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Tiburón ballena; la hipnótica criatura de inmensa sonrisa

 

con Sylvia Yagerroos (Bióloga Marina)

 

 

Con lentos y majestuosos movimientos se acercaba el inofensivo tiburón ballena hacia la mancha de plancton en la que nos encontrábamos flotando. Alguien lo señala y entonces miras al azul en aquella dirección. De forma súbita el cerebro interpreta la información visual y te sorprende la bella silueta del inmenso pez.

¡¡¡Uauuuu!!!! A sólo 15 metros de distancia lo contemplas en todo su esplendor con su fantástico y bello cuerpo moteado cuyo patrón de manchas es único para cada ejemplar, a modo de DNI. Alucinas con su

desconcertante tamaño, con la trama secreta de su piel en la que las manchas circulares se combinan con un mosaico de líneas reticulares creando un misterioso mapa de puntos. El primer encuentro con ellos resulta una experiencia incomparable.

Piensas en la majestuosidad de la vida marina. Piensas en su potencia, en su depurada hidrodinámica, en la fuerza de sus aletas y en la maravillosa combinación de líneas y en su bello y estilizado cuerpo. Las suaves curvas de su cabeza o de sus aletas pectorales contrastan con la angulosa aleta dorsal o bella cola con la que se impulsa de forma enérgica. El pez de sangre fría más grande del planeta nos ofrece su bella composición coloreada en gris metálico y azul oscuro en la que se dibuja el tramado de líneas verticales y horizontales enmarcando los puntos de color beige de hasta 5 centímetros de diámetro.

Su parte inferior de es un tono blanco como la nieve para pasar desapercibidos por las miradas desde el fondo. Su ojo, del tamaño de una pelota de ping-pong, observa todo su entorno y se esconde detrás de un parpado que lo protege contra cualquier objeto extraño.

En ocasiones para filtrar el alimento, en vez de desplazarse, se queda inmóvil en posición vertical y simplemente  mueve la cabeza de un lado al otro para bombear agua y aspirar toneladas de alimentos entre los cuales su preferido es el kril formado por pequeñísimos camarones de menos de un centímetro de longitud. Pero es por la noche cuando baja a profundidad para conseguir alimentarse en las altas concentraciones de plancton o de miles de pequeñas medusas.

El alimento en superficie es un mero aperitivo para estos gigantes de la filtración que también se alimentan en los bancos de pequeñas anchoas o caballas en mar abierto. Al noroeste de Australia en los arrecifes de Ningaloo en los meses de marzo, abril y mayo, se dan las condiciones perfectas para su avistamiento, aunque su hábitat se encuentra muy repartido en las latitudes tropicales en el Mar de Andamán, en las Maldivas, al sur del Mar Rojo, en Seychelles, Natal en Sudáfrica, en Galápagos, Malpelo, Cocos, en las islas de Revillagigedo, el Mar de Cortés en Baja California, Hawai, Indonesia, en algunos sitios de Filipinas, y en Papúa Nueva Guinea.

 

El terror Chino

 

Hace unos días saltaba a la prensa especializada una terrible noticia. Una noticia que los periódicos tradicionales desconocen o callan.  Una ONG protectora de la vida marina descubría y denunciaba hace pocas semanas, que una empresa China ubicada en Hong-Kong ha estado matando y procesando durante estos últimos años más de 600 ejemplares anuales de tiburón ballena; el pez más grande y posiblemente más bello del planeta y actualmente en peligro de extinción. La empresa ilegal los procesaba para convertirlos en sopa, en barras pintalabios y por supuesto en carne de pescado. El hígado que suele ocupar un tercio de su cuerpo está lleno de aceites muy valorados en la industria cosmética que obviamente es tan culpable de esta violación, como los propios pescadores ilegales.

Un ejemplar adulto de tiburón ballena alcanza valores de unos 40.000$ en el mercado negro de Hong-Kong y su aleta dorsal, muy cotizada por su tamaño, suele ser expuesta como reclamo en la entrada de los concurridos restaurantes asiáticos.

 

Foto de archivo de la organización: WildLifeRisk,  Hong Kong.

 

 

Poco se conoce de las costumbre del bello tiburón ballena. No se sabe muy bien donde procrean, ni donde nacen sus crías, cómo se comunican o viven su existencia. Su piel es la más gruesa de todos los peces, alcanzando los 10 centímetros de espesor. Un ejemplar adulto llega a los 12 a 14 metros de eslora aunque se tiene constancia de algunos que llegan a los 18 metros y pesan más de 20 toneladas.

Antiguamente para poderlo capturar, un pescador nadaba hasta dentro de su boca para pinchar un afilado gancho en su interior ya que la piel no podía ser perforar. El tranquilo y confiado animal no tiene dientes grandes para desgarrar como los tiburones y en vez de ello tiene filtros para separar el plancton del que se alimenta. Este filtro está formado por unos 3.000 pequeños dientes dispuestos en 300 hileras, que se van renovando a lo largo de su vida. 

Existe una aplicación web llamada “Wild me” donde se puede adoptar un tiburón ballena y gracias a la tecnología de los transmisores adheridos al animal, podemos contemplar en nuestra pantalla de ordenador su migración a lo largo de los Océanos.

 

 

 

Sylvia Yagerroos (Bióloga Marina)

Sylvia lleva años trabajando en numerosos programas de investigación marina para diferentes organizaciones mundiales y en muchos mares del planeta. Muchas de sus fotos de tiburones ballena proceden de sus incontables inmersiones en Maldivas y otros lugares del planeta.

Estos animales gracias a su especial dotación de puntos claros en su cuerpo oscuro pueden ser identificados individualmente con un software que usa el mismo algoritmo utilizado por la NASA para identificar las estrellas; midiendo la distancia y ángulos que hay entre ellas, de la misma manera el programa mide la distancia que hay entre los puntos de la piel del tiburón en una área concreta.

“La primera vez que me encontré con uno de ellos fue en Filipinas en la bahía de Donsol un pequeño pueblecito en las cercanías del volcán Mayon. Yo me encontraba trabajando para una ONG de conservación de tiburones y tuve la fortuna a pasar unas semanas con WWF que tienen allí una oficina. Disfrute nadando a diario un par de horas con estas bellas criaturas y sacándole fotos para su posterior identificación”.

Para identificar a un tiburón ballena se saca una foto del lado izquierdo del animal y también se intenta estimar su sexo y longitud del animal, algo que a veces resulta difícil. (Recordad  que un buzo mediano con las aletas y los brazos estirados en el agua mide aproximadamente 2,5m, frente a los 15 metros de un tiburón ballena.)

 

 

Se intentan también averiguar otras características individuales, como cortes de hélices en las aletas o marcas de otros ataques. El tiburón ballena es tan dócil que es muy frecuente observar cortes de las hélices de los barcos que se acercan a verlos hasta ponerse totalmente sobre ellos. Las normas internacionales indican que se debe desembarcar a los turistas que quieran verlos a 50 metros, para nadar hasta varios metros de distancia pero nunca justo enfrente y evitar que tengan que desviarse de su camino. Está prohibido tocar al animal pero desgraciadamente estas recomendaciones nunca se siguen.

He visto turistas montarse encima del tiburón para sacarse “la foto perfecta", lo cual es una peligrosa estupidez. En alguna ocasión he visto a personas siendo despedidas por los aires por la brutal fuerza de la aleta caudal quedando desmayadas en el agua al golpearse la cabeza contra su botella de buceo”.

Este hermoso animal se contempla mucho mejor desde lejos para apreciar toda la armonía de sus formas. Si tienen la suerte de encontrarse un tiburón ballena buceando, por favor sácale una foto para mandarla a la organización de conservación de tiburón ballena, se lo agradecerán, y si es un tiburón nuevo hasta pueden tener el honor de elegir su nombre.

 

 

 

 

Un Snorkel aparatoso

 

En una ocasión, cuando Sylvia se encontraba trabajando en Maldivas, salió un día a navegar como única Dive-Máster junto con el personal del resorts, para que ellos también puedan disfrutar del mar. Yo actuaba como guía y tenía enfrente de mí un panorama bastante complicado. El día no podía ser peor, con mucho viento y lluvia, y con olas bastante grandes en mitad de un mar cubierto de espuma bajo un cielo gris encapotado y envueltos por momentos en bancos de niebla a veces tan densos que no veíamos ni torta.

Muy pronto la gente empezó a encontrarse mal, y vomitar, mientras yo intentaba animar a mis 50 gallardos clientes, la mayoría de ellos asiáticos con escasas nociones de natación y en muchos casos muertos de miedo a pesar de vestir sus bermellones chalecos salvavidas que enmarcaban y resaltaban sus caras blanquecinas y pálidas por el mal cuerpo”.

50 personas y yo sola ante el “peligro”. La situación era relativamente tensa debido al mal estado de la mar las esquivas sonrisas no conseguían disimular la tensión del momento. De repente salió de la nada una enorme aleta justo en nuestra proa mientras el capitán de barco gritaba “tiburón ballena!”….

 

 

“En la emoción del momento me lancé al agua para sacarle fotos para una posterior identificación… Lo que no calculé es que también se iban a tirar detrás de mí y en tropel mis 50 clientes, algunos de ellos sin chaleco e incluso ¡sin saber nadar! Se dejaron llevar por la las ganas de ver este enorme tiburón ballena tan de cerca.

Fue algo desconcertante y asombroso ver tanta gente feliz por disfrutar de tan magnífico encuentro y tan asustados al mismo tiempo. A  los pocos segundos muchos de ellos comenzaban a mostrar signos de pánico y tuve que dedicarme a rescatar a la gran mayoría de ellos, muy asustados al ser vapuleados por el oleaje y en medio de esa sopa gris y nebulosa en la que me tenía que guiar por los gritos de las personas para conseguir localizarlos...”

Cuando volvimos a tierra, mi encuentro con el tiburón ballena parecía más bien haber sido el encuentro con una jauría de tigres de bengala, por la cantidad de arañazos y moratones infringidos por los asustados clientes durante su recuperación. Pero lo importante es que a pesar de tan extraña vivencia, todos estaban felices de haber podido encontrar al tuburón ballena y haber nadado al lado de uno de los seres más bellos e impresionantes del mar. Habían despertado su interés por el mar y sus bellas formas de vida, incluso a pesar de no saber nadar.

 

 

 

 

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