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El Piloto Automático

 

Naturalmente que es posible navegar sin electrónica o sin piloto automático, como lo han hecho durante décadas muchas generaciones de navegantes. Pero pretender ahora olvidarse de su existencia es como querer vivir en una casa sin luz eléctrica… ¡Como poder, se puede!

No tiene justificación prescindir de algunos equipos electrónicos como la radio, el GPS, o el piloto automático. Poder confiar en un piloto automático es simplemente genial.

Actualmente cualquier navegante oceánico no se plantearía navegar sin él, y de hecho en las regatas transoceánicas, la rotura del piloto automático implica necesariamente el abandono de la prueba o la búsqueda de un puerto refugio en el que poder repararlo.

Hay dos grandes familias de pilotos automático. Los que se instalan directamente sobre la caña del timón o en la rueda de gobierno y aquellos que  van montados debajo de la cubierta con sistemas hidráulicos que actúan directamente sobre la mecha del timón y pensados para barcos de mayor desplazamiento.

Los pilotos automáticos de caña son menos potentes y por tanto necesitan más tiempo para corregir un cambio de rumbo por lo que son menos precisos, más lentos y poco adecuados para navegación oceánica.

Pero todos ellos funcionan de la misma forma. Un compás digital (o fluxgate) toma el rumbo del barco en todo momento y mediante un dispositivo electrónico, esta información es comparada con el rumbo que se desea mantener. La diferencia de ángulo es corregida mediante un dispositivo electromecánico o hidráulico que actuará sobre el timón.

Para que esto funcione es necesario que el sistema electrónico pueda conocer el ángulo que hace el timón con el eje de crujía, y para ello se instala un sensor de ángulo que mide la posición en la que este se encuentra. El sistema electrónico de control es más complicado de lo que en un principio pudiera parecer. Cuando está corrigiendo el rumbo, debe tener en cuenta el tiempo de reacción de la pala del timón y dejar de corregir antes de llegar al rumbo correcto, pues si actuara corrigiendo hasta llegar al rumbo deseado, el barco seguiría girando por inercia, y entonces el piloto automático tendría que empezar a corregir en sentido contrario, en un bucle de sobre-control conocido como “lazo realimentado”, y que daría como resultado una estúpida trayectoria zigzagueante.

 

Los pilotos para cockpit

 

Están pensados para barcos de hasta unas 5 ó 6 toneladas, y son capaces de ejercer una fuerza de hasta 80 kilos sobre la caña del timón. Vienen a tardar hasta una decena de segundos en llevar el timón de un lado a otro. Y esta lentitud de respuesta es su talón de Aquiles, ya que con mal tiempo lo que se necesita es capacidad de corrección rápida.

 

Su instalación no ofrece ningún problema, pero debemos seguir con cuidado las indicaciones del fabricante para no forzar un mal uso que posiblemente lo deterioraría anticipadamente.

 

Debemos respetar las distancias que proponga el fabricante entre el eje del timón y la rótula de giro del piloto, para no forzar mecánicamente sus engranajes. El piloto debe trabajar horizontalmente y hacer un ángulo recto con la caña del timón en posición neutra.

 

 

 

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Pilotos automáticos de cockpit con timón de rueda

 

Lo único que cambia respecto a los anteriores pilotos de caña es el sistema mecánico de actuación sobre el timón, que normalmente consiste en una corona con una correa conectada al dispositivo mecánico del piloto automático.

 

Las correas a veces se destensan y dan problemas y por ello algunos fabricantes han diseñado modelos que integran la corona y el motor, sin necesidad de correas.

 

Al final todos los dispositivos consisten en algún mecanismo capa de mover directamente la rueda del timón que es la que a su vez moverá el timón. Necesitan de algún sistema de embrague para que cuando queramos podamos seguir manejando el timón con toda normalidad, como si no tuviéramos instalado ningún piloto automático.

 

 

 

 

 

¿Cómo funciona un compás electrónico?

Este dispositivo no lleva ninguna aguja magnética.... ¡Ni mucho menos!

Para medir el Norte magnético utiliza un pequeño anillo bobinado en el que se crea un minúsculo campo magnético al hacer circular una corriente eléctrica. 

 

 

Este campo magnético que conocemos al haberlo creado nosotros mediante la circulación de una corriente eléctrica, es perturbado y modificado por el campo magnético terrestre, de la misma forma que la tierra mueve la aguja de la brújula. Por ello midiendo la magnitud de esta perturbación, conoceremos el ángulo que hace el anillo con el norte magnético.

 

 

Los pilotos “in board”

Funcionan de la misma manera que los anteriores, pero los actuadores mecánicos sobre el timón son capaces de generar mucha más fuerza y los distintos sensores de medición y centrales de cálculo, en vez de estar integrados, son elementos distintos de la instalación.

 

Están formados por un panel de control desde el que pulsaremos los botones para navegar con él, la central de cálculo, un compás electrónico, el sensor de ángulo de timón también llamado “feed-back”, y el actuador o unidad de potencia que normalmente suele consistir en un sistema hidráulico mediante una bomba con depósito de aceite y un pistón capaz de generar de 200 a 800 kilos de fuerza. También hay actuadores puramente eléctricos que funcionan mediante un pistón de extensible formado por un tornillo sin fin, o motores eléctricos con reductoras de piñones que mueven directamente el eje del timón.   

 

En muchos casos la central de cálculo toma datos también del GPS, el medidor de viento y anemómetro, y otros sensores para tratar toda la información y dar una respuesta de control más precisa.

El sensor de compás electrónico debe ser instalado en un lugar alejado de otros elementos magnéticos que pudieran interferir la medida, como por ejemplo altavoces del equipo de música o grandes piezas metálicas. Debemos intentarlo instalar lo más próximo al centro de gravedad del barco y lo más bajo posible. Cuanto más cerca del centro de gravedad esté instalado, menos se verá afectado por una guiñada brusca debida a una ola golpeando por la amura.

Cuanto mejor sea la medida magnética, mejor será el comportamiento del piloto automático. Pero también es muy importante la rapidez y capacidad de respuesta del actuador de potencia y la calidad del algoritmo de computación de la unidad central que calcula todos los datos y genera una respuesta de control.

Los buenos calculadores memorizan y tienen en cuenta las anteriores correcciones y “se dan cuenta” si están sobre controlando o no, para mejorar la respuesta sobre el timón. Desgraciadamente no pueden ver las olas y por tanto no son capaces de prever su llegada, anticipándose a ellas como hace un buen timonel. Por ello cuanto peor es el estado de la mar, más difícil lo tiene el piloto automático siendo imposible su utilización con mares muy fuertes y formadas.

Creo que en un futuro si que las podrán "ver" mediante sistemas de telemetría por láser y por tanto no me extrañaría nada ver en los próximos años nuevas generaciones de pilotos automáticos todavía mucho más inteligentes y capaces de gobernar incluso con mares muy fuertes. Por ahora tenemos un sistema que mejora el comportamiento del piloto automático mediante una medición giroscópica.  

Un giroscopio es un dispositivo que mantiene la dirección que tengamos mediante un sistema de inercia al giro (lo que los físicos llaman "momento de inercia"). Si quiere experimentar esta inercia ponga por ejemplo a girar una rueda de bicicleta y agarrándola por el eje, intente moverla. Verá que, como por arte de magia y salvo en movimientos de traslación, es extremadamente difícil  cambiar el eje de giro. Ya tiene un giróscopo. 

El sensor giroscópico es del tamaño de una pelota de tenis, y nos indica las aceleraciones de giro a las que está sometido el barco cuando es movido por una ola. El dato es transmitido a la central de cálculo y utilizado en el algoritmo de computación. La sensación es como si el barco se anticipa a las olas, como si las sintiera de verdad y como si navegara deslizándose sobre raíles. Comprobaremos como el sistema produce muchas cortas y precisas correcciones en vez de grandes movimientos del timón. Para ayudar en la medición al sensor giroscópico, debemos montarlo lo más retrasado del centro de gravedad, es decir lo más cerca del espejo de popa.

 

Actualmente los distintos sensores se "entienden" con la unidad central mediante el protocolo de comunicaciones NMEA lo que permite facilitar las instalaciones e integración de diferentes fabricantes, pero lo más seguro es comprar todos los elementos a una misma marca que haya probado el buen funcionamiento de todos los elementos en conjunto.

 

La Instalación

Para barcos de hasta 30 pies debemos utilizar un actuador de potencia capaz de entregar una fuerza de hasta 250 kilos, y para un barco de unos 40 pies piense en equipos de cerca de 500 kilos de fuerza.

Dependiendo de su habilidad deberá contratar parte de la instalación a un profesional. Tenga muy en cuenta el montaje del actuador de potencia ya que al generar mucha fuerza por reacción sobre el timón, su soporte debe quedar perfectamente solidario al casco o a un mamparo estructural. Para ello podremos laminar mediante resinas y fibra de vidrio un soporte al que luego atornillar la pletina en la que se fijará el pistón actuador sobre la mecha del timón.

 

 

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