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Habakkuk; la increíble historia del barco de hielo

 

 

En 1942 las fuerzas aliadas pierden decenas de barcos de transporte hundidos en mitad del Atlántico por los submarinos U Boat alemanes, donde no llegan los aviones de la RAF para defenderlos.

 

Es más necesario que nunca una isla flotante de grandes dimensiones para reabastecer a los aviones y proteger el tráfico del Atlántico Norte.

El británico Geoffrey Pyke piensa primero en un Iceberg, y de ello surge la inspiración para el portaviones más grande de la historia; el Habakkuk fabricado en hielo.

Si no fuera porque es cierto, podría parecer una broma, pero lo cierto es que Churchill autorizó la construcción de 100 unidades, aunque ni siquiera uno de ellos vio la luz. Sin embargo en un lago Patricia de Canada, se construyó un prototipo de 60’’ de eslora y de 1.000 toneladas de desplazamiento, pero con forma de casa para evitar el espionaje y que tardó 3 años en derretirse, al que apodaron el Arca de Noe”…

Uno de los problemas para fabricar un casco de hielo provenía de la fragilidad de este material, a lo que Geoffrey supo dar respuesta al inventar el así bautizado “Pykecrete” que no es otra cosa más que pulpa de papel con virutas de madera empapadas de agua y todo ello congelado. El resultado es un producto más tenaz que el hormigón.

En una reunión en el alto mando, Montbatten disparó su pistola contra un ladrillo de agua helada saltando este en pedazos y acto seguido le metió un segundo balazo a otro de la esta argamasa helada, rebotando el proyectil que a punto estuvo de herir a un general, dejando impresionado a todos los participantes. La teoría era muy interesante; No existen límites a la fabricación en hielo, es un material que flota. Mientras se mantenga bajo su punto de congelación perdura para siempre y se puede reparar de forma inmediata congelando más agua en una posible fisura incluso en mitad de una batalla naval.

 

 

Un portaviones insumergible

El Habakkuk II de 1.200 metros de eslora debería poder soportar el ataque frontal contra torpedos alemanes y ser fácil de reparar, sin más que verter agua que se congelaría en cuestión de segundos para cerrar las posibles heridas en un casco de 12 metros de espesor de agua y serrín, impenetrable a las bombas alemanas. ¡12 metros de espesor, y 1.8 millones de toneladas de desplazamiento! Multiplicados por la superficie del casco era un volumen enorme, capaz de acabar con un bosque entero sólo para fabricar serrín y vituras de madera.

Al final el proyecto preveía utilizar también 40.000 toneladas planchas de corcho para aislar el casco y reducir las necesidades de enfriamiento que se conseguía haciendo pasar un liquido refrigerante en medio del material de Pykecrete que lo mantenía congelado a pesar de navegar en latitudes relativamente bajas, a pesar de que el Pykecrete se fundía a menos de la mitad de velocidad que el hielo corriente. El material milagroso además se podía trabajar muy fácilmente pues se podía cortar con sierras como si se tratara de madera, tornear para dar la forma deseada y soldado con más pasta que se helara.

El buque tendría 40 torres ametralladoras de gran calibre, cañones antiaéreos y bodegas para transportar a 150 aviones cazas y bombarderos B52.

El asunto pasó a ser prioritario y recibió toda la atención de Churchill que lo catalogó como alto secreto y muy alta prioridad.

Pero Pyke no fue el primero en pensar en esta idea, 12 años antes, el científico Aleman Dr. Gerke ya experimentó con esta idea en el lago de Zurich.

 

Los problemas

En los estudios de laboratorio, las pruebas indicaban que para evitar que el hielo pykecrete acabara ‘fluyendo’ como cualquier material plástico, era necesario mantenerlo muy frío por debajo de -16ºC. Además para mover toda la enorme masa y por tanto tan inmenso desplazamiento, era necesario una potencia de motores inmensa y para su gobierno se pensaba en la necesidad de construir una pala de timón de 30 metros de altura lo cual estaba fuera de la capacidad técnica de entonces, especialmente en lo concerniente a los sistemas de anclajes y grupos hidráulicos para su movimiento. La cantidad de pulpa de papel necesitada hubiera alterado de forma brusca a la industria papelera de entonces, y aunque sólo fuera para la fabricación de tubos de acero para los circuitos de refrigeración, la cantidad de ellos necesaria era inmensa. Pero lo peor era la velocidad de crucero previsible de solo unos 5 nudos, lo cual limitaba mucho su capacidad operativa.

Mientras todo esto sucedía, los aviones bombarderos aliados aumentaron mucho su radio de acción al equipar nuevos motores y mayores tanques de combustible que les permitía sobrevolar todo el océano Atlántico sin necesidad de hacer escalas. Así disminuyó enormemente la necesidad de poseer una isla flotante en mitad del mar, hasta que finalmente fue definitivamente aparcado el proyecto Habakkuk.

 

 

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