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2015

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El tesoro del galeón San José

 

 

Los cañonazos traicioneros de los piratas ingleses sacuden la jarcia del San José en las aguas de Cartagena de Indias. 600 marineros luchan por mantenerlo a flote y detener las vías de agua producidas por los proyectiles británicos en este infierno desencadenado en la península de Barú, a unas 15 millas de Cartagena.

Finalmente el 8 de Junio de 1.708 se hunde en aguas del caribe arrastrando consigo unos 15.000 millones de euros (actuales) en metales preciosos y esmeraldas.

En las bodegas viajan custodiados por la guardia, 11 millones de monedas de ocho escudos de oro y plata, así como numerosas joyas y piedras preciosas y otras 200 toneladas de cargamento. 

El codiciado botín, cargado en ePanamá ha llegado a conocimiento de los piratas ingleses que llevan tiempo acechando a los navíos de la Corona española.

307 años después de su hundimiento, el San José, uno de los galeones más grandes y más buscado desde hace décadas, ha sido localizado por el Gobierno de Colombia junto con una empresa privada dedicada a los rescates submarinos, en Noviembre de 2.015 en aguas profundas y a unos 300 metros de profundidad, utilizándose para ello submarinos teledirigidos.

Los cañones de bronce, en muy buen estado de conservación, no dejan lugar a dudas de que se trata del pecio del San José, y junto a ellos ya se han localizado vasijas y diferentes objetos, algunos de los cuales han sido sacados a la superficie. Las operaciones de arqueología submarina pueden durar varios años y todo el patrimonio subacuático extraído dará lugar un nuevo museo en Cartagena de Indias dedicado a este galeón español.

 

El galeón San José

El buque, de 31 metros de eslora y 10 de manga, desplazaba 1.200 toneladas y fue diseñado por Francisco Antonio Garrote y construido en los astilleros Mapil de Usurbi, cerca de San Sebastián, junto con otro idéntico bautizado con el San Joaquín. Disponía de 2 cubiertas, y aunque podía armar en su amuras 70 cañones, finalmente fue equipado con 60 de diferentes calibres.

 

 

Al poco de ser entregada por el astillero, la San José defendió en 1.702 la ciudad de Cádiz del ataque de los ingleses mandados por el almirante George Rooke. Al ser repelidos por los gaditanos la escuadra inglesa navega hacia Lisboa camino de Inglaterra, donde recibe información de la llegada de otros buques de Nueva España refugiados en la bahía de Vigo. La flota de Manuel de Velasco es capturada por el corsario ingles, que previamente había saqueado Rota y Santa María, destruyendo casas y quemando barcos mercantes preparados para zarpar junto con la flota de José Fernández de Santillán.

Tras 7 años de esperas, la nave almiranta San José, al mando de general José Fernández de Santillán, larga amarras en 1.706 junto con otros 10 barcos en la flota mercante española custodiados también por el San Joaquín, al mando de Miguél Agustín de Villanueva, y la Santa Cruz, un barco mercante armado con 44 cañones. La flota navega a las Américas junto con otra flota española de 13 mercantes más y otros 3 de guerra dirigidos por el navío Nuestra Señora de Guadalupe de la armada de Barlovento.

 

La carga del tesoro

Tras 41 día de travesía, los casi 30 barcos arriban a Cartagena de Indias sin ningún contratiempo. La Corona Española ansiaba su regreso con las riquezas para pagar los gastos que ocasionaban el mantenimiento de flotas y tripulaciones. Así varios barcos mercantes cargados con oro  y plata parten del Callao en Lima, Perú, y navegan por el Océano Pacífico hasta Panamá donde desembarcan las mercancías con destino a la feria comercial de Portobelo.

Allí también coincide la flota que ha partido de Cartagena de Indias a su encuentro navegando por la costa del Caribe. Concluida la feria comercial de Portobelo, no sin ciertas desavenencias entre los gobernadores y los comerciantes, que utilizan la picaresca para defraudar a los tributos de la Hacienda Real como era norma, parte de la flota se dispone a zarpar hacia la Habana en Cuba con 22 millones de monedas de las cuales más de la mitad se encuentran en el San José.

 

 

Pero desde Jamaica el pirata Charles Wager, que sabe de la existencia de tan importante cargamento, patrulla la zona  con los navíos Expedition, la Kingston, la Portand y la Vulture, de 74, 60, 50 y 8 cañones respectivamente. José de Zúñiga gobernador de Cartagena sabe del desembarco de la flota inglesa en las Islas del Rosario en donde se abastecen de agua y alimentos los ingleses, a la espera de buscar la ocasión para cometer el pillaje, y por ello manda informar al general de la flota española sobre dichos movimientos y sobre la situación de la escuadra inglesa.

 

 

A pesar de estas noticias,  José Fernández de Santillán zarpa con la flota el 28 de mayo de 1.708, pues se acerca la temporada de huracanes en el Caribe y el peligro meteorológico acecha tanto como los malvados ingleses. En la Habana esperaba la escuadra francesa que debía ayudar a custodiar la flota hasta España. Así el San José con 64 cañones, junto con el San Joaquín armado con otros 64 cañones, el mercante armado Santa Cruz de 44 cañones,  Nuestra Señora de la Concepción de 40 cañones, Nuestra Señora del Carmen de 24 cañones y los dos barcos franceses la Mieta y la Saint Sprit de 34 y 32 cañones comienzan la singladura hacia Cuba con escala en Cartagena, con la confianza de poder derrotar a los 4 buques de guerra ingleses en caso de encontrarse con ellos.

 

 

 

La batalla de Barú

Más prudente hubiera sido esperar el paso de la temporada de huracanes mientas los ingleses desesperaban en las aguas infestadas de mosquitos y sufrían de fiebres y enfermedades que hubieran diezmado a sus tripulaciones.

Pero ante la inquietud por parte de la corona en recibir riquezas, se optó por zarpar con rumbo, primero a Cartagena de Indias y luego a la Habana. A pesar del viento favorable y la buena visibilidad que ofrecía la noche de luna llena, el general ordena fondear ante el peligro de los bajíos de las Islas del Rosario. Al amanecer se reemprende la navegación rumbo a Cartagena y hacia el mediodía se vislumbra la bahía de Cartagena a unas 20 leguas de distancia.

 

 

Pero también aparece en el horizonte la escuadra inglesa bien informada de la navegación de los españoles. El viento cae hasta convertirse en calma chicha lo cual favorece la posición de los barcos británicos. Unas horas más tarde la suave brisa permite tomar posiciones de combate con el San José en el centro de la formación y el San Joaquín a retaguardia.

Los ingleses abren fuego y desarbolan el San Joaquín que es protegida por la Concepción. Al mismo tiempo la Expedition se dirige directa hacia el San José abriéndose paso a cañonazos y lanzando andanadas en cuanto se encuentra a menos de 300 metros de distancia.

 

 

Durante el atardecer, el San José se defiende mientras los ingleses se preparan para el abordaje y disparan al timón para dejarlo sin gobierno. Son cerca de las 7 de la tarde. Ha caído el viento y los dos buques se encuentran a 60 metros de distancia cuando ya caída la noche, repentinamente se inflama el polvorín del San José que explota dañando a la Expedition en una brutal deflagración. El rápido hundimiento y el bombazo matan a casi todos los tripulantes, salvándose sólo 10 pasajeros de los 600 embarcados, mientras los estupefactos británicos observan cómo se esfuma el codiciado botín al fondo del mar.

En vista de lo ocurrido, la Expedition busca el San Joaquín equivocándose con la Santa Cruz que es cañoneada a las 2 de la madrugada. Al combate se suman dos buques ingleses y dos horas más tarde la Santa Cruz se rinde con 90 bajas frente a 12 de los ingleses, y ante la sorpresa de éstos de no encuentran nada digno de valor a bordo.

 

 

Mientras tanto el San Joaquín ha huido y la Expedition muy averiada no puede darle caza, como tampoco lo logran la Kingston y la Portland. Villanueva devuelve los cañonazos ingleses desarbolando al enemigo y protegiéndose en el fuerte de Bocachica en la entrada de Cartagena de Indias.

Mientras tanto, los buques mercantes españoles que no han sido objeto de ataque por parte de los ingleses entran sin asedios en las protegidas aguas de la bahía de Cartagena. Tras la explosión del San José, la Concepción y la Nuestra Señora del Carmen se refugian en aguas poco profundas del brazo de mar situado al Sureste, y esta última consigue avanzar en aguas someras hasta Cartagena mientras que la Concepción encalla y ante la presencia de los ingleses que les siguen a la zaga, es quemada para evitar ser capturada.

Ante la falta de botines, los capitanes Bridge y Windson son expulsados de la marina, mientras que el almirante Villanueva se enfrenta contra algunos capitanes de la flota por su poca valía, lo cual le obliga a refugiarse en un convento por temor de ser asesinado por alguno de ellos.

 

 

El tesoro que se ha salvado aguarda 3 años en Cartagena de Indias hasta que en 1.711 es embarcado de nuevo en el San Joaquín junto con una escolta francesa de otros 3 buques de guerra, pero esta vez un fuerte temporal dispersa la flota.

Los tres barcos franceses regresan a Cartagena y el 7 de Agosto, el San Joaquín avista otros barcos ingleses que confunde con su escolta francesa. Villanueva se ha metido en la boca del lobo y muere en el combate tras lo cual es rendido el San Joaquín ante la abrumadora presencia de 7 navíos ingleses armados en total con 350 cañones.

Pero de nuevo los ingleses se ven decepcionados al comprobar que el tesoro no viajaba en la nave capitana de Villanueva sino en uno de los buques franceses, traspasado en secreto y por la noche antes de la partida. Unas semanas más tarde la escuadra francesa al servicio de la corona arriba a España en donde a su llegada, el almirante francés Ducasse es colmado de honores. 

 

 

Destino para un tesoro perdido

Aunque el gobierno de Colombia no ha tardado en declarar que el pecio pertenece al Gobierno colombiano según una ley aprobada en 2.013, el San José es un buque de guerra de la Armada Española, y por tanto con inmunidad soberana según el derecho internacional. Según las convenciones de la Unesco, se trata de patrimonio subacuático que debe ser respetado, como ya ocurrió en 2.007 con el tesoro de la Mercedes extraído por los cazatesoros norteamericanos Odyssey y que finalmente han sido devueltos a España en 2.012 por orden del tribunal Supremo de EEUU, conservándose actualmente en un museo dedicado a la arqueología submarina en la ciudad de Cartagena (España). Pero toda esta riqueza fue extraída de las minas de Potosí en Perú y por tanto… ¿Debería quizás el gobierno Peruano sumarse a la cadena de demandas?

 

La empresa cazatesoros SSA de EEUU fue quizás la que descubrió el pecio en 1.982 y pidió al gobierno colombiano la mitad del botín a cambio de indicar su localización, oferta rechazada de plano por el presidente Uribe. Así comenzaba una nueva búsqueda, esta vez contratando a una empresa que colabora con la Armada colombiana.

 

 

Para poner las cosas en perspectiva, es bueno recordar que sólo los tesoros que se presumen hundidos en las cercanías de la bahía de Cádiz, en donde también se hundieron numerosos galeones procedentes del nuevo mundo, podría alcanzar la cifra a valor actual de unos 100.000 millones de Euros.

 

 

 

 

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