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2.023

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Catamarán... Sí, pero de motor.

 

 

Sorprende la creciente oferta de catamaranes propulsados exclusivamente a motor.

Todas las marcas que fabricaban catas a vela han completado su oferta con catamaranes a motor y algunos se han centrado solo en ellos. Sin jarcias, sin velas, ni maniobras de ningún tipo. ¿A qué se debe este asombroso movimiento del mercado?  

He tenido barcos de vela y de motor y ambos me han gustado en sus diferentes esloras y planes de navegación.

Personalmente sentía más afinidad por la vela, y de ella el monocasco, al menos hasta que...

Hasta que navegué a fondo con los catas, para convertirme en un completo entusiasta de estos últimos. En estps tiempos, el auge de los catas a motor es imparable... ¿Pero, por qué?

Como aficionado a la vela, comprobar el auge de los catas motor, me parece “extraño”, al perder estos la posibilidad de navegar con el viento, con las ventajas de autonomía y silencio que ello conlleva. Tengo la tendencia a verlos como un cata a vela incompleto o al que la mala fortuna desarboló…

Sin embargo, como aficionado al motor, el cata de motor tiene mucho sentido, aunque estos pierdan diferentes ventajas propias de las rápidas planeadoras y yates a motor. ¿Qué hemos pasado por alto, cuando la industria náutica no para de sacar nuevos modelos a motor? Marcas tan importantes como Fontaine Pajot, Lagoon, Sunreef, Leopard, entre otras, están vendiendo modelos de motor como nunca antes lo habían hecho.

 

Cata si. ¿Pero a vela o a motor?

Un Velero a pesar de sus diferencias, entre los regateros los cruceros o modelos deck-saloon, siempre tienen un "parecido" entre sí, y de ninguna manera con una motora. Y viceversa, un barco de motor en sus diferentes tipos y con sus sus diferencias entre ellas, jamás se ha parecido a un velero.

Pero un Catamarán a vela y otro de motor son prácticamente iguales… exceptuando que estos últimos han perdido, o mejor dicho, nunca han tenido jarcia alguna.  La única diferencia entre ambos tipos de catamaranes es lógicamente la propulsión. Por lo demás son casi idénticos, salvo la simplificación de las cubiertas más despejadas sin jarcias y maniobras y por tanto más cómodas en los de motor, con propulsores más holgados en potencia y sistemas que facilitan la maniobrabilidad en puerto. Muchos de ellos equipan IPS que permite lograr movimientos laterales, diagonales o pivotantes gracias al manejo de un joystick.

 

Incluso en nivel de ruido los catamaranes ganan frente a otros yates de motor, pues al estar los motores montados muy a popa en ambos patines aislados acústicamente, el ruido de los motores es muy reducido y a penas se aprecia un ronroneo en el salón central. En el fly o en el área del solarium de proa simplemente no es posible escucharlos y solo oiremos el mar y las olas.

 

 

 

La realidad: El plan de navegación

Me atrevería a decir que muchos de los catas a vela simplemente navegan a motor, especialmente aquellos que pertenecen a flotas de chárter. Si es verdad que en ocasiones despliegan la Génova, pero salvo honrosas excepciones o aquellos que hacen navegación transoceánica, la propulsión “solo motor” no es tan disparatado. Genéricamente los catas tienen menos capacidad de ceñida que los monocascos, salvo lo que llevan orzas, y por desgracia, el viento "morral" es una realidad, al menos en nuestro querido Mediterráneo. Vayamos a dónde vayamos el viento se obstina en venir siempre de morro…, lo cual, sin lugar a dudas, anima a los capitanes a poner en marcha el motor en vez de avanzar haciendo bordos.

Así las cosas, podemos empezar a entender el sentido de los catas a motor para aficionados al motor, aceptando que la mayor parte del tiempo, muchos de ellos, a vela, solo hacen horas de motor. Navegar a motor solo requiere poner los motores en marcha y tirar millas. No hay que complicarse la vida con las maniobras de velas, rizos, escotas, drizas y toda la parafernalia correspondiente. Al fin y al cabo un cata navegando a motor no baja en exceso las medias de navegación y aseguramos las derrotas y las agendas al no depender del viento.

 

 

El auge de los catas a motor, eso sí, deja clara las intenciones de sus armadores respecto a sus intenciones por realizar viajes y aventuras transoceánicas, aunque es también cierto que algunos de estos Catas de motor, los más grandes, tienen tanques de combustible para poder afrontar singladuras de varios miles de millas. Por ejemplo, los modelos más grandes de Lagoon motor, pueden hacer 4.000 millas del tirón. Eso sí, vaciando los 8 o 10 metros cúbicos de diesel de sus tanques. Pero también es cierto que con estas capacidades, no es lo mismo rellenar en la gasolinera del náutico a 2,5 € por litro, que hacerse una excursión desde Ibiza hasta Túnez para al día siguiente rellenar los tanques a mitad de precio y continuar rumbo hacia la costa Croata o hacia Grecia.

 

Yates a motor; Su mercado natural

Los catamaranes a motor son una opción que crece con fuerza entre los aficionados al motor que quieren mejorar y disfrutar de un mayor nivel de confort, SIN por ello tener que cambiar hacia un yate de mayor eslora.

Un Cata a motor de por ejemplo 60 pies es todo un ESPECTÁCULO en cuanto a dimensiones, amplitud de espacios y comodidades. Para conseguir este nivel de comodidad en yates monocascos, tendríamos que apuntar a yates entorno a los 80 pies. Pero un barco de estas eslora YA requieren una tripulación profesional con capitán en nómina y jefe de máquinas, lo cual está muy en desacuerdo con las intenciones de muchos armadores y aficionados a la náutica de recreo.

 

 

Por tanto un armador de un yate de 50 o 60 pies que quiera mejorar en prestaciones y el confort a bordo, se planteará el Cata a Motor como un salto muy interesante para disfrutar la comodidad de un megayate, sin los precios de los megayates y los costes de mantenimiento de estos. Sin tener que pagar nóminas a capitán profesional y sin los mayores costes de adquisición y amarres. Y es que a igualdad de sensaciones y de comodidad, ese cata a motor de por ejemplo 60 pies, costará nuevo del orden de la mitad que el Yate de 80 y tendrá unos costes de explotación muy inferiores al del monocasco de 80 pies, sin olvidarnos del consumo de combustible, muy inferior en el caso del catamarán.

 

 

 

Cuestión de consumos

Al precio que está el Diesel en los puertos, el asunto del gasto del combustible no es baladí. Ya hemos dicho que en cuánto a espacios y confort, un armador de un yate de 80’’ disfrutará lo mismo que el de un armador de un Cata motor de unos 55 o 60’. Pero el desplazamiento y por tanto las necesidades de potencia en el cata serán muy inferiores. O lo que es lo mismo; Conseguimos consumos también muy inferiores.

Así lo ha entendido por ejemplo,  el fabricante Norteamericano AQUILA, especializado en Catas de Lujo solo de motor y con sistemas de propulsión de ejes en vez de los más delicados Sail-drives. Los modelos de Aquila de gran eslora están fabricados con proas de bulbo en la obra viva para reducir aún más el consumo, como hacen los barcos mercantes. En definitiva, ganar en comodidad y confort, reduciendo los consumos y sin necesidad de complicarse la vida con contratación de tripulaciones profesionales y costes de amarres mayores.

 

 

Comodidad por encima de todo

Seamos realistas… La habitabilidad y comodidad que ofrece un cata, cualquiera de ellos, a igualdad de eslora, no tiene parangón con la del resto de barcos, sean veleros, motoras o yates. Salvo afortunadas excepciones, el barco es solo para cuando tenemos tiempo libre y lo empleamos en épocas estivales. El ganador es el cata (sea este de motor o de vela) respecto al resto de barcos monocascos, sean del tipo de que sean.

 

 

Y es que llevar dos patines no solo asegura una escora cercana a cero grados… La superficie de los catas entre los dos patines es magnífica y permite a los diseñadores navales crear auténticos espacios de ocio y esparcimiento con los que viajar de un sitio para otro, llevando con nosotros el mejor dúplex de lujo allá donde vayamos.

 

 

Por si fuera poco, los catas "suelen" calar mucho menos que el resto de los barcos y sobre todo, respecto a los veleros. Y solo digo suelen, porque por ejemplo el Sunreef 50 cala nada más ni nada menos que 1,8 metros lo cual va en detrimento con lo que a continuación explico. Para mí, una de las ventajas de los catamaranes es saber que debajo del agua llevamos a penas un metro de calado, lo cual nos permite atrevernos con pasos someros imposibles para otros veleros. Representa una diferencia sustancial, pues algunos de los momentos más divertidos en navegación ocurren cuando navegamos muy cerca de la costa disfrutando del paisaje visto desde el mar y casi siempre en aguas muy someras y por tanto más peligrosas para calados mayores. Por otro lado, llevar poco casco debajo del agua también nos permite fondear, acercarnos a las playas hasta límites insospechados para otros barcos.

Pero volviendo sobre el asunto de la comodidad y el lujo, los catas ofrecen beneficios imposibles en otros tipos de barcos, con pasillos amplios, zonas privilegiadas, vistas panorámicas al mar como jamás hubiéramos podido soñar. Los de motor más aún, al no tener que comprometer la cubierta con la instalación de los equipamientos propios de las maniobras a vela.

 

 

La incomparable habitabilidad de los Catas

Los salones son mucho más grandes comparado al de un monocasco de misma eslora. Se pueden instalar plataformas hidráulicas en popa para hacer una playa justo con la superficie del mar, ofrecen un solárium de proa despejado y extraordinariamente amplio, también sorprenden por las vistas panorámicas de los extensos fly-bridges. El salón queda plenamente conectado con la el espacio exterior de la bañera y las cocinas modernas ocupan un lugar relevante y atractivo en sus modernos diseños.

 

 

Las vistas panorámicas son en muchos casos de 360 grados pudiendo divisar el horizonte en cualquier dirección, e incluso en los camarotes disfrutamos de amplias zonas acristaladas. Todo ello permite que los catamaranes ofrezcan espacios muy luminosos, en los que la naturaleza y el mar penetran en todos los rincones.

 

 

 

Prescindir de la Jarcia

Los catamaranes sin palos ni velas, son aún más habitables y cómodos respecto a sus hermanos veleros, pues al no llevar aparejos ni botavaras, tampoco tendremos equipamiento con el que tropezar. No hay sombras en los paneles solares. No existen espacios dedicados a las maniobras con las escotas, no hay winches voluminosos, no hay cordajes tirados sobre la bañera. Todo el diseño ha sido optimizado para mejorar la habitabilidad y maximizar el confort. Y esto, al fin y al cabo, es lo que desea un armador que navega durante un par de meses al año, con buen tiempo y yendo de un puerto de Baleares a una playa en el Jónico.

Incluso desde un planteamiento económico tiene todo el sentido, pues si bien es cierto que para desplazarse hay que gastar combustible, el coste global no tiene tanta diferencia si contamos con mantenimientos de velas, reposición de escotas y mantenimientos de jarcia. Todo cuenta…

 

 

Naturalmente, si su afición es la navegación por sí misma y no solo el medio para alcanzar su destino, si a usted le gusta hacer Atlánticos o navegar largas singladuras, el Cata a Vela seguirá siendo lo más indicado. A modo de ejemplo, acabamos de hacer en catamarán una etapa de navegación oceánica desde Canarias a Cabo Verde, consumiendo absolutamente cero litros de diesel y haciendo medias cercanas a los 8 o 9 nudos con mucha comodidad por ir con vientos portantes y disfrutando prácticamente todo el tiempo de una escora nula.

Personalmente, entiendo y comparto el auge de los catas a motor por parte de los armadores de yates de motor que quieren 'saltar' a un mayor nivel de comodidad, pero como aficionado a las largas travesías y soñador empedernido en zarpar algún día a dar la vuelta al mundo, para mí cata debe seguir siendo de vela.

 

 

 

Cuestión de seguridad

Si comparamos la seguridad entre los dos tipos de catamaranes, es cierto que disponer de propulsión a vela representa una diferencia básica frente a posibles averías mecánicas. Pero también es cierto que un barco a motor bien mantenido es muy difícil que falle, máxime cuando los catas tienen dos motores y por tanto todas sus instalaciones, incluyendo los sistemas de alimentación de combustible, que es por dónde se generan mucho porcentaje de averías, están duplicados.

Cuando el mar se pone feo y no somos unos aguerridos navegantes, la propulsión a motor es cómoda pues no tendremos que luchar con un plano velico que exija tomas de rizos y cambios de velas. La navegación nocturna es también más segura a motor al no llevar velas que puedan entorpecer la vista de otros barcos. Al no tener que salir de la bañera para hacer algo en la proa con el mar movido. Y al no tener plano vélico, es casi imposible el vuelco, que si bien es difícil en catas de vela que no sean de competición, es verdad que existen casos reportados en los que estos han volcado con fuertes temporales. Pero son situaciones muy extremas y únicas.

Aún con todo, el cata de vela en cuestión de seguridad no tiene tampoco ningún problema, incluso navegando a vela por la noche y en condiciones de visibilidad reducida o nula. Para ello están los AIS y los Radares Broad-Band, capaces de ver una boya flotando en mitad de una masa de niebla que se corte con cuchillo.

 

 

 Motor solar

Navegar a motor no tiene porqué ser sinónimo de consumir combustible. Y por allí apunta el futuro. Ya existen catamaranes con motores eléctricos alimentados por paneles solares instalados sobre el amplio roof, hard-top o bimini del catamarán. Por ejemplo el “Silent 60” es un cata de 18 metros de eslora que lleva instalados 42 paneles con una producción total de 17 Kw de potencia pico, que pasan a alimentar una batería de 286 KWh, conectada a  dos motores de 340 kW. En modo de producción de energía continuada, el cata puede navegar ininterrumpidamente a unos 6 nudos durante tiempo indefinido, día tras día, aunque puede navegar a cerca de 20 nudos de velocidad si pensamos hacer singladuras cortas tirando de su batería. En días nublados sin sol, el generador y un tanque de diesel de 1.000 litros, pueden suplir la demanda eléctrica para seguir navegando. El barco tiene la opción de montar una cometa para navegar apoyado por esta vela de 13 metros cuadrados que al tirar desde mucha altura no produce sombras sobre la producción solar, ni necesita de mástil alguno para su ajuste.

 

 

Aunque aún faltan algunos años para ver este tipo de soluciones de forma generalizada, la utilización de paneles solares en los barcos empieza a ser moneda corriente para recargar las baterías de los parques de servicio cada vez más potentes y por supuesto, con químicas que ya han dejado en el olvido a los acumuladores de ácido/plomo . Las potencias entregadas van en aumento y ahora es normal poder instalar en cualquier barco más de un kilowatio, cuando hasta hace poco, nos conformábamos con 200 o 300 watios. Aunque la propulsión solar sea una realidad en solo algunos pocos y caros modelos, lo cierto es que en un catamarán, la superficie de paneles permite poder prescindir ya de generadores diesel en la mayoría de los casos.

 

 

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