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Micronesia española

 

 

Increíble pero cierto. España aún tiene, eso sí, por despiste, territorios en ultramar....

Tras el desastre de 1.898, con la pérdida de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam, a España le era imposible controlar los territorios que aún tenía en Oceanía, pero alguno se quedó olvidado por el camino...

Los desastrosos políticos españoles de hace cien años acabaron vendiendo los territorios españoles de Oceanía a los Estados Unidos de América y Alemania por cantidades económicas de autentica ganga. Con los Estados Unidos tuvo que hacer varias correcciones al no haberse incluido diferentes islas, tal era la

cantidad de territorios que aún mantenía el Estado Español hace apenas algo más de un siglo. El caótico gobierno las mal vendió en diferentes tratados y acuerdos.

 

Pero en todas estas negociaciones se olvidaron de 4 atolones: Kapingamarangi, Nukuoro, Rongerik, Mapia, Ulithi, y otro más, ahora un escollo coralino o bajío ya hundido (Matador) situado a unos 500 kilómetros aproximadamente de Nukuoro. El peculiar hallazgo histórico fue descubierto por Emilio Pastor y Santos hace algunas décadas, quien no dudó en comunicarlo al entonces Jefe de Estado, Francisco Franco. Tras un Consejo Ministros, la idea fue apartada hasta que el tiempo, la economía y relaciones con la ONU mejoraran.

 

Con el tiempo el asunto fue olvidado y por ello, ningún político ha pronunciado reclamación alguna sobre dichos territorios, haciendo que por Derecho Internacional, España legalmente ostente la Soberanía Legal, aunque no la Política, pues actualmente, Mapia está bajo soberanía política de Indonesia, y Kapingamarangi, Ulithi y Nukuoro bajo soberanía política de los Estados Federados de Micronesia, Rongerik se encuentra bajo control de la República de las Islas Marshall.

Mientras que Kapingamarangi y Nukuoro están geográficamente cerca entre sí, Mapia se encuentra a miles de kilómetros de estas dos últimas. Rongerik se encuentra aproximadamente a 1.700 kilómetros de Nukuoro y ligeramente más al norte, a 1.000 kilómetros aproximadamente al noreste de Mapia está Ulithi. Mapia está cercana a Indonesia, mientras que Kapingamarangi y Nukuoro están al noreste de Papúa Nueva Guinea. En el siguiente mapa se encuentra la situación geográfica.

Cada atolón contiene diferentes islas, todos ellos bajo un clima tropical lo que hace que se desarrolle una vegetación frondosa típica de esas latitudes. El más grande es Rongerik, y Kapingamarangi es el que está más habitado; según el censo más reciente por 750 personas, Nukuoro también cuenta con población aunque menor en número, unos 400, Ulithi, es por extensión total del atolón el más grande, y se encuentra habitado. El atolón mas pequeño es Mapia, el cual tiene 3 motus o islas, está prácticamente deshabitado y se encuentra cerca de Indonesia. De los 4 atolones, es el más occidental. Las poblaciones de Kapingamarangi y Nukuoro hablan lenguas distintas pero compatibles y entendibles entre sí en un 50% de ellas.

Todas estas posesiones de ultramar no fueron contemplados ni en el tratado hispano-estadounidense, firmado en París el 10 de diciembre de 1.898, ni en el Tratado germano-español en el que se cede al Imperio alemán los archipiélagos de Carolinas, Palaos y las islas Marianas, excepto la isla de Guam, realizado en Madrid el 30 de junio de 1.899. Por tanto, tal y como descubrió el investigador del CSIC Emilio Pastor y Santos en 1.949, España podría hacer legalmente una reclamación de soberanía.

El gobierno español no las ha reclamado como posesiones propias. Ni tan siquiera protestó a los gobiernos japonés y de los EE.UU. por la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que algunas batallas y campañas se desarrollaron cerca de estas islas.

 

Los desastres políticos de la España de hace 100 años

En la abundantísima bibliografía y documentación que existe sobre estos tratados, los autores, muchos de los cuales vivieron los hechos en primera persona, exponen sus puntos de vista sobre las causas. Los calificativos se suceden repetidamente: mala administración, corrupción, desidia, ceguera política, ineptitud política, incompetencia militar, impericia estratégica, estupidez, torpeza, etc. Y cuando se refieren a los norteamericanos estos apelativos, aunque distintos, no son mejores; codicia, avaricia, expolio, traición...

Todas las esperanzas que concitaba la vida política y la vida económica de la restauración iban a derrumbarse y a desquiciarse con la agresión imperialista norteamericana sobre las provincias españolas de Ultramar en 1.898. El siglo XX quedaría roto ante la guerra con los Estados Unidos, que provocaría el mayor desastre exterior de España; un desastre humillante no en su territorio peninsular sino en algo que históricamente era aún esencial, su horizonte americano y asiático; su horizonte marítimo, histórico, cultural y económico.

 

 

 

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