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Reparar el termo de agua caliente

 

 

Un pequeño termo de 40 litros como los que se utilizan en las casas suele costar unos 70, pero cuando se trata de un producto náutico la broma sube rápidamente a cerca de 1.000€ o incluso 1.500 para los de más de 60 litros....

 

Todo ello sin contar la mano de obra de la sustitución. ¿Pero.... podríamos repararlo por unas decenas de euros?

 

De un tiempo a esta parte, al conectar el interruptor del calentador del barco, salta el diferencial de la torreta del pantalán, lo que obliga a encender el motor diesel para calentar el agua si queremos una ducha calentita.

Y por si fuera poco, hemos detectado una pequeña fuga de agua que produce un lento goteo del termo y que hace

que nuestra sentina siempre tenga un poco de agua. Parece evidente que debemos cambiarlo o intentar su reparación para ahorrar una buena cantidad de dinero.

 

Parte eléctrica; Sustituir la resistencia

 

Si al conectar el termo del barco salta el automático del pantalán, sin duda hay una fuga de corriente en la resistencia del termo o en el termostato del mismo. También puede ocurrir que al conectar el termo, no salte el automático, pero el agua no se caliente. En este caso la resistencia está rota, o el cable que alimenta el terno está estropeado. En alguna ocasión el fallo de derivación de corriente puede provenir del mismo cable eléctrico que alimenta el termo, de modo que tendremos que hacer alguna prueba con otro cable para ver si esta derivación viene de la alimentación de corriente. Pero muy probablemente la causa esté en la misma resistencia.

 

Para comprobar si tiene una derivación debemos hacernos con un polímetro y medir la resistencia eléctrica entre un terminal de la resistencia y su base metálica. La escala debe estar en megaohmios, y su valor resistivo debe ser muy alto o casi infinito. Si midiera un valor de varios kilohmnios, no hay duda, la resistencia tiene una derivación y debe ser sustituida. También la cambiaremos si estuviera fundida y no calentara el agua del termo.

 

 

Cuando al encender el circuito de 220 voltios del barco salta el diferencial en la torreta, lo más probable es que exista una derivación en algún equipo del barco, y de todos ellos, el primer sospechoso es el calentador de agua del termo.

 

 

Si hay que cambiar la resistencia aconsejamos buscar la marca del fabricante de la resistencia, cuya rosca de importante diámetro suele conducirnos al primer problema. Con una llave de fontanería de gran brazo de palanca conseguiremos desenroscarla, habiendo previamente extraído el termostato  de varilla que simplemente queda sujeto por presión contra los terminales eléctricos tipo faston. Basta con tirar hacia fuera para retirar el termostáto.

 

 

 

Esta resistencia de marca Italana Thermowatt es todo un clásico en los termos en los barcos. Si la resistencia está rota o con una derivación, bastará desenroscarla y poner otra nueva (Izquierda). El termostato de varilla (centro) entra por el tubo hueco de la resistencia y queda enganchado por simple presión con los terminales faston (como los utilizados en los coches). El conjunto montado (derecha) desde ser desensamblado para poder desenroscar la resistencia.

 

 

Como nos sobra un poco de tiempo, y queremos trabajar un poco “finos”, se nos ocurre la idea de fabricar un extractor que nos facilite el trabajo de sustitución de la resistencia calentadora. Para ello utilizamos una pletina de acero de 6 milímetros y soldador, pero insistimos que con la llave de fontanero, el problema también pudo ser resuelto sin entrar en follones de soldadura.

 

 

El extractor consiste en una “especie” de llave de tubo de potente diámetro que se adapta perfectamente a la gran llave inglesa del taller. Con pletina de 6mm, una tuerca grande y un soldador, no tardaremos más de un par de horas en fabricarnos esta herramienta a coste despreciable.

 

 

No dude en buscar la resistencia en un almacén de repuestos de calefacción. Basta con indagar un poco de Google para conseguir un proveedor que nos la venda sin tener que recurrir a la tienda de efectos navales. En nuestro caso una resistencia “Thermowatt” de 700 watios de fabricación italiana que en la tienda de náutica costaba casi 100€ y que conseguimos por 20€…. Rigurosamente la misma, claro está.

 

 

Los cables eléctricos van fijados al termostato. Para acceder a él basta con sacar los 3 tornillos que sujetan la carcasa de plástico protectora. Si saltara el diferencial en la torreta del puerto, podemos sacar el termostato tirando de él. Pruebe de nuevo para ver si se ha arreglado el asunto, en cuyo caso el problema está en la resistencia. En la foto derecha vemos la toma de "tierra".

 

La rueda amarilla permite ajustar la temperatura a la que se calentará el agua del termo, entre 40ºC y 80ºC. Lo suyo es dejarla en 65 o 70 grados centígrados.

 

 

 

¿Cómo funciona un termo en el barco?

Un termo no es más que un depósito hueco en acero inoxidable que contiene agua con una entrada en su parte inferior y una salida de agua caliente en su parte superior. En medio está alojada una resistencia eléctrica que calienta este agua que al pasar a tener una densidad ligeramente menor a la del agua fría, tenderá a subir en vez de mezclarse con el agua fría que entra por la parte baja del depósito.

 

 

En la entrada de agua fría (abajo) se observa una válvula llamada de sobrepresión. Por seguridad si en el circuito de agua se produce una presión superior a los 3 o 4 bares, aliviará agua por su salida lateral que irá a parar a la sentina. Aunque podría estar montada también en la salida, lo más lógico es ponerla en la entrada ya que en caso de escapar una gotas por sobrepresión lo que saldrá es frió en vez de caliente.

 

Los termos utilizados en los barcos tienen además de la resistencia eléctrica un tubo de dos o tres espiras por el que circula el líquido anticongelante del circuito de refrigeración del motor. Así el líquido anticongelante utilizado como refrigerante que sale del motor muy caliente pasa por este circuito cediendo el calor al agua del termo, antes de regresar al circuito refrigerante del motor. Es decir el termo actuará como un intercambiador de calor que enfría el refrigerante del motor al calentar el agua del termo.

 

 

 

 

En la entrada de agua fría está instalada una válvula de seguridad que no es otra cosa, que una llave que saltará para aliviar un poco de agua en caso de que el depósito o el circuito adquiera demasiada presión, como consecuencia de la expansión del agua al ser esta calentada. Normalmente esta válvula de sobrepresión nunca debería saltar pues para eso el circuito tienen un calderín de presión en la bomba que presuriza el circuito, y que absorberá el aumento de volumen del agua al ser esta calentada. En cualquier caso no está de mas tenerla montada y en la fontanería una nueva solo cuesta 4 o 5 euros.

 

En la salida del agua caliente es posible encontrar una válvula mezcladora de tres vía que tiene una rueda para ajustar la temperatura a la que esta se pone a mezclar. Esta válvula mezclará en su salida el agua caliente que sale del termo con agua fría, para asegurar así que el agua no sale escaldando. En la práctica, y aunque es necesaria por reglamentación en el código técnico de instalaciones sanitarias, no es muy necesaria. De hecho en el barco esta válvula llevaba sin funcionar años sin que nos hubiéramos enterado de ello. Cuando uno abre el agua caliente pues la prueba y si sale demasiado caliente en el baño abriremos un poco la fría... de toda la vida....

 

 

Aunque es muy sencillo, en el esquema hemos preferido simplificar un poco el croquis, quitando el segundo tanque de agua de proa y las válvulas que los unen y permiten su comunicación.

 

 

 

En alguna zona del barco el buen criterio exige agrupar la mayor parte de los elementos de la distribución del agua. En este ejemplo se trata de un velero de 40'' de Beneteau y el "lío" está ordenadamente organizado bajo el sofá principal del salón.

 

 

La plancha de madera contrachapada atornillada al contramolde del casco sirve para fijar los diferentes elementos que forman parte de la distribución de agua. En (1) se encuentra un filtro "Jabsco" para el agua de la sentina que al ser aspirada por la bomba de membranas (2) sale con fuerza por el tubo blanco hacia el exterior del barco.

 

En (8) vemos dos tubos negros con sus dos llaves de corte que traen agua de los dos depósitos de agua dulce situados en popa y proa del barco. Una vez pasadas las llaves que permiten aislar de forma independiente dichos depósitos, vemos cómo a la izquierda de este distribuidor de bronce, sale un tubo de color azul hacia el filtro de entrada de agua dulce (6).

 

Una vez filtrada el agua en (6), esta es presurizada por la bomba Jabsco (4), y para que el circuito no esté todo el tiempo intermitentemente en marcha el circuito toma la presión de un calderín (3) en cuya parte superior vemos perfectamente una válvula de aire como la de las bicicletas con la que poder inyectar presión si fuera necesario. En 9 años nunca lo hemos tenido que hacer.

 

La salida del agua presurizada por el grupo de presión, sale por el tubo azul de la derecha de la imagen y alimenta un distribuidor en bronce (5) del que sale un tubo negro que llega a (10) en donde se atornilla un racord flexible que alimenta la entrada de agua fría del termo. La siguiente salida en (5) tiene una llave de paso y manda agua a presión hacia la ducha de bañera. La tercera salida a la derecha es la que distribuye el agua fría a los baños y la cocina del barco. En (9) vemos la salida de agua caliente del termo que es distribuida también a la cocina y los baños.

 

 

 

Reparar una fuga en el termo

 

Una vez reparada la parte eléctrica nos enfrentamos al reto de localizar la fuga del tanque. Aunque lo cierto es que antes de reparar la electricidad, intentamos localizar la fuga pues sabíamos que si esta reparación fallaba tendríamos que comprar todo un termo nuevo. Es de rigor aclarar que el termo falló tras 9 años de vida, lo cuál no es poco tiempo.

 

Pregunte donde quiera y le asegurarán que si existe fuga de agua, NO es posible su reparación pues no está pensado para ser desmontado (¿obsolescencia programada?). Y aunque es verdad, lo único cierto es que SI que se puede reparar con un poco de esfuerzo... como descubrirá a continuación.

 

 

En este Bénéteau Oceanis,  el termo se esconde debajo del banco del salón. Basta con sacar 6 tornillos para acceder a él completamente. De primeras dadas parece un poco lioso, pero es realmente sencillo. Lo único complicado es sacar los tubos de recirculación del líquido refrigerante del motor, que con el tiempo están bastante duros, y nos obliga a apalancar con alguna llave. Detrás de la tapa central de color gris (imagen derecha) que se puede retirar al quitar 3 tornillos, se esconde la resistencia eléctrica. Para su sustitución no es necesario desmontar nada.

 

 

Tenemos que sacar el termo del barco y llevarlo al taller. Para ello hay que quiitar 4 tornillos que lo fijan al plan, desenchufarlo, sacar los dos racores de entrada y salida del agua y que unimos entre sí para seguir teniendo agua (aunque no caliente) en el barco mientras hacemos el arreglo, y sacar los dos tubos del circuito de refrigeración del motos con que se calienta el termo al tener el motor en marcha. Estos dos tubos llevan anticongelante y debemos tener a mano un par de pequeños espiches para taponarlos y no perder más que un pelín de líquido anticongelante que luego habremos de reponer en el motor. A los espiches de madera podemos darles un par de vueltas con cinta aislante antes de introducirlos, para que taponen bien sellando los tubos al hacer presión con las abrazaderas.

 

Con el termo en el taller, el primer asunto consiste en desenroscar todas las tomas y acoples y valvulería asociada. Encontramos que la válvula mezcladora está totalmente bloqueada debido a la cal acumulada de casi un decenio. Es una pieza cara que puede costar en una tienda de fontanería unos 40 o 50 euros, de modo que intentamos repararla con un baño de salfumán (ácido clorhídrico) cuya botella cuesta 70 céntimos en la droguería. Logramos un resultado magnífico y en solo 10 minutos la válvula está aclarada y funcionando estupendamente. Los racores y la válvula de sobrepresión están igualmente hechos una “pena” y decidimos reemplazar por piezas nuevas pues un racord nuevo vale 1,5 € y la válvula de seguridad de sobre presión no llega a los 5€.

 

Conviene comentar que las pieza a desenroscar están bien bloqueadas debido al juicioso empleo por parte del fabricante de un sellador para roscas adhesivo que actúa como sustituto del teflón de fontanería y es muy barato y también conocido como “teflón liquido”. Será el que empleemos posteriormente en el montaje final, una vez finalizada la reparación del termo.

 

Decimos que el termo está pensado para “morir” en caso de fuga o goteo, porque el envoltorio en chapa inox que cubre el aislante de poliuretano expandido está soldado por puntos, como las chapas de la carrocería de los coches.

 

Poca gente decidiría intentar la reparación, pero en solo media hora hemos perforado con una broca de acero rápido la decena de punto de soldadura que ceden tras la perforación. Apalancando ligeramente con un formón conseguimos desprender el envoltorio del tanque y dejar al descubierto el aislante amarillo de poliuretano. Vamos por buen camino.

 

 

Al retirar el recubrimiento de inox descubrimos un tanque cilíndrico de inox soldado a una pletina que hace las veces de soporte. El conjunto está envuelto en espuma de poliuretano aislante térmico con forma rectangular. Hemos retirado un poco la espuma alrededor de la zona donde gotea, cortando con un "cutter". Al meter aire a presión mientras lo sumergimos en una piscina, se descubre la fuga en la soldadura de unión de fábrica.

 

 

Ya con el tanque libre de “condimentos”, decidimos dejarlo impoluto en su interior en el que se descubren incrustaciones y depósitos de cal, frutos del agua “dura” de algunas de las marinas mediterráneas que ofrecen una calidad de agua que deja bastante que desear.

 

La solución de limpieza, consiste en taponar las entradas del tanque con dos tapones de bronce de media pulgada y sus juntas de goma, e introducir medio litro de salfuman por la abertura de la resistencia que roscamos inmediatamente para su sellado. Desprovisto de chapas y válvulas, el tanque pesa poco y podemos menearlo como una coctelera convertida en improvisado tanque de reacciones.

 

Así pues, tras 5 ó 10 minutos de danzas y conjuros gimnásticos, desenroscamos poco a poco uno de los tapones pensando en que quizás haya aumentado algo la presión interior… ¡Y caray que si ha crecido…! Empieza salir hidrógeno con mucha presión, fruto de la reacción del cloro del ácido con los depósitos de cal, que han formado sin lugar a dudas cloruro cálcico e hidrógeno en gran abundancia. Mejor no hacer la prueba de cerilla pues el escape de gas es largo prolongado. Pero tras el aclarado, el tanque de inox ha quedado limpio como una patena.

 

Buscar el poro de fuga

Este es el desafío más “divertido” y para la que nos hemos enfrascado en este ejercicio de ingenio. Tras evaluar diferentes posibilidades y hacer algunas pruebas, compramos tapones de media pulgada con sus juntas de goma que nos han costado 2 euros, y llenamos el tanque de 40 litros de agua que presurizamos con la manguera de riego del jardín. Nos vamos a cenar y a la vuelta notamos que en una de las esquinas del tanque se ha formado un charquito de agua indicando de forma aproximada la zona de pérdida probablemente en una de las soldaduras del propio tanque.

 

Hay que identificar el punto de fuga exacto. De modo que con un “cutter” cortamos y pelamos el aislante de poliuretado en una zona de 10 por 10 centímetros y volvemos a presurizar el tanque. Pero no hay manera de descubrir el poro y solo notamos de forma imprecisa, que en el zona hay un lento y finísimo derramamiento constante de agua.

 

Sin desanimarnos más de la cuenta, optamos por cambiar totalmente de estrategia. Vaciamos el agua, taponamos, inventamos un acoplamiento para llevar aire desde un compresor de pintura al interior del tanque. Cargamos agua jabonosa en un pulverizador y le damos al compresor mientras vamos pulverizando el liquido jabonoso con la intención de detectar la formación de una burbuja que nos indique el punto de fuga…. 2 bares, 3, 4, 5 bares y un poco de miedo a un posible reventón. 6, 7, 8 bares y no hay manera de localizar el poro del demonio.

 

Como acostumbro a no ceder ante la adversidad, pienso que la idea es casi buena pero no perfecta. De modo que traslado todo el invento a la piscina del jardín. Me pongo el bañador y arrancamos de nuevo el invento pero esta vez con el tanque dentro del agua. ¡Y esta vez bingo! En cuanto pasamos de los 3 bares, detectamos en un punto bien definido la formación de una fina columna de burbujitas que suben a la superficie, mientras me empeño en hacer fuerza con todo el cuerpo para mantener la improvisada “boya” debajo del agua.

 

Le toca el turno al soldador y tras algunas pruebas con el TIG, lo mejor es un cordoncido con soldadura MIG. Si no puede realizar en su casa la soldadura por no disponer de soldador en atmósfera inerte, poco le costará realizarla en un taller especializado de soldadura. Una vez reparado, lo probamos de nuevo en la piscina para asegurar que el poro ha sido eliminado.

 

 

Foto izquierda: El termo ya reparado y montado de nuevo en el barco. En la imagen de la izquierda, vemos como la salida de líquido del circuito de refrigeración del motor lleva una "T" con una pequeña salida libre que queda suelta y sirve para drenar el circuito de refrigeración por el que circula anticongelante del motor y conviene dejar "bloqueada" con un alambre para que no se despiste nadie,  pues vaciaría la refrigeración del intercambiador del motor. Una vez montado todo en su sitio, debemos abrirla un poco para sacar el aire del circuito y que entre anticongelante desde el motor. Debemos luego recargar un poco el circuito y bloquearla con un alambre de seguridad.

 

Foto derecha: Vemos la válvula mezcladora que hemos podido recuperar en un baño en salfuman que eliminó totalmente la cal, ahorrándonos 50 euros.

 

 

Ya solo falta volver a cubrir el termo con su chapa protectora de inox, en la cual las soldaduras de chapa han sido sustituidas por remaches normales. Mientras cerramos el conjunto con la remachadora, inyectamos espuma de poliuretano para restaurar el aislamiento térmico del tanque. El éxito de la operación es completo y tras el montaje en el barco todo funciona como si fuera nuevo a estrenar.

 

 

 

 

 

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