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Piratas; la cruda realidad

 

La piratería en Somalia continúa su escalada de violencia al amparo de un país sin ley en donde el lucrativo negocio de apresar cualquier barco que pase por la zona ha dejado este último año, una cifra “de negocio” de unos 80 millones de dólares que generan gran riqueza en unas de las zonas más deprimidas del mundo. Un "negocio” que emplea a más de 1.000 personas de forma directa y muchos más de forma indirecta, que ven con buenos ojos  un aporte de riqueza imparable basado eso sí, en la extorsión y el asesinato.

Cualquier barco desde grandes mercantes hasta modestos veleros son presa de estos individuos que cuentan con lanchas rápidas equipadas con radar y otros sofisticados equipos de navegación y dotadas de lanzagranadas y fusiles automáticos.

Tan bueno es el negocio de la piratería que nuevas lanchas rápidas llegan apiñadas las unas sobre las otras en camiones para expandir este nefasto fenómeno.

Incluso los barcos que transportan ayudas a Somalia son apresados aunque lleven grano o medicinas para sus habitantes. Uno de los últimos secuestros, el de una joven pareja Francesa con un niño de 3 años de edad que viajaban dando la vuelta al mundo en un modesto velero de poco más de 10 metros de eslora ha acabado en tragedia con la muerte del padre de 28 años de edad al ser tiroteado en el enfrentamiento que mantuvieron los secuestradores con la armada Francesa.

 

 

 

Muchas de las aldeas costeras presumen de poseer su propio clan pirata y esto a lo largo de las 1.900 millas de costa que tiene Somalia. Costa muy larga de unos 3.500 kilómetros que en vano intentan controlar las patrulleras internacionales que no reciben ninguna facilidad por parte Somalia que carece de gobierno central. En Kismayo al sur del país y controlado por la insurgencia islamista se encuentra uno de los centros de piratería más importantes. En la región Nordeste de Puntland se encuentra otro importante núcleo de piratería.

 

La costa sin ley Somalí está situada en una zona estratégica por la que navegan 20.000 mercantes todos los años, especialmente en las cercanías del golfo de Aden camino del Canal de Suez y miles de pesqueros que faenan en las ricas aguas situadas entre la costa de África y las islas Seychelles. Pero poco tienen que perder los jóvenes bucaneros, muchos de ellos de no más de 20 años de edad, en un país donde la esperanza de vida a duras penas alcanza los 46 años y en donde uno de cada cuatro niños no llega a los 5 años de edad, victimas de las enfermedades, desnutriciones o de la violencia.

 

Incluso las lejanas Islas Seychelles a 1.300 kilómetros de las costas somalíes ya no son seguras. En ellas se han producido ya 2 casos confirmados de secuestros por piratas Somalíes. El fenómeno no para de expandirse en estos temibles mares.

Salah Ají Bahdon Jefe de un importante clan pirata en Eyl, uno de los centros de actividad pirata en Somalia. “Hace años nuestra vidas dependían de la pesca artesanal. Ahora tenemos mucho dinero, coches lujosos, casas grandes y todo lo que queramos.... Nuestras aldeas son pequeños paraísos en donde no conocemos los problemas que existen en otras zonas muy pobres de Somalia”.

 

Desde el pasado Enero, se han producido 66 ataques de los cuales a fecha de hoy quedan 14 barcos apresados y unas 300 personas prisioneras esperando ser liberadas tras arduas negociaciones económicas cuyas resoluciones no hacen si no alimentar este fenómeno. Las ganancias de la piratería ha mejorado notablemente la economía de estas zonas pues los jóvenes piratas se gastan el dinero obtenido de las extorsiones, haciendo que todos se enriquezcan. Pero este dinero fácil también provoca una fuerte inflación de los precios lo cual dificulta aún más la vida para las personas honradas. Estos piratas además prometen nuevas escuelas y carreteras con los botines obtenidos, ganándose el favor del pueblo y de los políticos locales.   

Los piratas utilizan teléfonos satelitales para comunicarse entre sí y avisar de la presencia de tropas internacionales. Sus barcos son lanchas rápidas equipadas con cohetes antitanque y lanzagranadas que compran en el mercado negro de Mogadiscio. Y con todo se van superando en sus actos criminales para que no ocurra lo que les pasó el año pasado; al intentar secuestrar una fragata militar por “equivocación”. Resultó que la escalera que llevaban para alcanzar el puente era demasiado corta, dando como resultado el arresto y encarcelamiento de todo el grupo de malhechores. Un ejemplo que da una idea del atrevimiento desmesurado de estas personas y del nulo respeto que sienten por nada ni por nadie que no sea su propio lucro e interés.

 

Piratería a gran escala

En 24 horas los diferentes clanes han llegado a secuestrar cuatro mercantes, tres barcos de recreo de los cuales un velero Francés acabo en tragedia hace solo unas semanas, un pesquero Taiwanés y un remolcador Italiano. Estas terribles cifras nos dan una clara idea de la actividad frenética de estos bandidos, que no ven en sus actos más que una muy lucrativa fuente de ingresos en cada secuestro.

 

 

 

El dilema de las negociaciones

 

 

Las cantidades pagadas en cada rescate fluctúan mucho dependiendo del tipo de barco y del número de personas tomadas como rehenes. Todo tiene su precio. Todo se negocia. La disyuntiva procede de la firme decisión de no negociar con los piratas como ha hecho el gobierno Francés, que en varias ocasiones ha lanzado contra ellos ataques con el objetivo de liberar a sus compatriotas cautivos, o pagar y negociar sin más, como hizo secretamente el gobierno Español hace algunos meses en la liberación de un buque pesquero capturado.

 

El menor riego es naturalmente el de pagar cediendo al chantaje y alimentando las arcas de los piratas cuyos recursos incrementados serán directamente empleados en nuevos actos de piratería.

 

Los contra-ataque de liberación tienen tristemente el peligro de acabar en un baño de sangre como el acaecido recientemente en el que murió el joven Francés que viajaba junto con su mujer e hijo de 3 años en su pequeño velero.

 

 

  

La Fragata Española “Numancia” detiene a 9 piratas Somalíes

 

Recientemente la fragata Numancia localizaba y abordaba una embarcación pirata al norte de las islas Seychelles procediendo al arresto de los nueve sospechosos que iban a bordo. El lugar era muy cercano a la zona en donde hace poco se produjo otro acto de piratería contra un crucero. Tras recibirse una llamada de socorro del buque MSC Melody que viajaba con 991 pasajeros y 536 tripulantes al norte de las Seychelles, la fragata española puso rumbo al lugar del conflicto situado a 300 millas de su posición. Mohamed Muse el líder de los saqueadores confesaba posteriormente que lamentaba que por “razones técnicas” no pudiera hacerse con el control del crucero Italiano. “…Éramos conscientes que la captura de una gran embarcación representaría una nueva etapa en nuestra piratería. Pero desgraciadamente los guardas privados del crucero supieron defenderse bien y no fuimos capaces de subir a bordo…”. Un ataque que dejó impresionado a todo el mundo pues, en el intento, los piratas efectuaron más de 100 disparos.

Piratas que han sido puestos en libertad por la justicia Española, que parece no considerar con la necesaria atención la magnitud del enorme problema.

Ante tal laxitud no es de extrañar que el problema de la piratería no haga más que extenderse por tan extensa zona del planeta. Y es que frente a estos ataques tan despiadados… ¿es de aplicación el derecho jurídico, o bien deberían tomarse medidas más drásticas?

 

 

 

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