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            Cuando vemos la luna cerca del horizonte nos parece bastante más 
            grande que cuando está encima de nuestras cabezas. Todavía nos 
            parecerá más grande cuando veamos formas en el horizonte con la que 
            compararla. Si la mide y la contrasta o saca una foto, verá que la 
            luna tiene siempre el mismo tamaño aparente. Se trata de una 
            ilusión. Nuestro cerebro interpreta el tamaño más grande al verla 
            cerca del horizonte. Si la mira boca abajo metiendo la cabeza entre 
            las piernas, verá como desaparece la ilusión, y parece retomar un 
            tamaño normal. El mismo efecto se produce al ver dos líneas del 
            mismo tamaño pero aparentando crear una perspectiva. 
                 
                 No se sabe muy 
            bien el motivo, pero probablemente nuestro celebro interprete la 
            bóveda celeste como una superficie achatada. Lo que está en el 
            horizonte es inconscientemente interpretado como algo muy lejano, y 
            por tanto a igualdad de tamaño real, nuestro celebro lo interpreta 
            como un objeto necesariamente mayor. De la misma manera, cuando 
            vemos a alguien alejado, aun siendo muy pequeñito, no tenemos la 
            sensación de estar viendo una muñequito de juguete. ¡Se imagina que 
            confundiéramos un gatito con un leoncito a 200 metros!   
              
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