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Naufragios y pecios

 

A lo largo de la historia se han producido miles de naufragios. Las estadísticas arrojan una media de un centenar de hundimientos al año en barcos de más de 500 toneladas y miles de ellos si tenemos en cuenta hasta los más pequeños.

Teniendo en cuenta barcos de más de 500 toneladas, las estadísticas hablan de unos 100 buques perdidos todos los años a lo largo de todos los mares del planeta, debido a colisiones, incendios o

tormentas. Una cifra pequeña e inferior al 0,1% de la flota mercante total que navega por todos los mares del planeta. Pero si lo medimos por tonelaje transportado, la cifra es inferior al 0,05%, lo cual es ciertamente muy razonable, al menos en términos estadísticos.  

 

¿Por qué naufragan los barcos?

Muchos de estos hundimientos se deben a tormentas y huracanes que producen olas capaces de destrozarlos. En otros casos los barcos se hunden al encallar en una bajío, por un fallo de navegación o por problemas en el sistema de propulsión, o por el debilitamiento de sus estructuras debido a la oxidación y falta de mantenimiento o también por conflictos armados y guerras. 

La vía de agua ocasionada por la perforación del casco en su obra viva conduce si no se solventa con rapidez a un seguro hundimiento. Muchas vías de agua se producen al chocar el barco contra objetos contundentes que flotan a la deriva, como son grandes troncos o contenedores perdidos por buques mercantes y que quedan flotando entre dos aguas a ras de la superficie.

En aguas someras existe siempre el riesgo de chocar contra el fondo y originar una vía de agua. Cuando tras una rotura en los forros se inunda algunos compartimientos en una zona del barco, se produce una inestabilidad que inclina el barco a una de las bandas y somete el casco a tensiones y fuerzas para los cuales no ha sido diseñado. Otros barcos desaparecen actualmente debido a actos de piratería, o por sabotajes incluso de la propia tripulación para cobrar un seguro. Hay de todo….

 

El ferry Estonia se hundió en el Mar Báltico en 1.994

 

El fallo humano tanto de navegación como en el mantenimiento del barco está entre las primeras causas de hundimiento. Por ejemplo el ferry Estonia, que se hundió en Septiembre de 1.994 en aguas del mar Báltico durante una tormenta hace sólo unos años, llevándose consigo 850 vidas, se produjo por la apertura inesperada de la puerta de carga, cuyo mantenimiento dejaba mucho que desear. Una vez detectado el comienzo de inundación en las bodegas, el capitán restó importancia al asunto, porque el problema ya se había dado en otras ocasiones. Esa misma falta de profesionalidad condujo al desastre del famoso Titanic, que navegaba excesivamente rápido por aguas de latitud demasiado al norte, en donde la presencia de icebergs era muy previsible.

 

  

 

Durante las guerras, y especialmente en la 2ª guerra mundial, las cifras de naufragios son mucho mayores. Por ejemplo el canal de la mancha está plagado de naufragios. Entre los años 1.935 y 1.945, un total de 5.150 buques mercantes fueron torpedeados y hundidos, a los cuales se sumaron otros 600 navíos de guerra y más de 1.000 submarinos.

 

El horror de los naufragios.

Entre los hundimientos más terribles destacan los siguientes naufragios con cifras de víctimas verdaderamente aterradoras: El trasatlántico alemán Wilhelm Gustloff fue torpedeado por un submarino soviético en enero de 1.945 y en él perecieron unos 9.000 refugiados alemanes muchos de los cuales eran niños que huían de la Alemania nazi cuya rendición era ya evidente.

También el barco hospital alemán MS Goya se llevó al fondo del mar a unos 6.000 alemanes muchos de ellos impedidos. Un poco después el acorazado japonés Yamato se hundía en el pacífico arrastrando consigo la vida de 2.475 marines japoneses. El acorazado Bismarck hundido en 1.941 ocasionó 2.100 muertos.

El Titanic se hundíó en el año 1.912 tras una colisión con un iceberg y se cobró 1.523 vidas. En España, el Castillo de Olite se hundió durante la guerra civil española en la defensa de la ciudad de Cartagena y murieron 1.476 españoles. El Lusitania con 1.195 muertos, y más recientemente el barco de guerra argentino General Belgrano hundido en las islas Malvinas por un torpedo inglés se llevó la vida de 1.000 jóvenes marineros argentinos.

 

 

 

Los pecios más famosos

Los barcos hundidos esconden celosamente leyendas secretas, misterios de otros tiempos, historias sin resolver. Sólo los barcos hundidos en aguas someras a menos de 50 metros de profundidad pueden ser visitados y explorados practicando el buceo deportivo.

Se trata de un deporte asombroso en donde se conjuga la pasión por flotar ingrávido y el descubrimiento de estructuras portentosas que se mimetizan con el fondo marino. Con el paso de los años y a medida que la vida marina lo invadiendo, el pecio se embellece pacientemente. En ocasiones las imágenes son sobrecogedoras, pues nos damos cuenta de que en ellos han perecido muchas vidas. La sepulcral serenidad del momento contrasta con los momentos acaecidos justo en el momento de la tragedia y hundimiento.

Buceas junto a una enorme hélice de más de 3 metros de altura en la que crecen enormes gorgonias y remontas hasta la cubierta hasta alcanzar un gran boquete en la cubierta que te conduce a la sala de máquinas en donde contemplas los gigantescos motores y complejos mecanismos, ahora morada de morenas, meros, pulpos, corales y todo tipo de moluscos.

 

  

 

Por ejemplo en el acorazado alemán Thistlegorm hundido en aguas del Mar Rojo durante la 2º guerra mundial, alcanzas las enormes bodegas en donde sorprende encontrar una gran locomotora y diferentes motos BMW de la época. Por todas partes contemplas cajas de mortero y artillería de diferente diámetro.

 

 

A los aficionados a los pecios, sin duda hay que aconsejarles un viaje a Micronesia en la laguna de las Truk al norte de Nueva Guinea. En este lejano rincón del Océano Pacífico, los norteamericanos hundieron a toda la flota japonesa una vez finalizada la 2ª guerra mundial. Los pecios a poca profundidad reposan inmóviles formando decenas de arrecifes artificiales en donde la vida subacuática nos hace olvidar los horrores vividos por sus marinos.

 

 

 

 

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