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Relato de un marinero castellano

por Benjamín de Pedrojuan Amado - Agosto 2.008

 

Desde que adquirí mi preciosa Cap Camarat, siempre pensé en un periplo en solitario, para disfrutar de la navegación y del mar como única compañera. Este es mi pequeño relato y experiencias a lo largo de la costa mediterránea.

La idea venía rondándome desde hacía tiempo, y finalmente llegaba el momento de llevarla a cabo. Una aventura mediterránea sin complicaciones pero llena de buenas experiencias de navegación con mi CapCamarat. Casi una semana de

navegación por etapas desde las aguas de Tarragona hasta el puerto de Alicante. Unas 300 millas náuticas durantes las cuales pude disfrutar de las costas del Delta del Ebro, las inmensas playas del litoral castellonense y valenciano, y de los abruptos y escarpados acantilados alrededor del cabo de la Nao en las aguas de Dénia, Jávea, o Moraira, para continuar en rumbo SW por las costas de Calpe, Altea o Villajoyosa hasta mi destino final en Alicante.

 

Martes,  22 de Julio, año  2008.

El viaje al mar.

Mi salida desde tierras de Soria y los preparativos, me llenan de inquietud pensando en lo correcto de mi decisión de iniciar este viaje, son las 11:00 horas, se acerca mi despedida, llega el momento. Por un instante me arrepiento, luego me da fuerzas pensar que estoy suficientemente preparado y es mi oportunidad, este viaje lo llevo queriendo realizar desde hace años, veo a mi querida Mª Angeles y comprendo su temor.

 

Esta decidido, le abrazo con fuerza y se nos escapa a ambos unas lagrimas. Debemos ser fuertes, aunque todo el trayecto hasta Cambrils no va a ser un buen viaje, por el camino no hago mas que considerar mi decisión de querer ir solo.

 

Son las 16:00 horas, llego a puerto, los preparativos de nuestro primer amarre me permite volver a centrarme en el proyecto, vuelvo a repasar los equipos, comprobar su funcionamiento y repasar mi corta experiencia y mis apuntes náuticos que no debo olvidar.

 

Estoy en Cataluña, aunque nunca he vivido, dicen que yo nací aquí, en el Mediterráneo… (Serrat)…, son 25 euros por amarrar, doy las gracias por ello, espero que los costes no sean iguales en todo el trayecto.

Decido subir al malecón a divisar el mar, me siento algo nervioso, creo que sospecha y lee mi pensamiento, el sonido del oleaje parece preguntarme algo, ¿Tu solo?.

 

 

Miércoles, 23 de Julio.

CAMBRILS hasta SAN CARLOS DE LA RAPITA.

Navegación: 56 millas. Horas de navegación: 5 h.

Salida al mar llano como un plato, son las 10:00 horas, perfecto para mis primeros planes de navegación con una velocidad de crucero a 20 nudos, nos dirigimos a L`Ampolla, distancia de 20 millas, rumbo 190º Sur, no sé si he dicho que el mar está mas que precioso, claros y oscuras nubes en tierra que me obligan a controlar detenidamente, todo según previsión meteo recibida en mi salida, vientos que provienen de 170º SE, coinciden casi en mi rumbo.

 

Son las 13:00 horas, el viento comienza a ser más fuerte al avistar el Delta del Ebro, navegamos a 10 nudos, prácticamente amurados en dirección a la mar muy rizada, calculo de millas y previsión de 1 hora, aguanto a ritmo de mar 2 horas, llegamos a la bahía de San Carlos a las 15:00 horas, mucho más de lo previsto, estoy agotado de tanto pantocazo, el barco me ha sorprendido y hoy lo he puesto a prueba, su paso de ola es fantástico, hemos llegado todos sanos y enteros.

 

Solicito amarre, hoy no salgo, mañana la previsión meteo la indican mas favorable, tengo que controlar y revisar mejor estas previsiones, lo de hoy no tiene que volverme a pasar, y si el tiempo no es seguro, no navego.

¡Que paella!, todo un premio, se nota que hoy he hecho hambre, elijo un sitio que solo se accede al restaurante a través del mar y en barco, todo un gusto “pa mis orejas”.

 

 

Jueves, 24 de Julio.

SAN CARLOS hacia OROPESA y luego a BURRIANA.

Navegación: 63 millas. Horas de navegación: 5 horas.

Buena previsión meteo para hoy, vientos Sur mas flojos y de fuerza tres, salida 10:30 horas, mar rizado pero suave, puedo navegar a 20 nudos, mi ritmo ideal.

 

Después de 13 millas avisto Alcocebre, bonita zona, mi mar precioso, de un azul verdoso, suave, fino y hermoso, cielo despejado y soleado, que mas se le puede pedir.

 

Vinaros tranquilo, Benicarló y Peñiscola casas imponentes y playas abarrotadas, mi mar se empieza a encrespar como el día anterior, navegable entre 10 y 15 nudos, es momento de descanso y fondeo media hora, son las 12:00 horas, 20 millas mas con previsión de llegada a las 13:00 horas, con sol esplendido llegamos a Oropesa según lo previsto.

Horrible espectáculo desde el mar, Marina D`or, ciudad del “rascacielos” a mi vista, penoso, ni paro, me quedo sin palabras, inaudito horizonte.

 

Hora de comer en el Náutico de Oropesa, me informo de varios restaurantes, según me dicen en la gasolinera, uno para carteras llenas y otro al que voy, más sencillo, se nota que hoy no es festivo, amarro justo en la puerta…. que lujo.

 

¿Será como ayer?,  resultado: buena ración de “moluscos”, estupenda manera de acabar la mañana.

 

Suelto amarras a las 16:00 horas, con “to” el solazo, si puedo, nada más salir de puerto buscaremos una cala para fondear y echar una siestecita a ritmo de las olas, dentro de mi pequeño camarote… genial.

 

Mi barco Sandrana y yo nos dirigimos a Castellón y con destino final en dos horas de llegada a Burriana, mi mar rizadito, algún que otro pantocazo y cada vez que paso uno gordo se apaga la sonda de profundidad, algo tenía que pasar, lo mejor es que el barco responde, magnifico Jeanneau, ¡como pasa rizos y olas entre 15 y 20 nudos!

 

Me estoy poniendo negro del sol y de ver que entre tanto movimiento, no aguanta la bolsa de las pequeñas cosas, se descuelga porque se ha roto el enganche, tengo que buscar sobre la marcha soluciones para mantener todo en su sitio, no puedo admitir tanto desbarajuste, me pone nervioso.

 

Avistamos Castellón, la civilización en grado superior, enormes cargueros y una refinería, alguien tiene que fabricar mi combustible, por cierto, voy mejor de consumo cuando navego a 20 nudos, el barco planea suave y no frena.

El mar a 25º, calido y perfecto para un baño en medio de la nada… perfecto antes de llegar a puerto.

 

Llegamos a Burriana, población que no conozco, me agrada la amabilidad de Capitanía, sitio tranquilo y buen amarre, cada vez domino mejor los atraques, me acuerdo hasta de las maniobras de libro, me permito ayudar a bellas marineras del club de vela, lo agradecen, siempre es bueno que alguien te ayude, no hay cosa peor que ver que te observan y ni se acercan a ofrecer ayuda, estando a flote todo es distinto.

 

A cenar, llamar a Mª Angeles, y a dormir.

 

 

Viernes, 25 de Julio.

BURRIANA navegación hacia VALENCIA y destino en CULLERA.

Navegación:  57 millas. Horas de navegación:  6 horas.

Empieza el baile a las 11:00 horas, letra 190º SO y 60 próximas millas, música de Mercury 75 cv y el desplazamiento magnifico provocado por el casco de mi Jeanneau de 17 pies, compositor capitán Benjamín, único pasajero, titulo fe, esperanza, caridad, y en tus manos encomiendo mi espíritu, un día mas.

 

Vamos rumbo a Valencia, hoy salimos algo tarde, asuntos de llamadas de trabajo que tenía pendientes de realizar, llevo varios días evitando estas llamadas pues se me hace difícil enfrentarme a la realidad en este ambiente. No sé que día es hoy, creo que Viernes, ¿será bueno este estado de confusión?.

 

Buena previsión de tiempo para hoy, el viento ha cambiado al sureste, mejor, así, navegaremos con el mar de amura y de esta forma mas cómodos. Ante mí un día soleado, mi mar de un azul encantador, navegable a 20 nudos, mi ritmo ideal.

 

Recuerdo que ayer, en que el mar estaba suave y liso, llegué a alcanzar 39 nudos durante varios minutos, ¡un capricho!, un placer que de vez en cuando me doy, si las condiciones lo permiten. En el agua dulce de nuestro habitual lago, solo consigo 32 nudos a causa de la altitud y la diferente densidad del agua.

 

Navegamos 15 millas y a la altura de Sagunto, decido hacer algo anormal en mí, voy a tomar el sol sin camiseta!!,  imagino la voz de Mª Angeles diciendo: ¡pero no olvides darte crema!, cosa difícil de hacer solo, ella siempre me ayuda, fue su idea llevarla a bordo, hago un esfuerzo, me la doy y a correr.

 

Cuando menos lo esperas, pasa algo, siento un ruido en popa, horror, se acaba de caer por la borda el mástil de luz “todo horizonte” con el pabellón nacional adosado!.

 

Se precisa urgente rescate, somos pocos a bordo y no me puedo permitir perder a nadie, curva de Butakov perfecta y el mástil de luz con el pabellón nacional, flotando por la proa. Me siento aliviado con el preciado rescate y rescatar sobre todo el pabellón nacional de mi barco y de todos los españoles, que alivio. Consecuencias: rotura de la base de conexión y me quedé sin luz. Esta embarcación se ha quedado con menos luces que una “patera”, y eso que antes tenía pocas. La solución esta en una reparación pertinente de fortuna, algo chapucera, y consigo que vuelva a flamear tan preciado pabellón.

 

A la vista tenemos Valencia y nos adentramos en el náutico Copa América, que desolación, es nuevo y esta completamente desierto, ni tan siquiera una replica del famoso “Alinghi”, con esta desilusión ni nos amarramos y nos volvemos al mar en dirección al náutico de Valencia. El calor es asfixiante y para colmo, la peor comida de la semana por ahora, cuando mas importante la población, peor.

 

Navegamos dirección Cullera, el náutico esta en la desembocadura del río según mis cartas náuticas, el mar se riza demasiado, no paso de 10 nudos. Por cierto, cuando el pantocazo es excesivo, la sonda de profundidad se apaga, me da la sensación que por miedo, cierra los ojos y no quiere ver. Será como mi Mª Ángeles en el mar, una “caguica”.

 

Llegamos al náutico de Cullera y vaya forma de atracar, me abarloan a otros cuatro barcos de mi tamaño. Es lo que hay, mas no se puede pedir, me dicen, todos están igual, algo curioso, creo que después del quinto barco no amarran a nadie mas, ¡soy el quinto y nadie tendrá que pasar por encima de mi!, eso si, yo tengo que pisotear a todos para salir a tierra, ¡como tropiece entre tantos cabos, me voy al agua seguro!.

Hoy no he hecho más que ver pequeños veleros tipo “Pedro”, con sus velas al viento, les devuelvo los saludos al pasar, me observan y yo a ellos más, les acerco con los prismáticos hasta donde no llego, con que paz navegan,  todo su silencio y tranquilidad me atraen de una manera especial.

 

Por cierto, ayer no conté que a cinco metros de mi amarre se encontraba amarrado un catamarán de 40 pies, soberbio, arrogante, que arboladura, que jarcia, que mástil interminable. De pronto, se abre la cabina y sale un hombre de mediana edad, alto, estilizado, corte de pelo como yo, (calvo, única semejanza a mí), que brazos, musculatura y espalda, todo un armario, que equilibrio y consonancia con su barco, con un bañador tipo slip y ajustadísimo a su redondo culo. Algunas  preguntareis: ¡como tiene que tener el camarote!, me mira de reojo, disimulo, estoy entretenido en mis notas del diario, se dirige hacia las duchas y por el camino, saluda con especial simpatía a marineras de barcos vecinos, se aleja.

 

Vuelvo a recrearme en su hermoso barco, encuentro a mi entender un defecto a tener en cuenta…, necesita por lo menos, de tres puntos de amarre seguidos para atracar a gusto.  Que despilfarro de terreno, si decide ir a otro puerto, tendrá que hacer reserva el año anterior, comparando con las pegas que me ponen a mí, con mi 17 pies de eslora.

 

Imaginemos por un momento (imaginar es gratis) a semejante artefacto y su enorme arboladura con todo el trapo extendido, velas hinchadas hasta la exageración, viento real de 25 nudos. Ahora, dos sólidos marineros para hacer banda: señores Pedro y Leandro. En el interior del camarote, Mª Ángeles, Felisa y Lorena preparando una exquisita infusión de manzanilla tipo Pita. Ana y Laura, estas jóvenes y valientes acompañando en la banda, todo el peso por pequeño es valido, a cada una de las niñas les rodean dos enormes brazos para sujetarlas, me tranquiliza, los chalecos a tope, nos preparamos para realizar una ceñida brutal, ya que las señoras están entretenidas.

 

Seguimos soñando… el casco de barlovento esta empezando a despegar del agua, solo toca escasamente su timón,  ¿a que no sabéis quien gobierna la enorme y única rueda de timón?, ¡pues yo!, el Benja, ¡no faltaba mas!. Sentimos quejas del interior del camarote, mi querida Mª Ángeles se muerde hasta las cejas para no gritar de terror, Laura la veo mas tranquila, Felisa mas acostumbrada, se queja menos, por nuestra parte no hacemos mucho caso y disfrutamos de la gran velocidad. No me da ni tiempo de ver la corredera, el entusiasmo en cubierta es general, Ana y Laura encantadas, cosa que me alegro. En medio de semejante estado, oigo la voz de Leandro que dice: ¡Benjamin, Benjamin que vamos a pique!, yo prepotente y extrañado, no hago caso de un marinero de titulación inferior, y le digo: ¿pero no nos dirigíamos a Gijon?...

 

¡Plop!... solo fue un sueño… con un chiste final, fácil.

 

 

Sábado, 26 de Julio.

CULLERA navegando a DENIA y destino en MORAIRA.

Navegación:   45 millas. Horas de navegación:  4 horas.

Hoy me han dado “dianas” a las 07:00 horas, como pensaba ayer, mis previsiones son ciertas, y como no se podría esperar de otra manera, algunos de mis cuatro compañeros de amarre abarloado, se decidiría a ir de pesca bien tempranito. No me debo quejar pues uno de ellos quería salir a las 06:00 horas, pero su amigo retraso la salida. No sólo desamarró uno a las 07:00 horas, después fue otro a las 08:00 horas… paciencia.

 

Es una autentica dosis de habilidad, por parte de los marineros del náutico, ver como realizan el desamarre del barco mas próximo al pantalón, amarras, cabos de todos los colores, largos, springs de todo tipo. Ayer me hice cruces de cómo lo harían y hasta sospeche que pudieran acordar la hora de salida todos a la vez, ingenuo de mí.

 

Como imagino la cara que pondría Luisa, viendo como su bonito barco, es invadido y literalmente pisoteado por fornidos marineros de puerto y las chanclas de rudos pescadores pasando sin pudor por proa y popa, para soltar y atar cabos, defensas y largos, y encima bien temprano.

 

No hace falta decir que me despertaron, y me sentí con buen humor, raro en mi nada mas despertar. Entre el buenos días y el asombro que tenían al verme salir de mi escaso camarote, se interesaron por mi procedencia, que con total rotundidad añadí que del Soberano Reino de Castilla y que mi presencia era para dar testimonio de que estas tierras reconquistadas, siguen siendo fieles a la corona y cumplen con las entregas de tributos por ser provincias conquistadas por el valeroso Don Rodrigo Díaz de Vivar y sus fieles vasallos, que literalmente expulsaron a los Musulmanes de la península, así, de esta forma unificada, convertida en una grande y… hermosa nación.

Me despido de ellos en cortesía, deseándoles buena pesca y siento que me rinden por mis atribuciones, cierta “pleitesía”.

 

Mi desamarre no necesita ayuda, me encuentro colocado el ultimo de la fila, así que suelto amarras y navego río abajo la próxima milla de recorrido que hay hasta el mar.

 

Reflexiono con estas tierras, ¿no será que en estos años, nos vuelven los Moros a conquistar con tanto asentamiento?, ojo y vigilemos.

 

Salgo a mi mar, no tengo que insistir en su belleza insultante. Sigo teniendo noticias meteorológicas muy favorables.

 

Me sorprende el cambio de viento, según mi compás, lo recibo del norte, justo en mi popa, ¡magnifico!, he de recordar que los anteriores tres días de singladura, lo recibía por la proa y por la amura de babor, no pudiendo cambiar mi rumbo, teniendo que realizar algunos bordos para no recibir mar de proa, se hacia a veces incomodo con tanto pantocazo.

 

No hago mas que salir a mar abierto y hoy, creo que voy a tener suerte, y la tengo porque… atención: estoy cabalgando y haciendo surf sobre las olas, a favor de mar, con algo de mar de fondo, ¡Inmenso placer!. Controlo la velocidad para permanecer el más tiempo posible sobre las olas, surfeando con 1000 Kg. de barco, en semejante estado de satisfacción, paso al menos tres millas, el mar cambia constantemente, como mi entusiasmo náutico.

Después de estos días navegando, noto cierta sensación en brazos y piernas, que de tanta tensión y esfuerzo por mantener el rumbo con un agitado mar, y cambiando constantemente de brazos para sujetar firme la rueda de gobierno, tendré que presumir de morenos y musculados miembros al terminar mi travesía.

 

No tengo seguro de que el viento por la tarde permanezca por mi popa, el mar se hace mas violento por las tardes, si así fuera, debo de tener cuidado en controlar mi velocidad y surfear sin control sobre las olas, puesto que si me paso de velocidad, mi proa podría pinchar una ola, y tener la fatal consecuencia de volcar por la proa, nada mas fácil puede ser dada mi corta eslora de 17  pies. Por mi tranquilidad no puedo permitir semejante error, el mar siempre exige nuestro respeto, disfrutando y adaptándonos a el, con un mínimo de sentido común.

Después de 25 millas avistamos la costa de Denia. Sus primeras urbanizaciones son de mi gusto, sin aglomeraciones y con un máximo de tres alturas. Es raro y me sorprende que ningún “pudiente” haya sido capaz de realizar enormes edificios a pie de costa como en anteriores poblaciones, el entorno es relajante, son las 12:00 horas y decido fondear y observar las hermosas montañas tras de Denia.

 

Estoy cambiando mis hábitos, no soy muy aficionado a quitarme la camiseta y darme cremas solares, todo sea por protegerme del sol y con un poco de practica y paciencia, conseguiré lucir un moreno espectacular tipo Julio Iglesias, y que a mi regreso, no sea solo Matilde la única con color playero tipo “chic” vacacional.

 

Aprovecho el momento de fondeo para un tranquilo baño en soledad. Después no hay nada mas relajante que estar tumbado en la punta de la proa y sentir con un vaivén constante, el suave movimiento que mece y te acuna, con el sonido del chapoteo del agua contra el barco… un placer.

 

Siempre en el horizonte y ante mi vista, sigo observando velas hinchadas al viento, como ligeras y frágiles mariposas del mar… ¡algún día será mi turno!.

 

Decido zarpar y creo que tengo un pequeño problema, siempre busco arenas y fondeaderos suaves para fondear y en este caso, se debe de haber enrocado y atascado mi ancla a 5 metros de profundidad. Inicio labores de libro con el motor, intento maniobras en contra de la posición del ancla, me cuesta creer que tengo que utilizar opciones alternativas, lo que queda claro es que solo no se va a soltar, no puedo permitir dejar a nadie de este barco a su suerte, el ancla es un elemento útil y de seguridad.

 

Opción pensada: me disfrazo con el traje de hombre “rana”, con chanclas anchas a juego, me coloco unas gafas de buceo compradas en un todo a cien de costa, con un solo ojo gigante con tubito respirador, y de esos que si no controlas bien la respiración, te sumerges y entra agua en el tubito y te pegas un trago que sabe a demonios.

 

Con semejante equipamiento me siento algo raro, no me sienta del todo bien pensando en mi mal tipo, algo redondeado, pienso que para gente como yo, el Ministerio de Medio Ambiente tendría que cobrar un canon especial por distorsionar el entorno.

 

Esto no le ocurre al amigo Ricardo cuando se lo enfunda, puesto que a un hombre bien formado como él, le realza su potente tórax y hombros. Dicho señor, procede del Soberano Reino de Castilla, ejemplar vasallo, hidalgo servicial, le da lo mismo lanza o espada, el cual me rinde respetos por ser marino de rango inferior.

 

Venga, vamos a ser valientes y rescatar al amigo apresado en las rocas y a cinco metros, eso no es nada, me animo yo solo.

 

No tardo ni 30 segundos en volver a subir, fantástico, ha sido mas fácil de lo previsto.

 

Pero… ¡que despiste!, estando en el agua y al soltar el ancla y subirla a bordo y en pleno entusiasmo, no me da tiempo a sujetar el barco, y en un golpe de mar, el muy mal educado se marcha hacia la playa sin despedirse ni agradecerlo. Estas embarcaciones francesas, mucho “glamour” pero a mi me deja que se me empañan hasta las gafas de ojo gigante sin poder remediarlo. Siento de verdad que no me crispo, será que me aproximo al medio siglo de edad y el temple lo empiezo a controlar.

 

¡Adiós barco desagradecido, (ya me irrito y doy voces) dejar a tu capitán a trescientos metros de la playa, solo y desatendido!, esto es un amotinamiento de todo el equipo, ya quedaras varado y te daré millas de enormes pantocazos, y te haré crujir de dolor hasta el último mamparo para que vuelvas a repetirlo.

 

¿Sabéis que puede ser, que lo que acabo de relatar es pura literatura?

 

¿Cómo solté el ancla?. Con el motor haciendo mil maniobras, o con mi traje de hombre rana. Hasta los que me conocéis bien, lo vais a dudar.

 

Hablando de la travesía del día anterior, y al paso por la población del Perello, situada a cinco millas al sur de Valencia, me llegan recuerdos de un viaje de fin de semana que hicimos este año en el mes de Mayo, en compañía de Eduardo y su familia, a los cuales debo gratitud por su hospitalidad. Fue un viaje o una escapada de salida muy habitual de gentes de la gran ciudad, con largas colas y retenciones en plena carretera, en estas situaciones, las gentes de pequeñas poblaciones no estamos muy acostumbrados, disponemos de campo y zonas tranquilas a escasos minutos de casa, debe ser un privilegio.

 

En este viaje, mi querido barco se quedo en casa muy a mi pesar, recuerdo que me pase dos días observando con verdadera envidia a todo barco que pasaba navegando ante mis ojos, les notaba al pasar cierta chulería, y hasta  mi mente calenturienta llego a pensar que lo estaban haciendo adrede. Hay que reconocer, que después de un largo invierno en tierra, cuando se acercan estas fechas, mis deseos de navegar crecen sin control.

 

Toda esta dependencia a esta afición, y el verdadero culpable de iniciarme, la tiene mi amigo Eduardo, por ayudarme a comprar mi primera embarcación, solo puedo decir… gracias.

Continuamos navegando y pasamos Denia, que buenos recuerdos tengo de esta población hace 27 años, disfrutando de un viaje de novios con Mª Ángeles, compartido con Luis y Carmen, casados todos a la vez y el mismo día.

 

Conservo en la memoria la imagen de Fermín, mi suegro, bajando hacia la iglesia, llevando a dos de sus cinco bellas hijas del brazo, todo orgulloso y con un impresionante aspecto de general. Que pensaría de mí aquel hombre castellano, luchador por sus tierras de labor, entregando a una de sus preciadas joyas, a un joven de rizados y largos pelos, componente de un grupo musical, con ambiciones de colarse en la música de los años 80. ¡Mejor que no me lo digan nunca!.

 

Dejando a un lado pensamientos personales, seguimos rumbo al sur, a partir de Denia tengo que revisar las cartas y mi derrotero detenidamente, hasta Alicante para mi es desconocido, navegamos tres millas y empiezo a divisar el gran cabo de San Antonio que se inicia al sur de Denia, observo una gran diferencia con las anteriores zonas navegadas, predominando las tierras llanas y largas playas, me asombran estos enormes acantilados, calculo que con una altura aproximada de 500 metros totalmente verticales, estas vistas reconozco que me atraen, mi mar comienza a tomar un color temerosamente oscuro, compruebo la sonda de profundidad, mide unos espectaculares 40 metros bajo mi pequeño casco y a una distancia de 100 metros del acantilado, desconfío de mi seguridad y sigo la derrota de otros barcos. Bajo estos enormes acantilados viéndolos desde el mar, me doy mas cuenta que voy completamente solo, me siento pequeño en estos lugares, paro el motor y me dejo a la deriva.

 

Prismáticos, quiero verlo todo, encuentro pequeñas calas con barcos fondeados, me incluyo entre ellos, estamos protegidos del viento y el mar completamente en calma, me dejo llevar por estos pequeños placeres náuticos.

Delante de mi proa y en mi derrota, navega una Zodiac, ralentiza su velocidad y se va aproximando al acantilado entre algunas rocas. Tengo un presentimiento, decido seguirla, mi anterior barco era también una neumática, perfecta para explorar sitios escondidos y especiales, desaparece de mi vista, me acerco con cautela, no confío y desconozco esta zona, me detengo unos minutos y espero a que vuelva a aparecer, no se oye ningún motor, la sonda de profundidad me indica unos tres metros, el mar en calma, pequeñas olas contra el acantilado, no puedo perderme el descubrir donde ha entrado, mi curiosidad a “cien”, muy despacio, decido acercarme hasta un pequeño pasillo entre dos paredes de roca, no consigo ver de frente ninguna entrada, tiemblo de emoción al acercarme y por fin, mi proa enfila algo mas sorprendente de lo que esperaba, soltando mi carga de emoción al entrar en una enorme cueva, un capricho de la naturaleza, aproximadamente 30 metros de altura, 60 metros de fondo y 30 metros de anchura, la entrada no tenia mas de 8 metros de mar, y en su interior, mi esperada Zodiac fondeada. Sigue mi sorpresa pues no veo a sus ocupantes, la ligera oscuridad atemoriza, con una profundidad de 3 metros el fondo es claro y transparente como el cristal, me dispongo a fondear entusiasmado por el encuentro con esta maravilla de la naturaleza y relajar mi espíritu, y como no, darme un merecido baño.

 

Oigo voces, no estoy solo, la espectacular cueva mejor verla en compañía, son españoles, les saludo y comprenden mi sorpresa, ellos conocen bien la cueva, y señalan que la conoce todo el mundo, debo de ser el ultimo que faltaba por conocerla, un record batido.

 

Todos en el agua y a una temperatura de 25º, me conducen nadando hasta un rincón de la cueva y me prometen que me gustara, pasamos buceando por un pequeño hueco de entre las rocas a modo de sifón, y al salir al otro lado, una pequeña bóveda de no mas de tres metros cuadrados y un metro de altura, iluminada el techo por la luz a través del agua, procedente de la gran cueva, precioso momento, aunque permanecer dentro mucho tiempo produce cierto temor. Mi estancia en la cueva se prolonga una hora, descanso y relajante tranquilidad para proseguir el viaje.

Ante mi vista, según mis coordenadas náuticas, encuentro Javea y su bahía, a tener en cuenta que a bordo y en el mar no existen indicadores de lugar, la naturaleza, faros y formas especiales son suficientes, aparte de las demarcaciones náuticas, las cuales no describo. Las edificaciones concuerdan con el entorno sin pasar las tres alturas, me agrada que no exista masificación que mas adelante pienso me encontrare, y por supuesto, con el habitual turismo “a granel”, en mastodónticas edificaciones, insultantes a la naturaleza y al mar.

 

Seguimos bordeando el enorme cabo, navego con previsión de llegada al puerto de Moraira, recuerdo que Migue Ríos dedicaba unas notas en una canción, deseo que este puerto sea tranquilo y de mi agrado.

 

Avistada la población frente a mi proa, tengo la sensación de acertada mi singladura a este destino, apariencia tranquila, formas marineras y bajas. En Capitanía me designan un amarre muy cómodo y curioso, justo al lado donde los niños tienen por costumbre alimentar a los peces del puerto, los veo enormes, boqueando impacientes a turistas de todos los países. En una escasa hora estos peces, habrán recibido al menos cinco barras de pan. Son las 22:00 horas, he de llamar a Mª Ángeles, estará impaciente.

 

 

Domingo, día 27 de Julio.

MORAIRA navegando a VILLAJOYOSA y destino final en ALICANTE.

Navegación:   51 millas. Horas de navegación:   4 horas.

Hoy es domingo, me despierto mas pronto que de costumbre, son las 7:00 horas, y hace una mañana radiante, anoche estuve paseando las calles de esta pequeña población, llenas de colorido turístico y en especial por ser noche de sábado, luces, ruido y muchos jóvenes. 

 

Me siento algo apenado, angustiado quizá, porque esta tarde tendré que hacer algo así como cantar, igual que en mi querida tierra de Pamplona cantaríamos el ultimo día de fiestas, entonando un emotivo “pobre de mi”, pero en solitario, pensando que en las próximas 50 millas, arribaré en Alicante, poniendo fin a mi viaje.

Me prometo, que si mi salud y mis medios lo permiten, continuare este trayecto en dirección sur, hasta el final del mediterráneo.

 

Por ahora considero más que suficiente y que al termino de esta travesía, habrán transcurrido 300 millas náuticas, más que de sobra para mi corta experiencia.

 

Despierto pronto, porque hoy puede ser un gran día, plantéatelo así (me recuerda Serrat), vaya que si. Me encuentro animado y decido salir de este magnifico lugar, sin prisa, a dos nudos, procurando no levantar con mi motor, el mas mínimo oleaje al salir de puerto, intento ser respetuoso siempre.

 

¿No he contado nada de mis noches pernoctando en el barco?. He de reconocer, que salvo pequeñas siestas, no había tenido mas ocasiones de comprobar su “confort”, todo es cuestión de organizarse en tan reducido espacio.

Hay que indicar, que el increíble camarote de mi maravillosa Sandrana, tiene forma triangular, con un largo de 2 metros, una anchura de 1,10 metros, y la parte mas alta poniéndome de rodillas, mi calva, da en el techo… Todo un camarote del mas alto “standing”, completamente unipersonal, para mi, el mejor barco que tengo del mundo.

 

La primera noche me acosté preocupado, tarde en dormir pensando si me podré despertar, si otro barco me aborda estando dormido. Hay que tener en cuenta que mi sueño es muy duro, y siempre digo que aunque me pase un tren (en este caso un barco) no me despierto. Estoy acostumbrado a contar con ella, Mª Ángeles, que siempre vela por mi y cuida mi reposo. Siempre dice que no agradecemos su labor familiar en casa, no existen palabras para agradecérselo, y mis hijas y yo no se lo podemos demostrar de forma suficiente, ella nunca esta conforme, su carácter lo impide.

 

El caso es que he dormido a bordo como un rey, como estaba solo, no he tenido que controlar mis ventosidades, al despertar he bostezado haciendo un ruido espantoso y, me han picado los mosquitos, con ello he servido de alimento a algunos seres del lugar, y posiblemente… he roncado como un autentico lobo de mar.

 

Quizá por educación, mis vecinos del pantalán no se han quejado de todo esto, habrá sido por conocer mi origen y nobleza castellana, estas atribuciones imponen un poco, he de reconocer.

Navegamos y recorremos un litoral con hermosas playas, vuelven las largas bahías, mi mar, que no me olvido de él, esta suave y con ligeras crestas, el viento sigue siendo de procedencia norte, sigo en algunos momentos navegando a favor de mar, la escasa intensidad del oleaje no permite surfear entre las olas. Ayer, con mismo viento norte, estando sobre una ola, que por lo que se ve venia de Cataluña, y en mi insistencia en permanecer sobre ella, me mira ceñuda y dijo: “tendrás que pagarme peaje, nene”, algo añadió de “plau” que no entendí, y se fue con viento fresco.

 

¡No faltaba mas!, en vacaciones no puedo consentir discutir con nada ni nadie, y mas con el motor en marcha, el sonido me hace gritar y luego duele la garganta.

 

Avistando la ciudad de vacaciones a “granel” de Benidorm, son las 12:00 horas y toca fondear a una distancia reglamentaria de 200 metros de playa.

 

Curiosa vista ante mis ojos: diviso una lancha rápida, arrastrando un largo cabo, dos señores sentados colgando sus piernas, muchos hilos por encima de ellos y un enorme trapo de colores en forma de seta o boletus, que parece flotar en el aire. Me enfundo los prismáticos y les veo que disfrutan del paseo aéreo. Curioso invento, pero como se rompa el largo cabo, nos vamos a reír todos, ja, ja.

 

La ventaja de navegar solo es que si algo haces mal, te equivocas, se te escapa el barco solo y demás…, nadie conocido se ríe de tus torpezas, no sientes bochorno alguno, pero después de estos días, me hubiera gustado que estuvieran mis tres chicas conmigo. Explicación: tengo dos, la tercera es su mama, mi Mª Ángeles.

 

Estoy frente a la playa y seguro disfrutarían de ella las tres. Ana y Mª Angeles las veré en varios días, la mayor Sandra, la veo menos pero se que esta bien, su madre me informa. ¿Sabéis el nombre del barco protagonista de este relato?, su nombre es Sandrana, mis dos chicas.

 

Nos vamos de nuevo a Benidorm, no pienso decir que sus abarrotadas playas no me gusten, ni que sus hermosos y gigantes edificios estén mal, que va, que va. Pero lo que si voy a decir es, que no encuentro, y lo intento, el motivo de cómo el ser humano es capaz de llegar a semejante desacierto.

 

Suelto el fondeo y me alejo sin volver la vista, no sea que al hacerlo, encuentre algo positivo.

Navegamos 10 millas hacia el sur, al medio día una rápida comida en Villajoyosa, siento que de forma instintiva reducimos nuestra velocidad de crucero, recreándonos en cada cala con refrescantes baños, sentimos Sandrana y yo que tenemos que apurar las escasas 15 millas que restan para llegar a Alicante, ya muy cercano el puerto.

 

Fondeamos junto a otros barcos, necesitamos detener el tiempo, disfrutamos sin prisa de la calidad de vida que dijera Leandro, no me olvido de su Lorena y Laura, supongo y deseo que estén contentos en su nueva residencia de verano, cada uno disfruta de sus cosas.

 

Recuero haber oído a Ángel (hidalgo castellano) y su esposa Alba, que tienen conquistada una propiedad por estas latitudes, desconozco y no tengo datos de la población exacta y como consiguió arrebatársela a los infieles moriscos, o fue en prenda por sus servicios a la Corona de Castilla, no tengo datos al respecto de estos hechos.

 

Supongo, y es un suponer, que otro gran caballero, también hidalgo y cortesano de envergadura de lejos fácilmente divisada en lontananza, de nombre Ismael, pudo encontrarse en estos lugares, que junto al caballero Ángel, blandieran sus espadas y conquistaran el corazón de bellas doncellas, lo he de suponer, no tengo datos al respecto.

 

Podría ser que a bordo de una goleta de tres palos, capitaneada por otro gran caballero y cortesano, Sr. Lauro, hombre de gran valía y seguridad con las velas, ingenioso constructor de buques y acastillajes, ameno relatador de versos y acertadas anécdotas, y por supuesto, buen consejero real. Él pudo ser quien los llevó en su barco a la conquista del infiel. No debo dejar de lado la posible compañía del buen vasallo Ricardo, que con su espectacular estampa aterrorizó a todos los moriscos. Si algo pudo ser así, no me extraña que desaparecieran todos de aquí.

 

Antes de levar anclas, me resisto a hacerlo, he de contar que no soy hombre de mar, ni todos los nombres aquí descritos lo son, tenemos el gusto de compartir una zona de navegación y fondeo compuesto por una docena de embarcaciones y año tras año, colocamos nuestra boya de amarre, y nos dedicamos a disfrutar de un lago en pleno interior de Castilla, no me pidas su nombre, lo dejo en anonimato, cuenta con 5 Km2 de superficie, ideal para deportes náuticos, en un entorno de montañas repletas de pinares y senderismo natural sin limite. 

 

Te diré que en pleno verano por las noches, dormimos en pijama, las aguas son frescas y limpias, no existen urbanizaciones, no existe la más mínima masificación, un entorno de calas y pequeñas playas de fina arena, que en nuestro hablar, tienen todas sus propios nombres. 

 

En ciertas noches nos visita una impresionante luna llena, iluminando con su estela el lago y dejando nuestros barcos en una sombra su contorno, pienso que fue aquí, entre la Jara existente, podría estar escondido el famoso toro del cantar… enamorado de la luna.

 

No insistas en que indique coordenadas de situación, y si alguna vez encuentras nuestro lago, respeta el entorno y disfruta como nosotros, de esta manera serás bien recibido.

 

Llegamos al puerto de Alicante, nada mas traspasar la enfilación de marcas laterales y entrando en la larga bocana a puerto, he comprendido que este para mi, gran viaje,  ha terminado.

 

Trescientas millas cumplidas con honor y orgullo.

 

   

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