante las negativas de Magallenes, el embajador de Portugal cual novela de espías, trama todo tipo de argucias para recuperar a Magallanes o en su defecto, acabar con su expedición o con su vida.

 

 

El terrible invierno

El año que Magallanes parte desde San Lúcar de Barrameda rumbo Suroeste hacia Brasil, Núñez de Balboa es ejecutado en Panamá acusado de traicionar al imperio Español. Durante el mes de  Diciembre, Magallanes bordea la bahía de Río de Janeiro y posteriormente se adentra en la profunda bahía del Río de la Plata en donde piensa que podría existir ese posible paso hacia el Oeste, tan ansiado y por el que ha apostado su prestigio ante la corona española. No lo encuentra y por ello prosigue hacia el sur costeando por tierras desconocidas hasta entonces.

Los capitanes Españoles de las otros 4 navíos comienzan a recelar de la rotundidad con la que asegura Magallanes la existencia de dicho paso, al ver que el almirante de la flota ha mandado escudriñar toda la bahía del mar de la plata sin descubrirse el paso y que desde entonces Magallanes ordena recorrer hacia el sur todas y cada una de las bahías en aparecen. El tiempo en esas latitudes es ya infernal y el oscuro invierno se cierne sobre ellos. Los ánimos en las diferentes tripulaciones no podían ser peores.

 

Los crecientes temporales y la llegada del invierno le obligan a fondear en la bahía de San Julián durante medio año esperando la llegada de la primavera austral. Las condiciones invernales son muy duras y algunos capitanes se insubordinan, pero Magallanes consigue con gran astucia y valentía neutralizar la rebelión con un mínimo número de bajas.

Al llegar la primavera Magallanes continúa costeando rumbo Sur mandando en ocasiones a la "Santiago" de menor tonelaje y más rápida, para que a modo de avanzadilla pueda investigar la nueva costa descubierta. En una de estas incursiones la "santiago" se demora varios días y finalmente aparecen en el horizonte dos hambrientos marineros que llegan tras penosos esfuerzos retrocediendo por la costa y sobreviviendo de raíces y bayas salvajes. Se mandan a remo unas barcas que consiguen recuperar con vida a la tripulación del "Santiago" estrellada y deshecha en astillas contra las rocas debido a una fuerte tempestad sufrida en un cabo más al sur.

 

 

Pero la expedición continúa a pesar del escondido desánimo de Magallanes que ya comienza a pensar en un horrible fracaso. En las costas que ahora recorren aparecen habitantes locales que doblan en altura a los españoles. Están en la patagonia que recibe este nombre por las grandes “patas” de los nativos que allí vivían, los cuales se envolvían los pies con voluminosas pieles para protegerse del penetrante frío. En vista de su fracaso y del mal tiempo que impera, Magallanes decide fondear la flota durante dos meses más en una nueva e inhóspita bahía que en su desconocimiento estaba a solo una decenas de millas de navegación del ansiado paso que tanto deseaba descubrir.

 

 

 

El descubrimiento del laberinto

El 21 de octubre Magallanes alcanzó el cabo Vírgenes desde donde recorrió un profundo estrecho que bautizó como Estrecho paso de Todos los Santos, por descubrirse el día de todos los santos. En la zona se topa con indígenas envueltos en pieles, conocidos actualmente como los tehuelches. Durante semanas navegan descubriendo islas y canales en las Tierra de Fuego que así bautiza por las numerosas fogatas de los nativos, que se observan en los bosques diseminadas por todas partes.

 

 

La exploración es lenta y se avanza y retrocede entre interminables y laberínticos canales. Pero cada vez se hace más evidente que estos fiordos deben de tener salida al otro gran mar, pues la sonda sigue siendo grande, sus aguas son saladas, y se sigue manifestando la intensidad de las mareas. La flota navega por sus turbulentas agua en las que bruscamente se desatan gélidos vientos de extraordinaria intensidad.

En cuanto se alcanza una nueva bifurcación, Magallanes manda a cada nave por uno de los brazos citándose en el mismo lugar en un máximo de 5 días. Pero ya ha pasado más tiempo y la "San Antonio" y la "Concepción" siguen sin aparecer. Cuando ya se teme lo peor aparece un humo blanco y al poco tiempo una vela. Finalmente la segunda también y los dos barcos están a salvo! Ya ha pasado más de un mes entero de continuadas exploraciones en las que se siguen dispersando los cuatro navío para agilizar la búsqueda de la salida. Esta vez la "Victoria" parte al noroeste y las "San Antonio" y "Concepción" se adentran por otros brazos de agua oscura. La pequeña "Victoria" desemboca en un brazo que se ensancha por momentos y al cabo de media jornada de navegación no deja lugar a dudas, de haber logrado salir al nuevo Océano Pacífico. Regresa con júbilo celebrando salvas con sus cañones que al principio hacen temer un desastre al siempre reservado  Magallenas que ante tal noticia una vez contado el relato por el capitán de la Victoria se hecha a llorar de alegría por única vez en su vida. Había estado en lo cierto desde el principio: ahora sólo tenía que seguir las brisas cargadas de aroma de especias para alcanzar las Indias Orientales.

 

 

Ya han pasado varios días y los otros dos barcos siguen sin aparecer lo cual hace presagiar lo peor. Un día más tarde se divisa la "Concepción" entre los canales de uno de los fiordos pero su tripulación no sabe nada de la "San Antonio". El tiempo es bonacible y no se encuentran restos de ningún desastre naval, lo que indica que el "San Antonio" el navío más grande, el mejor pertrechado y el que transportaba el mayor número de víveres ha desertado y regresado a España. La alegría se contrapone a la enorme preocupación por continuar por un nuevo océano sin apenas víveres y del que se desconoce cualquier información.

 

 

Finalmente deciden explorar las tierras del sur de Chile para tomar rumbo Noroeste hacia un horizonte desconocido con la esperanza de alcanzar las Islas Molucas que pensaba encontrar a poca distancia. Por desgracia, las encalmadas son continuas. Al igual que la mayoría de los exploradores de su época, Magallanes no tenía ni idea de las enormes distancias que debía recorrer y, cuando llevaba más de un meses en alta mar sin avistar tierra, los tripulantes empezaron a padecer hambre. La lenta navegación se alarga durante 3 meses y 20 días de sufrimiento en los cuales no encuentran ninguna tierra, mientras sus hombres fallecen enfermos por el escorbuto y otras enfermedades. El alimento podrido y las galletas con gusanos son un gran manjar, al compararse con el cuero y los forros de las fogonaduras de los palos que son ablandadas en agua de mar para poder ser despedazados y cocinados como comida. El polvo de galletas es mezclado con serrín de madera para adulterar el volumen y engañar al estómago. La maltrecha y diezmada tripulación subsiste sin víveres y con la escasa agua podrida durante muchas semanas hasta alcanzar las islas de Guam que ven aparecer como el esperado paraíso. Las islas están habitadas por nativos que despreocupados les roban cualquier pertenencia sin ninguna conciencia de mal. Una vez repuestos con agua fresca, frutas y alimentos tienen que recorrer los poblados para requisar los bienes tomados por estos nativos de la Micronesia.

 

Descubrimiento de las islas selváticas de Filipinas

Tras reponerse de esta interminable travesía del mar Pacífico alargada durante medio año desde que abandonaron las frías costas de la bahía de San Julian, Fernando de Magallanes decide continuar su periplo rumbo al Oeste ayudado por los vientos alisios, y en sólo 12 días alcanza un extenso archipiélago selvático con idílicas costas habitadas por amistosos indígenas.

 

 

Anclado en el actual Cebú, toma posesión en nombre del rey de España nombrando a estas islas como las islas de San Lázaro. En su afán por cristianizar, bautiza en la mañana del 16 de Marzo del año 1.521 a mil indígenas entre ellos al Jefe tribal Humabón enfrentado con LapuLapu jefe de la vecina isla de Matcán. Por ayudar al reciente cristianizado Humabón, Fernando de Magallanes se involucra y desembarca en Matcán con solo 50 hombres, pero es recibido por una nube de flechas que le da muerte y deja malheridos a sus hombres. El jefe Humabón al comprobar que los cristianos no son invulnerables les prepara una emboscada y mata a otros 20 hombres de Magallanes. Son tantas las bajas que la expedición sólo cuenta con 108 hombres insuficientes para los tres navíos llegados a las Filipinas, por lo que deciden quemar la “Concepción” en peor estado y continuar en dos de ellas.

 

 

Desde las actuales islas Visayas, la expedición de Magallanes hace rumbo Suroeste hasta alcanzar las costas de la gran isla de Borneo en donde el Sultán les acoge amablemente. Tras hacer escala en Timor alcanzan las islas Molucas donde cargar las bodegas con las apreciadas especias. Los portugueses allí establecidos les intentan capturar por lo que se apresuran a salir de nuevo a la mar abandonando el navío Trinidad que hundieron para que no fuera apresado por los portugueses. Los 47 hombres que quedan aún vivos al mando de Juan Sebastián el Cano navegan ahora hacia el Cabo de Buena Esperanza y alcanzan posteriormente las portuguesas islas de Cabo Verde de las que tienen que salir de nuevo en huida acosados por los portugueses. Tras un último esfuerzo, Juan Sebastián arriba tras una dramática travesía en San Lúcar de Barrameda, el 6 de septiembre de 1.522.

 

 

Leer el relato más extenso de "Magallanes" por Carlos Valenzuela Solís de Ovando cuya lectura es muy recomendada:  (pinchar aquí)

 

 

 

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