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2.022

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Frenos de botavara; evitar un peligro mortal

 

 

 

Una botavara descontrolada puede deteriorar parte de la jarcia o incluso arrancar de cuajo el arraigo en la escota de mayor. Y si navegamos en un barco de más de 10 ó 12 metros de eslora, el posible impacto en la cabeza es asunto extremadamente serio. Veamos cómo podemos controlar la botavara en todo momento.

No olvidaré un botavarazo recibido hace ya 30 años en un pequeño puma 23. El golpazo en la cabeza es brutal y no quiero ni imaginar el incidente en un 40 ó 50 pies tras una incontrolada trasluchada. El peligro es extremadamente serio   

y debemos estudiar la forma de evitarlo.

Hace unas pocas semanas durante la ARC de este 2022, moría un tripulante francés al recibir un golpazo de botavara que aunque no lo tiró al agua, le produjo una conmoción mortal al cabo de unos minutos. El impulso que toma una botavara tras una mala trasluchada fortalecida por la aceleración del viento en la mayor puede arrancar de cuajo el carro de escota o destrozar la polea de la mayor, con un peligro mortal si esta impacta en la cabeza de un miembro de la tripulación.

Para solucionarlo, existen distintas técnicas que "frenan" y "suavizan" el movimiento de la botavara, o incluso detienen el movimiento de ésta, para dejar, si deseamos, la mayor acuartelada.

 

Porqué debemos instalar una retenida a la botavara

La instalación se hace en 2 ó 3 minutos, y los distintos dispositivos disponibles cuestan muy pocos cientos de euros o incluso es gratis si utilizamos un cabo pasado por una polea desde proa, como más adelante veremos.

Si navega de popa por ejemplo cruzando el Atlántico en Alisios, debemos hacer miles de millas con la botavara muy abierta y vientos casi siempre de popa. En estas condiciones, una rolada imprevista o una pérdida de rumbo en el piloto pueden provocar un cruce de la botavara, en el que es muy importante que no le pille por el camino. Si de forma inesperada ve una botavara cruzando a toda velocidad en su camino, nunca debemos intentar pararla con los brazos. Es un esfuerzo tan inútil como peligroso. Hay que tirarse sobre la cubierta y evitar el impacto sea como sea.

 

 

Las esloras peligrosas son las que van desde los cerca de 40 pies a los 50 o cincuenta y pico pies de eslora. Por debajo, en veleros de 6 a 8 metros, la botavara es menos peligrosa por la menor cantidad de movimiento de esta. En veleros mayores, casi siempre la botavara pasa bastante por encima de la altura de la cabeza, eliminándose el riesgo de impacto en el "coco", aunque con estas enormes botavaras el golpazo puede arrancar el arraigo de mayor de un solo golpe tras una fuerte trasluchada.

Montar un freno de botavara nos permite navegar vientos de popa sin estar permanentemente preocupados sobre estos peligros. Además el aparejo de freno de botavara, nos permite, si lo necesitamos, ajustar con vientos flojos la botavara en la posición exacta en la que deseemos tenerla. Con un genaker también nos permite un ajuste eficiente del asimétrico.

 

 

 

Lo más barato, y muy eficaz, es utilizar un cabo amarrado al extremo de popa de la botavara. Este cabo es enviado por barlovento hacia la proa del barco en donde hemos montado una polea que reenvía el chicote a la otra banda y hasta un winche en la bañera. La retenida previene la trasluchada de la botavara, y en caso de rolada, podemos soltar el cabo del winche de forma controlada para que la botavara vaya cambiando de banda de forma lenta y controlada. Si pasamos además ésta retenida por un freno, podremos trabajar con el winche para otros trabajos. El cabo tiene que tener del orden de dos esloras de longitud, para poder hacer todo el recorrido solicitado y utilizar una sección parecida a la de la escota de mayor.

En caso de intento de trasluchada, y con la mayor acuartelada, el susto, especialmente si el error ocurre por la noche, puede ser mayúsculo, quedando el barco detenido y armando un ruido importante en la mayor, pero tendremos la botavara retenida y sin peligro. Lo mejor es no soltar la retenida y cambiar el rumbo para eliminar el acuartelado, y si decidimos soltar retenida porque el barco ha quedado sin arrancada y sin gobierno, seremos conscientes de ello y largaremos poco a poco y con lentitud.

 

 

Tragedia en la ARC

Ocurría a 500 millas de Canarias mientras el X-Yacht navegaba rumbo al Caribe. Un miembro de una tripulación francesa se vio sorprendido por la noche al tomar el relevo en su guardia.

Navegando de popa cerrada con los alisios es muy fácil que en una ligera rolada la botavara se cruce de lado a lado tomando una cantidad de movimiento brutal debido al largo recorrido de la escota de mayor amollada.

Max recibió un mazazo extremadamente violento, y aunque no cayó al agua, le produjo una fuerte conmoción cerebral. Aunque el velero lanzó un Mayday, en realidad no se podía hacer nada por el tripulante que moría pocos minutos después del impacto. Al día siguiente un crucero de 300 metros se posicionaba cerca del velero para evacuar el cuerpo sin vida y el de otro miembro de la tripulación herido, rumbo a Funchal en Madeira.

 

 

 

Frenos de botavara

Al contrario de lo que hace una retenida, que bloquea la botavara, los frenos permiten el movimiento de la botavara, pero de forma lenta y controlada, lo cual es mucho mejor. Existen varios modelos, pero todos ellos se basan en crean una fricción en un cabo que va de banda a banda pasando por el mecanismo de freno fijado en la botavara.

 

 

El precio dependiendo de modelos y tamaños comienza en unos 200 Euros y puede subir hasta más de 500€. Uno de ellos es el Wichard Byb-Easy que consiste en un pieza por la que se pasa el cabo en dos o tres bucles para aumentar o disminuir la fricción. Fácil de usar, fácil de ajustar, e incluso, fácil de copiar si es usted "manitas" en el uso del soldador tig con inox.

 

 

Otros frenos como el Walder Drum (Wichard.com), están basados en un tambor por el que pasan varias vueltas del cabo que fijamos entre banda y banda (Defender.com o también, Boom-brake-walder.com). Este sistema tiene la ventaja de poder ajustar la libertad del freno dependiendo de la tensión que le demos desde la bañera al cabo del freno. Ambos sistemas están bien diseñados, pero quizás me guste más el sistema del tambor por la facilidad de ajustar la frenada del tambor cambiando la tensión a libertad desde la bañera.

 

 

Pero en conclusión, conviene recordar que la sencillez de la retenida pasada por una polea en proa no tiene porqué estar reñida con la instalación de un freno de botavara, y lo fundamental es, en todo caso, mantener la botavara bajo control cuando afrontamos largas navegadas con portantes.

 

 

 

 

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