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¿Se comerá usted la merluza?

 

La pregunta no es ninguna broma. Cuanto más grande y de edad sea el pez, más peligro corremos de intoxicarnos debido a la propia contaminación del animal. Los peces más longevos se intoxican debido a  las aguas que el hombre ha envenenado.

No hay que ser un lince para darse cuenta: Si nuestro planeta anda mal, nosotros nos veremos igualmente perjudicados. Es tal la contaminación de los mares que los peces más longevos acumulan una densa cantidad de metales pesados y otros productos muy perjudiciales en sus tejidos. El pez acabará muriendo por esta contaminación o por debilitamiento de su sistema inmunitario… a no ser que aparezca antes en rodajas en el mostrador de su pescadería...  ¿Corremos peligro?

...Primero envenenamos a los animales,

luego nos envenenamos a nosotros...

 

La pregunta es perfectamente egoísta a mirar solamente por nuestro beneficio, y la respuesta un SÍ rotundo, aunque gobiernos y administraciones prefieran no difundirlo.

Lo que deberíamos preguntarnos es cómo hemos llegado a tan terrible situación y qué se puede hacer al respecto.

Mientras tanto y para ser prácticos, coma sardinas que además de ser baratas, son muy nutritiva y sanas para su salud.

El efecto negativo de comer por ejemplo una rodaja de pez espada entrado en años, no es de vida o muerte, como si ocurre al zampar un pez globo, venenoso por antonomasia. Pero debe saber que los metales pesados serán “asimilados” para siempre en nuestro organismo lo cual debilitará a la larga la salud. Primero envenenamos a los animales, luego nos envenenamos a nosotros mismos.

 

 

Ballenas y metales pesados

Las ballenas acumulan en sus órganos e intestinos enormes cantidades de metales pesados. Al analizar recientemente los cadáveres de varias ballenas varadas, se descubrió que estaban fuertemente contaminadas.

Las vísceras analizadas por biólogos contenían tantas sustancias tóxicas que llegó a desconcertar a estos expertos. Sus cuerpos contenían 20 veces más de cadmio y el doble de mercurio que las cifras más altas hasta entonces barajadas. Las ballenas viajan desde las, en teoría, limpias y frías aguas del océano Ártico, alejadas de cualquier centro industrial costero, hasta las regiones del sur. ¿Cómo es posible que sus tripas estuvieran contaminadas como si se hubieran retozado en la dársena de cualquier puerto industrial de reprocesado de metales venenosos?

Los animales también mostraban tasas altísimas de bifenil-policloruro, pesticidas contaminantes como el DDT, o el también prohibido TBT (tributilo de estaño) utilizado hasta hace poco en pinturas antifooling. Todos estos productos quizás fueran la causa directa de la muerte y varamientos de muchos grupos de cetáceos, entre ellos, el de 16 cachalotes analizados.

Necesariamente ballenas y otras muchas especies de peces nadan en aguas muy contaminadas provenientes de corrientes que arrastran desechos de la industria a miles de kilómetros en mitad del océano. El daño al ecosistema es brutal.

Y la cosa no acaba aquí. Las bolsas de plástico, otros PVCs y demás derivados químicos liberan fenoles, dioxinas y otros venenos en el mar que causan esterilidad en animales marinos.

 

¿Consecuencia directa? Por ejemplo las belugas de San Lorenzo en Canadá corren serio peligro de extinción, o los problemas en la reproducción que se observa en los osos polares. 

 

 

¿Qué son los metales pesado?

 

Hablar de metales "pesados" es como decir que el fuego es caliente.... Cualquiera que tenga en la mano un lingote de hierro  podrá reconocer que es muy pesado, y sin embargo el hierro  no tiene toxicidad.

 

Los denominados metales pesados son sólo algunos metales tóxicos. Pero no todos los metales de gran densidad son tóxicos. El oro o el platino son perfectamente inocuos e inertes. Algunos son necesarios en forma de iones para que pueda existir la vida.

 

 

Los malos de verdad son el Mercurio utilizado por ejemplo en minería, el Plomo que se encuentra en antiguas tuberías de desagües o todavía en muchas pinturas, especialmente en el pigmento de color blanco, el Cadmio utilizado en baterías eléctricas y otras industrias y el Talio utilizado en componentes electrónicos. Algunos como el Arsénico y el Selenio no son propiamente elementos metálicos, pero son a veces incluidos en estos grupos de compuestos “pesados”. 

 

 

 

 

Contaminación en el mar

Los grandes vertidos originados por los accidentes de petroleros que periódicamente sacuden los ecosistemas marinos representan tan sólo un 5% de todo el petróleo contaminante. Otro 10% es debido a las emanaciones de fuentes naturales, que desde siempre han arrojado petróleo al mar. El resto, entre un 30% y 40% procede de la limpieza y mantenimiento de los barcos y de las emisiones a la atmósfera que acaban en las aguas arrastradas por la lluvia. ¡Este es el FOCO del problema!

Cuando el petróleo llega al mar, se extiende rápidamente formando una delgada capa de enorme superficie. La mayor parte acaba evaporándose u oxidándose por la acción del sol; el resto, si no ha llegado todavía a la costa en forma de marea negra, se disuelve en el agua donde puede permanecer durante años. Su evolución depende en gran medida de la naturaleza del combustible y de sus características. Según la densidad que adquiera al envejecer puede sedimentar hasta el fondo marino, o bien, formar una emulsión con el agua, el denominado “mousse”, que permanece a flote en el mar, en forma de bolas de alquitrán.

A pesar del gran “impacto” de los accidentes de petroleros como el Exxon Valdez, Prestige, Erica, y demás barbaridades, lo peor son las contaminaciones procedentes de la industria, pesticidas agrícolas y otros vertidos urbanos. Todo ello conduce a que ya existan enormes extensiones en los mares consideradas de facto como zonas muertas y denominadas con las siglas (CDZ) por aquello de Coral Degradation Zones, y (ODZ) acrónimo de Ocean Death Zones.

 

Las actividades en tierra son la principal fuente de hidrocarburos que terminan en el mar. Los residuos que dejan los automóviles y la industria originan más del 50% de las aproximadamente 2,5 millones de toneladas de petróleo y derivados que cada año reciben los océanos.

La contaminación por nutrientes de la agricultura producen la aparición masiva de algas que ahogan los mares al devorar todo el oxígeno en su descomposición. Por su parte la contaminación industrial “no ayuda” en la recuperación de estas zonas.

 

 

 

 

¿Mares radiactivos?

 

No estamos hablando de las pruebas nucleares que tanto rusos como norteamericanos y también franceses han llevado a cabo sin despeinarse ni pedir perdón a nadie. Recordemos la última llevada a cabo por el gobierno francés de Jacques Chirac el cual bombardeó varios atolones en Mururoa (islas de la sociedad en la idílica Polinesia francesa) recientemente, en 1995, para ver que tal funcionaban sus "petardos" nucleares… Los rusos y norteamericanos se callaron sin decir ni "pio". Y que iban a decir, si ellos a su vez se inflaron a bombardear los océanos con otros terribles “pepinos” nucleares de los cuales ni siquiera nos hemos enterado y mucho menos conocido sus bárbaros efectos contra el medio ambiente...

 

¡No! Esto no tiene parangón con la contaminación aportada por los residuos nucleares de plantas de reprocesado nuclear como la de Hague en Francia en Normandía o la de Sellafield en Inglaterra. Se encuentran trazas radiactivas en algas situadas a miles de kilómetros en Noruega o Groenlandia.

 

 

 

 

¿Qué son los COPs?

 

Acrónimo para Contaminantes Orgánicos Persistentes, se trata de una colección de 4.500 sustancias peligrosas que se acumulan en tejidos de organismos vivos produciendo toda clase de disfunciones y cánceres.

Los COPs incluyen dioxinas y venenos que con seguridad llegan al hombre especialmente a través del pescado azul que tiende a acumular con mayor facilidad estas sustancias, sobre todo si el pez ya tiene varios años de vida. Por si fuera poco, en algunos países se elaboran harinas de pescado para alimentar a los peces de piscifactoría, vacas, aves y cerdos…

El problema aunque no lo "vea" usted en su casa es de terrible importancia y de nada sirve no reconocerlo o dejarse engañar por las mentiras de los industriales y gobernantes que aseguran su inexistencia. De hecho, ¿Estamos pagando YA nuestros desmanes bajo forma de cánceres, enfermedades crónicas o autoinmunes,  inexplicables para nuestra medicina alopática?

 

 

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